Capitulo 44: Un 31

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Está a punto de sonar, lo presiento...

Ruedo por la cama, ocasionando que la sábana celeste se enrrede entre mis piernas. Seguía somnolienta y con intenciones claras de continuar enterrada en las almohadas.

La noche anterior no había sido la más divertida que digamos, de hecho, me recordó a mis noches solitarias de mi depa en las que me pasaba mirando con enojo los ejercicios de trigonometría con los que mi maestra me torturaba.

Lo diferente ahora es que ya no me trasnocho resolviendo ecuaciones trigonométricas, en lugar de eso, empleo gran parte de mis horas de sueño en revisar y memorizar los historiales de conversación que la carpeta "System Luisa" contiene.

Sí, ya he bautizado a la mencionada carpeta.

Suelto un largo suspiro, que rápidamente se convierte en un bostezo y comencé a tirar de las sábanas para poder sacar la cabeza y respirar. Dentro de poco mi alarma comenzaría a sonar y eso solo indicaba el inicio de mi día de trabajo; hasta casi puedo asegurar que escucho los ya familiares tacones de Brenda sonar por el pasillo. No era que odiara a Brenda, nunca podría, pero se podía decir que prefería la compañía de un brócoli hervido a la suya.

Después de que Max me diera mi fecha de salida, todo se aceleró como él mismo me advirtió. Brenda venía cada mañana, a las siete, solo para tocar mi puerta y avisarme que me estaría esperando en el recibidor para acompañarme a mi cita con Karla. Y aquello se había vuelto una rutina que, con el pasar de los días, solo logró que viera con ojos enojados a la molestosa Brenda.

Y solo era conmigo, porque a los demás sí los dejaban dormir hasta las diez.

Karla, aunque era amable y paciente conmigo en nuestras citas, no podía quitarse el letrero de "Pesada" que yo misma le había colgado. Verla todos los días por la mañana era pesado. Y más pesado que eso era despertarme minutos antes de la dichosa alarma.

Finalmente suena. Abro los ojos y lo primero con lo que me topo, es con el techo. No deseo levantarme, quiero seguir acostada en la cama con los brazos cruzados sobre el pecho, al igual que las momias, pero sabía que si no respondía a la puerta, Brenda sacaría una bazuca de su sostén y la explotaría.

Me siento, apagando la alarma de un puñetazo, no sin antes mirar la fecha. 30 de dicembre, a tan poco para que se acabe el año. Ya se ha vuelto como una especie de costumbre por las mañana el ver la fecha. En mi mente hay un calendario gigante con el 8 de enero encerrado.

Falta poco... Falta poco...

Me estiro haciendo tronar cada hueso de mi espalda. Mi cuarto está semi oscuro así que, con la mayor pereza del universo, me levanto y arrastro mi somnoliento trasero a los ventanales para correr las cortinas. No me gustaba la oscuridad ultimamente, le temía por asi decirlo.

Cinco minutos después Brenda toca a mi puerta, dando tres golpes secos.

- ¡Me estoy vistiendo! - Grito antes de que pronuncie su saludo.

Me quedo a la escucha de sus pies irse y cuando estuve segura de que así era, salgo a la cocina.

Ese día me tomaría el tiempo que yo quisiera para desayunar, últimamente y debido a la insistencia y puntualidad de Brenda Miss Responsabilidad, terminaba mi desayuno llenándome la boca con pan, atorándome en el camino.

Encontré mi desayuno, cortesía del agradable Daniel, sobre la encimera. Es una tortilla con bacon y café, acompañado de rodajas de pan tostadas y, sobre un platito de diseños amarillo, están las píldoras de hierro y las vitaminas que debo tomar.

Luego de quice minutos masticando despacio mi desayuno, la puerta suena de nuevo.

- ¡Brenda estoy en la ducha! - Grito, riendo bajito mientras mastico otro pedazo de pan.

Entre besos & disparosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora