36. Aquello que no queremos perder

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Nada.

No sabía que decir, estaba muda. No sabía que mirar, estaba ciega. No sabía que sentir, estaba vacía.

Han pasado dos días desde la muerte de mi abuela. Por más que veía a mi madre sosteniendo a mi padre quién se desvanecía en lágrimas, por más que mi hermano abrazaba a mi tía mientras veía descender el ataúd donde yace mi abuela. Por más que Jake sostiene mi mano, apretando de vez en cuando para decirme que está conmigo, por más que April me acariciaba la espalda para darme calor.

Yo no hacía nada.

No es por ser insensible, no es porque yo no la quisiera, no es porque no consideraba todo el apoyo que me dio; simplemente algo en mí se rehusaba a creer que Rita se había ido, que ella había muerto.

Me niego a dejarla ir.

Volví a sentir la presión en mi mano, pero no me giré porque no puedo dejar de mirar a otro lado que no sea donde está el ataúd.

Aquellas lágrimas que toda mi familia está dejando caer ahora, se me agotaron en el transcurso de las horas. Tengo la mente tan en blanco que lo único que siento es el nudo en mi garganta y el amargo sabor en mi boca.

Y me dolía, me dolía no poder llorar la muerte de mi abuela como es debido.

Quiero gritar, hacer berrinche, quiero decirles a todos que ella no se fue, quiero que dejen su lastima de lado, quiero que se traguen sus "Todo estará mejor", porque no es así.

Quiero que dejen de consolarse a sí mismos luego de que jamás se acercaron a ella, quiero que me suelten y poder irme a recostarme en su cama, quiero que me dejen sola en la oscuridad de su pieza junto a la gatita vieja que quedaba.

Quiero de vuelta a mi abuela, para que me discuta cada vez que soy testaruda, para que me cuente cada una de sus locuras durante la escuela, para que me diga que hago mal siempre que quiero alejar a las personas de mi vida, para que me diga que soy bonita e inteligente.

La quiero para no tener que velarla, la quiero para que me sonría y se le formen arruguitas, la quiero para al menos poder decirle que la amo, para poder darle la razón.

—Tranquila.

Siento que Jake mueve mi mano hasta su rostro y besa mis nudillos. No sé qué hay de particular en ese gesto, pero de alguna forma logra que deje salir todo aquello que pensé que ya no podía liberar.

Inmediatamente Jake me sostiene más cerca de su cuerpo y me siento lo suficientemente a salvo como para largarme a llorar.

Solo quiero derrumbarme, por primera vez olvidarme de todo, ser egoísta y llorar por mí. Y lo hice.

Me consuela con palabras que en otra oportunidad me hubieran hecho sonreír. Sé que él también está sintiendo mi dolor, porque a pesar de que fue un corto periodo de tiempo, él la conoció y sabe lo mucho que significaba para mi.

Hasta cierto punto me molesta saber que solo él ha podido consolarme, porque luego de todo lo que dijimos y todo lo que sentí, es a él a quien necesito.

Estaba molesta también conmigo, porque en ese momento, cuando mi abuela estaba pasando por sus últimos momentos, yo estaba discutiendo por banalidades con un chico o estaba a punto de divertirme. Como si nada importase, mientras ella sufría, fui una egoísta.

Y lo sigo siendo por no querer dejarla ir. La necesito junto a mi, pero no puedo, sé que no puedo, no hay forma de que pueda tenerla otra vez junto a mi.

Como si escuchara mis pensamientos, Jake me abraza con más fuerza, entregándome la calma que nadie más logró entregarme.

—Summer, llora todo lo que quieras si eso te libera, pero aunque ella no esté más aquí y la extrañes, sabes que siempre la tendrás. No físicamente, pero tú sabes que allí estará —acaricio mi cabello, mientras yo hundí mi cabeza en su pecho—. Déjala ir, y no te digo que la olvides, solo deja que descanse, siempre la tendrás a ella y a todos esos bellos momentos, pero debes dejarla ir para recordarla.

Lecciones de una nerd [LDUN #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora