8. El Festival Rosa Roja de la Arena

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La rosa era un símbolo de pasión. Increíblemente, esta flor era venerada por los románticos de todo el mundo. De variados colores, cada uno guardaba, en secreto, un bello significado: desde paz, pasando por la amistad y el cariño, hasta los buenos deseos y la gratitud. Pero no era sino la rosa roja, con su puro y enérgico color, la que simbolizaba en esencia al amor, la pasión y el deseo. De entre muchas tan preciosas y codiciadas, la más bella de todas ―se atrevían a decir amantes de cada continente― era la Rosa Roja de La Arena, cuyos delicados pétalos y exquisito olor llegó a venderse a precios exorbitantes en el extranjero. Sin lugar a dudas, orgullo de Sunagakure, única tierra, e irónicamente desértica, donde crecía tan rara flor. Fue así que en su nombre se inauguró el famoso festival, reservado únicamente para los enamorados del amor, celebrado desde hacía seis décadas, una vez por año, en honor al sentimiento profesado por jóvenes y ancianos entre las dunas del País del Viento.

...o al menos eso decía el panfleto.

Cuando Kakashi desechó el sobre adornado papelucho, el cielo no era más que un lienzo violeta desfigurado por pinceladas naranjas y rosadas, tan vibrantes como brasas vivas.

Miró hacia el frente por entre el camino de linternas rojas de papel de arroz, que engalanaban el paso en subida por unas amplias escalinatas de piedra, impregnadas a su vez de un particular y dulzón olor. Todo el lugar olía así y se hacía más fuerte con cada metro que avanzaba. No era desagradable, pero quizás un poco abrumador para su sensible sentido del olfato.

Y debía admitir que no poder distinguir entre otro aroma que no fuera el de las rosas, lo hacía sentir un poco desarmado.

―Es hermoso, ¿no te parece? ―mencionó Ino de pronto y sólo entonces el shinobi recordó que todavía la tenía aferrada a su brazo.

Hablando de admitir cosas...

Admitía que Ino era un dolor de cabeza. Aunque quizás no debería ser tan desagradecido; después de todo, su compañía le había resultado útil para pasar entre el protocolo sin mayor contratiempo, pues al festival sólo se admitían parejas.

Sin embargo, no respondió; siguió caminando y pensando en otras cosas. Como cuánto provecho exactamente se atrevería a sacar Oshinaro del hecho de estar fingiendo ser la pareja de su ex-alumna con el fin de "recaudar información", por ejemplo.

Evidentemente, la idea de que se hubiera llevado a cabo una operación de ese tipo sin su consentimiento, como líder de equipo, lo fastidiaba; el mero hecho de que Oshinaro estuviera involucrado, por otro lado, era lo que en verdad le alertaba. No había por qué engañarse, después de lo sucedido la noche anterior, el castaño lo estaba desafiando y eso era clarísimo, e involucrar a Sakura, aprovechándose de la situación, había sido la cereza del pastel.

No había forma de él que se quedara en la posada esperando. Kakashi era desconfiado, después de todo. Muy desconfiado.

Pero no porque le faltaran motivos. Y en realidad, aunque éstos no vinieran al caso, aun estando plenamente consciente de que Sakura y Oshinaro iban de incognito, la imagen de ellos juntos se le hacía, cuando menos, molesta. Aun así, tal como las manos en sus bolsillos, Kakashi mantuvo su inquietud bien oculta ya que, ante todo, estaba en medio de un asunto muy serio.

―Kakashi... ¿escuchaste algo de lo que te dije?

―¿Hm?, ¿dijiste algo?

Y en contra de todo pronóstico la rubia simplemente se abrazó más a él. Entonces Kakashi volvió a sentirse desagradecido. No apreciaba sus gestos para nada. Aunque se consolaba con que podrían pasar desapercibidos a pesar de sus ropas, considerando que no todas las parejas vestían kimonos tradicionales.

Su Más Bella SonrisaWhere stories live. Discover now