Cap. 36 Edwin "bicho raro" Rose

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Maratón Navideño 3/4

Ya en la caravana camino a Wisconsin Sam se puso a hablar con May, ya que Amy decidió irse a dormir.
La caravana iba a una velocidad muy elevada, se podría decir que casi iba a más de 300 por hora por una de las "modificaciones" de Lewis.
–Somos huérfanas.– explicó May.– En nuestro orfanato nos trataban muy mal por culpa de nuestros poderes así que decidimos escaparnos.
–Oh, eso debió de ser horrible, lo siento mucho. ¿Cómo descubristeis que teníais poderes?
–Amy siempre ha tenido debilidad por las plantas además de una gran habilidad para hacerlas crecer y, bueno, yo siempre he tenido habilidad para estropear todo lo que toco.– sonrió.
–Muchas gracias por acompañarnos a acabar con Jolene.
–Es lo mínimo que podemos hacer ya que supuestamente va a controlar todo el mundo. Nos dirigimos a Wisconsin, ¿verdad?
–Si, así es. Vamos a por un chico llamado Edwin Rose.
–¿Qué controla él?
–La roca.
–Jamás había oído hablar de alguien que controle la roca.
–Hay ocho tipos de poderes, el mío que es el fuego, el de Noah que es el hielo, el de Fetch que es el Neón, el de Lewis que es la oscuridad, el de Luke (ya le conoceréis) que es el viento, el de Edwin que es la roca y los vuestros.
–No conocía los demás poderes.
Sam se levantó.
–Espera aquí un momento.
Sam empezó a remover unas cosas que tenía y por fin encontró lo que buscaba, el libro que había leído Noah cuando se enteraron de todos aquellos datos sobre los bioterroristas.
–Toma.– se lo entregó a May.– Aquí viene todo lo que necesitáis saber sobre los nuestros, espero que te guste leer.
Era un libro bastante gordo, aunque ellos solo habían leído un par de páginas ya que lo demás trataba sobre los orígenes de los bioterroristas, de su composición genética, etc.
–¿Bromeas? ¡Adoro leer!– dijo May entusiasmada.
Sam la dejó tranquila para que pudiera leer sin distracciones y se sentó al lado de Noah, que estaba mirando por la ventana mientras escuchaba música y se apoyó en su hombro, sobresaltándole.
–Ah, eres tú...– suspiró Noah más tranquila rodeando con su brazo a Sam.– ¿Qué tal te llevas con las nuevas?
–May es muy agradable, Amy no lo sé, aun no he hablado con ella.
–En breves llegaremos a Wisconsin.
–¿Ya? Pero si hace apenas unas horas que salimos de Los Ángeles.
–Digamos que Fetch conduce de una forma algo temeraria.
De repente sintieron un frenazo con el que casi salen disparados todos hacia el cristal delantero.
–¿¡Donde te dieron el carnet eh!? ¿¡En una maldita tómbola o qué!?– se oyó desde la parte superior de la caravana.
–¡Si no te gusta como conduzco siempre puedes ir andando!– gritó Fetch en respuesta.
Todos bajaron de la caravana, otra vez a buscar a alguien sin tener si quiera una miserable pista.
Sam suspiró, no sería tan fácil encontrarlo.
Vio a un chaval botando un balón, desganado.
Justo cuando pasaba al lado del chaval le pareció ver un reflejo en el tejado del edificio de en frente.
Sin pensárselo dos veces empujó al chaval salvándole de una bala que la golpeó a ella en el hombro, haciéndola caer al suelo.
El chaval se levantó, con los ojos grises, levantó el brazo y lanzó un trozo de piedra afilada desde su mano directamente al francotirador dándole de lleno.
Después corrió a socorrer a la chica que la había salvado.
–Eh, ¿te encuentras bien?
Sam se sentó, con su hombro sangrando, se palpó la herida.
–Si, la bala ha salido por el otro lado, sanará.
Cogió su telefono y llamó a los demás que no tardarían en llegar.
–Esto... Gracias por salvarme.– dijo el chico rascándose la nuca.– ¿Cual es tu nombre?
–Samantha Wells, no ha sido nada, ¿cual es el tuyo?
–Edwin Rose.
–¿Bioterrorista?– dijo Sam sonriendo.
–Eeh... Si te refieres a que puedo controlar la roca y esas mierdas sip.
Sam sonrió aun más.
–Te estábamos buscando.
Cuando los demás llegaron Noah corrió hacia Sam, mientras los demás le contaban su plan a Edwin.
–Uhm... ¿Irme con vosotros a Seattle a una misión casi suicida para acabar con una mujer que planea acabar con el mundo pudiendo huir de mis fastidiosos padres y de mis idiotas compañeros de clase...? Me apunto.
–Noah, puedo caminar.– se quejó Sam haciendo que todas las miradas de dirigieran a ella.
–¿Estás segura? No me importa llevarte.– dijo Noah, preocupado.
Edwin se acercó a Sam, tendiéndole la mano para ayudarle a levantarse.
Sam aceptó su mano, levantándose totalmente bien salvo por un poco de sangre en su hombro.
–Muchas gracias por salvarme.– repitió Edwin, con una sonrisa.– Si tu no hubieses sido tan rápida ya no os podría ayudar.
–¡Genial! ¡Lo que nos faltaba! ¡Un galán empalagoso! ¿Y tú que vas de casanova o qué?– soltó Amy.
–¡Amy!– la riñó May.– Deberías ser un poco más amable con él.
–Prf, ¿por qué? Si no me cae bien lo digo y punto.
Edwin rió.
–¡Eh tú! ¿¡Se puede saber que narices te hace tanta gracia!?– gritó Amy cada vez más cabreada.
–Pues lo que acabas de decir, ¿yo? ¿Un casanova? ¡Que chiste tan bueno!
–Pues desde que hemos llegado parece que solo tienes ojitos para Sam.– le acusó Amy.
Los demás miraban esta discusión como si de un partido de tenis se tratase, observando alternativamente a uno y a otro.
Edwin volvió a reír. Miró a Sam.
–No te ofendas, pero no eres mi tipo.– dijo con una sonrisa.
Sam sonrió a su vez.
–Tranquilo, no me ofendes.
–¿Ah si? ¿Y cual es tu tipo si se puede saber?– Amy seguía interrogando al chico de ojos grises.
–A mi me van más las chicas con carácter.– respondió poniendo las manos detrás de la cabeza.
Amy se puso colorada como un tomate lo que sacó una carcajada al grupo.
–Pero no te preocupes.– añadió el de ojos grises.– la gente me considera un "bicho raro" así que no tengo mucho éxito con las chicas.
De repente intervino Fetch.
–Chicos... No es por interrumpir esta... Escena tan romántica y empalagosa pero creo que debemos irnos, Seattle nos espera.
Todos asintieron.
Cada vez quedaba menos para enfrentarse a Jolene.

El Secreto De Mis OjosWhere stories live. Discover now