Cap. 33 Empecemos el viaje

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Aquella noche Sam no podía dormir, por lo que decidió levantarse a hacer algo productivo.
Se sorprendió al ver a Noah sentado en el sofá.
–¿Tú tampoco puedes dormir?– le preguntó Sam.
Noah asintió, con la mirada perdida.
Sam se acurrucó a su lado, apoyando la cabeza en su hombro.
Noah estiró la manta que tenía sobre los hombros para tapar también a Sam.
–¿Noah?
–¿Si?
–¿Cómo era tu vida antes de... Todo esto?
–Pues normal, supongo.
–¿Tenías hermanos?– Noah negó con la cabeza.– ¿Mascotas?
Noah asintió.
–Un cachorrito de yorkshire de cuatro meses, llamado Max.– Noah suspiró.– Le echo de menos.
Sam le cogió de la mano.
–Algún día iremos a por él.
Se quedaron un rato callados hasta que Sam decidió romper el silencio.
–Que te parece si nos tumbamos en la cama de una habitación y...– Noah la miró con una mueca extraña en el rostro.– Dormimos, mal pensado.
–¿Solo... Dormir?
Sam rió.
–Solo dormir.
Noah se levantó, tirando del brazo de Sam para que se levantara con él.
–Me parece genial, pero antes...
La cogió, mirándola a los ojos y la besó.
Ambos rieron. Sam suspiró.
–Te quiero, pero...
–Lo sé, lo entiendo, aunque... Un poquito de cariño no cambia tampoco nada, ¿o si?
Sam volvió a reír.
–Supongo que no.
Empezaron a caminar a la habitación de  Noah, ya que era la que tenía la cama más grande, se tumbaron cara a cara y Noah rodeó a Sam con un brazo.
–Buenas noches, princesa ígnea...– susurró Noah.
Sam sonrió en mitad de la oscuridad.
–Buenas noches, tonto.
Por la mañana les despertó un gran pitido, como el sonido de un claxon.
Sam se sentó en la cama, frotándose los ojos.
–Buenos días.– dijo Noah, entrando a la habitación con solo una toalla alrededor de la cintura.
–Buenos dí...– cuando Sam enfocó la mirada y vio a Noah así abrió los ojos como platos.– Eeh... Noah cielo, sé que hay cariño entre nosotros y todo eso, pero... ¿Te podrías poner algo de ropa, por favor?
–Bueno, técnicamente esta es mi habitación así que...
–¡Vale, vale! ¡Ya lo pillo! ¡Me marcho!– se levantó rápidamente casi corriendo hasta la puerta.
Antes de que saliera Noah la agarró por la muñeca y la atrajo hacia si.
«Vale que tenemos poderes y esas cosas pero, por dios, seguimos siendo adolescentes en pleno desarrollo hormonal...» pensó Sam.
–¿Ya te vas?– dijo Noah.
–Si.– contestó Sam petulante.– Yo también me voy a dar una ducha.
Le miró directamente a los ojos, se zafó de su agarre y se marchó.
«Esta chica va a ser mi perdición... Si sobrevivimos...» Noah se estremeció ante su propio pensamiento.
Sam entró a su habitación, caminó hacia  el armario, en un segundo decidió ponerse un vestido bicolor por encima de las rodillas y unas francesitas blancas, pero antes entró al baño a darse una ducha.
Abrió la puerta del baño, se desvistió, se metió en la ducha y puso el agua lo más caliente que pudo.
Salió de la ducha, se secó y se puso el vestido y los zapatos, cogió su cepillo y lo calentó un poco antes de pasárselo por el pelo, lo justo para secárselo y dejarlo medio ondulado, alguna ventaja tenía que tener tener poderes.
Oyó que picaban a la puerta.
–¿Sam? Creo que deberías ver esto.– dijo Noah a través de la puerta.
–¿El qué?– gritó Sam para que Noah la oyera bien.
–¿Recuerdas el pitido que nos despertó esta mañana?
–Sip.
–Bueno, pues... Es mejor que vengas tu misma a verlo.
Sam abrió la puerta. Noah, que no se esperaba ver a Sam tan arreglada, la miró de arriba abajo.
–¿Qué?– preguntó Sam, divertida.– ¿Nunca has visto a una chica en vestido?
Caminó hacia la puerta de la guarida y se sorprendió cuando vio fuera aparcada una caravana de dos pisos blanca.
–¿Te gusta?– dijo Lewis, apareciendo de la nada con los brazos extendidos.
–Es... Una pasada pero, ¿para qué?
–¿No es obvio? ¡Nos vamos de viaje!
–¿A donde, si se puede saber?
–Pues primero a Los Ángeles y después a Wisconsin.
–Aaah, a por los demás bioterroristas.
–Exacto.
–Y... ¿Cómo la has conseguido?– preguntó Sam señalando la caravana.
–Un amigo me debía un par de favores.
–Bueno, si no te importa me voy a desayunar, ¿cuando nos vamos?
–Como muy tarde mañana de madrugada, para que os de tiempo a recoger vuestras cosas y a despediros de quien queráis.
–¡Perfecto!
Sam entró de nuevo en la guarida y sintió un fuerte olor a tostadas recién hechas.
Cuando llegó a la cocina se encontró a Noah sentado en la mesa, mojando una tostada con mermelada de arándanos en un café. También vio al otro lado de la mesa otra taza de café y dos tostadas con mantequilla.
Sam se quedó mirando la mesa.
