Capitulo 33: El amor ha arraigado entre nosotros

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Respiraba agitadamente llegando al punto que mi pecho dolía. Gruesas y pesadas lágrimas se rehúsan a desaparecer de mi rostro. No sé donde me encuentro, mis ojos son incapaces de darme alguna pista del lugar donde me paraba.

Todo es angustioso.

El aire es negruzgo y sólo soy capaz de escuchar mis jadeos y sentir el acelerado palpitar de mi corazón detrás de mis orejas. Mis pupilas hacían el mayor esfuerzo por encontrar algun haz de luz que pudiera guiarme pero es en vano, aquel sitio carecía totalmente de luz, todo estaba atrapado por un aura negro y pesado que sentí me impedía que respirara bien.

Estaba completamente sola, atrapada en el agujero negro de mi pesadilla. Era consciente de que soñaba, de que todo lo que me rodeaba era un producto de mi traumado subconciente, sin embargo temía por mi vida.

¿Por qué sueño eso? Quiero de una buena vez despertar de la estúpida pesadilla, que a la vez, no tiene sentido, bueno después de todo ¿Qué pesadilla tiene sentido?

En el centro de esa espiral de oscuridad, se escucha un llamado. En mis sueños, peguo un brinco y todos mis sentidos se ponen alerta. Una femenina voz hace eco en todo el lugar pardusco, mandando ondas sonoras de peticiones por ayuda. Empecé a moverme en sueños, corría sin destino alguno; mis pies se movían por si solos llevándome, a donde quiera, que ellos quería.

Dos altas sombras, oscuras y llenas de los mas fieros y tétricos sentimientos, acorralan a alguien. Sentí miedo y recelo, en mi corazón sentí un deja vú... Yo conocía a esas sombras al igual que ellas me conocían a mí.

Una punzada de dolor se incrusta en mi pecho. Mi mano fue a posarse sobre el sitio, como un acto reflejo por calmar la angustia de mi corazón. La voz femenina, quien había proferido alaridos de dolor segundos antrás, proviene de una mujer adulta de larga cabellera caoba. La segunda punzada no tarda en aparecer en mi pecho.

Me acerco dos pasos, ahora sin temer ni titubiar; el miedo que sentía al principio parecía haberse reemplazado por otro sentimiento que aún no reconocía pero que sé que antes lo he experimentado. Los ojos almendrados de la señora estaban amnegados en lágrimas, tirada en el suelo, con medio cuerpo ladeado, la mujer tenía la postura más indefensa, y a la vez ,más aterrada.

Mi visión de aquella mujer se ve interrumpida debido a que ésta alzaba sus brazos para cubrirse la cara. Aquellas sombras de la noche le estaban golpeando.

- ¡Luisa, corre! - Grita la mujer luego de dar estruendosas convulsiones en el suelo.

Mi corazón brinca en su cavidad debido a las miles de punzadas que le cayeron como una lluvia de flechas.

- ¡¿Mamá?!

Corro en su dirección olvidando la presencia amenazante de aquellas sombras.

Últimamente no había soñado con mi mamá.

Corro y caigo de rodillas a un lado de mi madre. Mi visión era nublosa debido a las lágrimas y mi voz irreconocible por el temblor de mi mandíbula. Mi madre aunque estuviera llena de golpes, moretones y tuviera sangre, no perdía su belleza. Sus ojos almendrados como los míos, me miran sumidos en un calma extraordinario y a la vez fuera de lugar, ¿La habían estado golpeado y ella estaba en paz?

Su tez brillaba por la belleza. Su cara en forma de corazón se veía perfecta enmarcada por las ondas de su cabello. Había llegado a olvidar como mi mamá lucía antes de enfermar.

Mi madre era mi única y verdadera posesión.

- Luisa...

- Mamá... - No aguanté más y me quebré en llanto.

Entre besos & disparosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora