Capitulo 11: Y como la mosca caí en la miel...

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Mi cuerpo es muy lento para recuperarse, ya es martes y el dolor no quiere dejarme. Tanto mis brazos, mis piernas, mis manos... Siguen doliendo como aquel día en la base militar. Hoy me costó mucho levantarme a las cinco de la mañana y como resultado me levanté quince minutos antes de que Kitana pasara por mí. El correr apresurada por el departamento recogiendo mis cosas fue la actividad más dolorosa del día. Por otro lado mi hermana de otra madre también sigue adolorida, incluso el manejar le saca muecas de dolor.

Ese día Kitana trajo el desayuno: jugo y pan caliente recién comprado en la panadería.

Riquísimo.

Mientras como el pan no puedo evitar pensar que la Teniente Córdova hará que lo devuelva en el entrenamiento.

- ¿Cuál es el plan de hoy Kitana?

- ¿Plan?

Kitana entra en el parqueadero de la facultad.

- La Teniente nos matará de nuevo.

La escuché suspirar.

- Lo estuve pensando toda la noche – Apaga el motor y sale del auto –. En el primer ejercicio desafortunadamente me desmayaré. Seré convincente he practicado incluso vi tutoriales en youtube sobre cómo fingir un desmayo.

Ambas reímos pero paramos inmediatamente al sentir el dolor en las costillas. Ay...

- ¿Será sospechoso si yo me desmayo también?

- Idéate otro plan Luisa ¡No me copies!

A lo lejos José alza un brazo, saludándonos y haciéndonos señas de que nos apuremos. Tomé el último sorbo de jugo y subo despacio al primer bus, detrás de un cansado José quien también se queja del dolor.

Al sentarnos me coloco los audífonos y cierro los ojos entrando a mi lugar feliz antes de enfrentarme al infierno de nuevo.

***

Me despierto cuando el bus ha traspasado la entrada principal de la base. Miro por la ventana encontrándome con los amplios jardines de césped verdoso y camino pavimentado. El bus avanza lentamente mientras me desperezo y me peino.

Nos estacionamos en el lugar de siempre y pronto el pasillo se llena de estudiantes perezosos y adoloridos. Bajo del bus con la cara fruncida, no es posible que mis músculos sigan doliendo, han pasado cuatro días donde he descansado ¡Ya debería estar bien!

Entre bostezos Barner nos indica que avancemos. Su bostezo se me pega rápidamente y caminando como zombie, logro llegar a la garita de seguridad. Un hombre moreno y un poco regordete nos saluda y nos ofrece las bandejas de plástico donde debemos dejar todo equipo multimedia: celulares, reproductores de música, cámaras... Lo único que podemos llevar son cuadernos y esferos para anotar algo importante.

Al pasar el puesto de seguridad avanzamos hacia una gran plazoleta en cuyo centro se exhibe un monumento de avión. Ya he visto varias veces este monumento pero esta es la primera vez que noto que a un lado del avión está escrito en letras doradas: "Todo por la Patria".

Al otro extremo de la plazoleta están Max, Alfredo y la Teniente Córdova hablando, sentados en un muro de ladrillo. Cuando notan nuestra presencia caminan hacia nosotros y desvío la mirada de nuevo hacia el avión.

Nos saludan y el enorme grupo se divide.

Kitana me aprieta la mano y la escucho soltar un gemido. La miro con miedo.

- A cambiarse cadetes aspirante, tienen cinco minutos.

¡Cuánto odio a la Teniente! Son apenas las ocho de la mañana y ya se ha ganado todo mi odio. Kitana y yo corremos hacia los vestidores, con la fastidiosa voz de la Teniente gritándonos los segundos que trascurren.

Entre besos & disparosWhere stories live. Discover now