Cap. 35 Las Donington

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Maratón Navideño 2/4

Ambos se desperezaron.
Tomaron algo para desayunar, se vistieron y se bajaron de la caravana.
–Bueno... ¿Y qué hacemos?– preguntó Sam.
Lewis se encogió de hombros.
–Demos un paseo. Igual las encontramos de casualidad.
Dicho esto cada uno fue caminando en una dirección diferente.
Noah iba caminando, poniendo poca atención en lo que sucedía a su alrededor hasta que un grito le hizo volver a la realidad.
–¡Eres idiota May!
De repente vio a una chica de cabellos negros volando por los aires, amarrada con una planta que parecía tener vida, hasta que se estampó contra la pared de una casa.
La chica puso la mano en la planta, que empezó a pudrirse pero enseguida se recuperó y siguió aplastándola.
Noah sacó su boomerang y lo lanzó, cortando la planta y haciendo caer a la chica.
–¡Eh tú! ¿¡Con que derecho te crees para cortar mi creación!?
Le dijo una chica peliblanca desde la puerta de su casa.
Noah levantó la mano como pidiendo perdón.
Sacó su móvil y llamó a Fetch.
–¿Fetch? Si, creo que las he encontrado.
Después de bastante tiempo de intentar convencer a la peliblanca de hablar con ellas y de explicarles porqué las necesitaban esta accedió por fin.
–Espera, espera, ¿me estás contando que hay una piba que quiere dominar el mundo y encerrarnos a todos los que tenemos poderes? ¡Donde está que me la cargo!
–¡Amy!– la regañó la chica de pelo negro.– Perdonadla, por favor, ella siempre ha sido la problemática de las dos.
–No pasa nada.– sonrió Sam.– Así que vosotras sois Amy y May Donington, ¿no es así?
–Exactamente.– respondió May.– ¿Quienes sois vosotros, si se puede saber?
–Yo soy Samantha Wells, y ellos son Noah Wellington, Abigail Walker y Lewis Scott. Si queréis podéis llamarme Sam.
–Y a mi Fetch.
–¿Donde decís que está esa mujer?
–En Seattle.
–Pero decíais que nos dirigimos a Wisconsin, ¿no?
–Si... Tenemos que recoger a una persona allí.
–Está bien, deberíamos hacer nuestras maletas, podéis pasar a casa si queréis.
–¿Vivís solas?
–Si, es una historia un poco larga de contar...
En unos cinco minutos bajaron las escaleras cada una con una maleta en la mano.
–¿Listas?– preguntó Lewis.
Ambas hermanas asintieron.

El Secreto De Mis OjosWhere stories live. Discover now