Capitulo 35: Taranis

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Punto de vista de Luisa.

Que placentero es dormir y mejor cuando el sueño que tienes es hermoso.

Sonreí aunque no pudiera verme.  Mi sueño era un escenario completamente a oscuras, toda una habitación donde priorizaba el negro, muy similar al último sueño que me torturó, aquel donde las sombras me llevaban hacia ellas. El recuerdo de la pesadilla no duró mucho en mi mente ya que estaba muy concentrada en mi siesta.

No tenía miedo, al contrario, estaba feliz mientras soñaba porque en toda esa habitación negra se desprendían destellos de un blanco cegador y junto a esos destellos, tan vívidos y tentadores, habían imágenes. Los labios de Max sonriendo, las arruguitas de sus ojos cuando reía, el movimiento de su boca cuando hablaba...

Una tras otra, imagenes como esas, aparecían en la oscuridad al igual que una proyección. Como si estuviera en una sala de cine completamente sola, disfrutando de esas proyecciones. Finalmente mi subconciente me apremiaba con algo lindo, últimamente, y con los acontecimientos ocurridos en las semanas pasadas, todo lo que tenía eran pesadillas; pesadillas agobiantes y agotadoras.

Podía quedarme dormida toda una vida si aquel sueño se quedaba conmigo. 

La proyección de recuerdos y destellos desaparece en un segundo y siento cómo regreso al presente y a la realidad. Alguien me despierta bruscamente.

- ¡Luisa despierta!

"No, quiero seguir soñando" Pienso. Abrazo más fuerte la bolita de colcha que había formado y cierro los ojos. Seguido de sus palabras vinieron tres empujones más. ¿Qué quiere ahora? Yo quería dormir...

- Debemos irnos ¡Maldicion Luisa despierta ya! - Gruñe.

Reprimo un suspiro de enojo. Mis pensamientos positivos se fueron esfumando. Resignada y aún algo desorientada por lo somnoliente que estaba, abro mis ojos parpadeando. Max está inclinado sobre mi, vestido con su uniforme negro azabache. Pestañeo y enfoco la vista en él, ¿Qué había ocurrido con la fogata? ¿Por qué estaba todo tan oscuro? 

Me siento rápidamente en la cama sin desviar la vista de los ojos de Max. Se lo ve preocupado y tenso, su mandíbula está rígida y sus movimientos son muy bruscos y a la vez sincronizados.

Al ver que estaba despierta, se aleja de mí y recorre la pequeña estancia que representaba la cabaña, dandos unos pasos largos y muy ruidosos. Da vueltas, buscando algo que yo no sé qué es a, se asimilaba a un animal enjaulado. Vi a una sombra que caminaba recogiendo objetos del suelo, cargando cosas a su espalda y articulando palabras extrañas al ayudante el cual no dejaba de emitir un pitido estrepitoso. Me sorprendió que fuera la voz de Max la que me despertara y no el pitido del ayudante...

Verlo así, metido a fondo en su papel de profesional hace que mi corazón se me suba a la garganta, como reacción a lo que sucedía. Yo lo había visto de ese modo antes...

Ha vuelto. La amenaza se materializó convirtiéndose en una verdad que yo misma sabía, en mi subconciente, que era inapelable. Ellos... Ellos están aquí, nuestros esfuerzos fueron en vano, ¿Cómo saldríamos de esta? Nos habían encontrado.

- Nos e-encontraron... - Las palabras salieron, en un jadeo de estupefacción, mucho antes de poder ordenar a mi lengua que las articulara.

El hombre a mi lado, se detiene en su apresurado andar y fija sus castaños ojos en mi. En ellos encuentro un sentimiento de culpa que se ocultaban tras el nerviosismo.

- Ten, vístete. - Ordena con voz dura, lanzándome un puñado de ropa. Mi blusa negra.

Obedezco al instante, levantándome de un brinco del lecho. Mi mente trabajaba a mil por hora, pensando... Pensando cómo saldríamos de esta.

Entre besos & disparosWhere stories live. Discover now