Once

31 3 0
                                    

Me diste palabras desordenadas
y once páginas que rellenar con ellas. Dejaste la puerta entrecerrada
y tu sombra en el pasillo.
Un último verso y tinta derramada. Historias narradas en cada mirada que cruzábamos
y la tímida sonrisa que dibujabas en mi rostro al carboncillo.
Despeinada mi rutina
dejaste melodías envasadas en mi café. Y a cada parpadeo
veo tus ojos abiertos en mitad de mi oscuridad.
Decidí escribirte como Musa
porque bailaban tus ideas en mi cabeza.
Pero nunca te llamé así
porque las cosas tan inefables como tú
nunca llevan nombre.
Y la rosa que plantamos en esas hojas
jamás se marchitará,
pétalos secos a tus translúcidos ojos
que seguirán frescos por dentro.
Y allá donde estés ahora,
quiero que me recuerdes.
Invisible,
pero te imagino en tu pequeña nube
rodeada de una aurora de nostálgica soledad
contando las estrellas que se sitúan a tus pies
y tus alas bien alzadas,
con sus partes rotas y quemadas,
pero tú tan angelical...

Melancolía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora