Y en las grietas de este suelo
cae su llanto sonrojado
de débil tristeza a medianoche,
que se mezcla con el alcohol
que cura sus heridas
y borra sus recuerdos
de noches de ardiente euforia.
Y ahora,
la nostálgica chica de cabellos cobrizos
llora lágrimas de salada impotencia
que empapan la madera donde su cabeza apoya.
Los recuerdos venenosos de un distante pasado
agujerean su alma.
Y ahora,
la extraña Chica de Marte,
con él oceánico corazón siempre tempestuoso,
se rompe en pedazos sin ser vista.
La espuma de sus olas de rabia
marcando su cuerpo.
Y las millones de pecas en sus mejillas
que señalan lugares inhóspitos
nunca pisados por el hombre,
pero sí por la Chica de Marte.