–Adelante, son para ti.– dijo Noah.
–¿En serio me has hecho el desayuno?
–Si, ¿te molesta?
Sam se acercó a él, le abrazó por la espalda y le dio un beso en la mejilla.
–Para nada, muchas gracias.
Se sentó a la mesa y mientras desayunaba le contó a Noah el plan de Lewis.
–¿Mañana por la mañana?– preguntó Noah.
–Si, así es.
Noah se levantó y metió sus platos en el lavavajillas.
–¿Sabes? He recordado que debo hacer algo importante, nos vemos de tarde.
–Hasta luego.
Sam terminó de desayunar sola y después volvió a su habitación, a recoger lo poco que tenía en ese armario.
Fetch y Lewis se habían esforzado en comprar cosas que la pudieran gustar, Sam lo metió todo de forma ordenada en una pequeña maleta, se dio cuenta de que le faltaba algo extremadamente importante.
Salió de la guarida y se dirigió directamente a su casa 
Trepó por la ventana de su habitación sin hacer ruido, entró y se fue directa a su escritorio, cogió la foto de ella y sus hermanos que tenía allí y cuando se disponía a marcharse se dio media vuelta. Eran las ocho, Jason y Eleanor aun estaban en casa.
Salió de su habitación sin hacer ruido y picó suavemente en la habitación de su hermano.
Este abrió, al parecer hacía rato que estaba despierto.
–¿Vuelves?– dijo Jason, esperanzado, nada más verla.
Sam negó con la cabeza.
–Me marcho de viaje.
–¿A donde? ¿Cómo? ¿Por qué...?
Sam levantó una mano, indicándole a Jason que se callara.
–Pronto lo sabrás, de momento cuida de Eleanor, por favor. Te quiero Jase.
–Yo también te quiero, enana.– la dio un abrazo.
Sam abrió lentamente la habitación de su hermana pequeña, también se quería despedir de ella.
Se acercó a su cama, la pequeña aun dormía.
–Eleanor...– susurró Sam.
–¿Sam...?– la niña se sentó en su cama, frotándose los ojos.
–Hola cielo, me tengo que ir de viaje, he venido a despedirme.
–¿Eh? ¿Te marchas? Pero yo no quiero que te vayas...
Sam la acarició el pelo.
—Te prometo que volveré muy pronto y también prometo traerte un regalo, ¿te parece bien?
Eleanor se tiró a los brazos de su hermana y la abrazó todo lo fuerte que pudo.
–¿Yo no puedo ir?– preguntó la pequeña aun somnolienta.
–Lo siento cielo, solo puedo ir yo, además, necesito que te quedes aquí a cuidar de Jase. ¿Me lo prometes?
Eleanor asintió.
A Sam se le llenaron los ojos de lágrimas, posó a su hermana en la cama de nuevo, la tapó y la dio un beso en la frente. Acto seguido salió de su habitación.
Volvió a su habitación para salir por la ventana, decidió no despedirse de sus padres porque sabía que no la dejarían ir.
Cuando volvió vio en una esquina su mochila de clase, con todos los libros dentro y le entró una gran pena al pensar que no podría acabar sus estudios, vale que no le hacía demasiada gracia ir a veces, pero echaba de menos sus asignaturas favoritas.
Cogió su mochila y se la colgó al hombro, saliendo de su habitación antes de arrepentirse de la decisión.
Cuando volvió a la guarida se sorprendió de ver a un pequeño cachorro rondando por allí.
–Eh, ¿cómo tu por aquí, pequeño?– se agachó y tomó al cachorro en brazos, acariciandole– Ooh, te gusta que te mimen, ¿verdad? ¡Que cosita tan mona!
–¡Vaya! Parece que ya has conocido a Max.
–¿Es tu cachorro?
–Si así es, y se viene con nosotros.
–¿Se lo has dicho a Fetch y a Lewis?
–Si, están de acuerdo. ¿Qué llevas ahí?– señaló la mochila.
–Uhm... Libros.
–Ajá, tú y los libros.
–Bueno... ¡Miremos el interior de la caravana!
Cuando entraron vieron que era más espaciosa de lo que parecía, abajo tenía una pequeña cocina, un estrecho baño con ducha, una zona de comedor y al fonfo una litera de dos camas con cortinas, subieron a la parte superior de la caravana y se encontraron otras tres literas con dos camas cada una, como la de abajo.
–Es una pasada...– dijo Sam.
–Ni que lo digas.– contestó Noah.
–¡Chicos!– gritó Lewis.–¿Os parece bien que si no tenéis nada más que hacer nos marchemos ya?
–¡Por mi perfecto!– gritaron Sam y Noah a la vez.
–¡A la aventuraaa!– se oyó a Fetch desde abajo.
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¡Buenas tardes wattpaters!
Las 16:30 hoy me pillan estudiando para un examen de latín que tengo mañana :(.
Si, tengo clase el día 23 de diciembre.
Quería comentar que supongo que esta historia estará terminada en más o menos 5 capítulos, quería hacer un especial de navidad y acabarla ya el 25 pero no sé si podré :$.
Me gustaría que opinarais si queréis una segunda parte o si os gustaría que contara la historia de cada uno de los personajes, os lo dejo a vuestra elección :).
Ahora estoy trabajando un poco en otra historia que se llama 'My name is Mike' que, si mis cálculos son correctos, en breves la subiré ^^.
Bueno, me despido ya.
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Sarichal

El Secreto De Mis OjosWhere stories live. Discover now