Crazy Youth (Justin Bieber)[TERMINADA]©

Capítulo 9. Porque me excita

- No, gracias. No me voy a perder. -dije dándole la espalda y saliendo de la habitación.

Vi de reojo que él igualmente me seguía. No le hice caso y seguí mi camino. Llegué a la puerta de la habitación y caí en cuenta que no me había llevado la llave y Marine estaba en la ducha. Me pegué con la mano en la frente.

- Estúpida. -murmurré.

- Veo que no soy el único a quien le pasa eso. -dijo riendo. Negué con la cabeza riéndome.

Entonces, se me ocurrió algo.

- Emm, Justin...

- Dime.

- ¿Puedes hacer algo para que Marine se siente con Aaron? -pregunté un tanto nerviosa.

- Ah claro, pero ¿por qué?

- Esto... Yo creo que Marine siente algo por Aaron y quiero hacer algo para ella.

- Um, yo también he llegado pensar eso. Pero Aaron... No sé. Nunca le he preguntado.

- ¿Entonces? Lo harás. -pregunté esperanzada.

- Con una condición. -dijo dándo vueltas alrededor mío.

- ¿Qué condición? -pregunté elevando una ceja.

- Tú te vas a sentar conmigo.

- Puedo sentarme sola eh. -dije haciendo una mueca.- Y tu con Tara.

- ¿Tara? -oh no, lo he dicho en voz alta.- ¿Estás celosa?

- ¿Qué? ¿Celosa? ¿Yo? ¿Qué es eso? -dije rápido.

- Tú no me engañas. Estás celosa. -dijo sonriendo

- Lo que digas. -dije mordiendome el labio nerviosa y dándole la espalda.

De repente Justin me abraza la cintura por detrás. Me estremezco al sentir su respiración en mi cuello.

- Justin, no empieces de nuevo. -dije intentándome soltar su agarre.

- No hagas eso -dijo ignorándome.- No te muerdas los labios, nena.

- No es mi culpa, es costumbre. -dije nerviosa por su cercanía. Ya dejé de forcejear con él, no sirve de nada.

- Pues cambia esa costumbre. -dijo apretándome más a él.

- Vale, vale. Pero entonces tú también cambia tu costumbre.

- ¿Mi costumbre? -dijo soltándome, pero no me giré.

- Esta de abrazarme cada dos por tres porqué no me gusta. -dije no muy segura de lo que decía.

- Venga, va. Sé que te encanta. -dijo girándome bruscamente hacia él.

- No. -dije mirándolo por encima de mis gafas que se habían caído un poco por el movimiento brusco.

- Si. -dijo acorralándome entre su cuerpo y la pared.

- He dicho que no. -susurré mirando sus labios.

- Pues yo no pienso dejar mi costumbre. -dejó de abrazar mi cintura y apoyó sus manos una cada lado de mi cabeza.

- Pues yo tampoco. -dije cruzándome de brazos.

- Lo tenemos díficil.

- No entiendo cual es probelama en que me muerda los labios. - dije haciendo una mueca.

- ¿Quieres saber porqué te lo digo? -dijo acercándose a mi oreja izquierda. Asentí con la cabeza levemente.

- Dímelo.