Capítulo 15: De piscinas, culpas y reencuentros.

1K 56 2
                                    

POV Dimitri

- Anda camarada, quítate todo eso de encima y ven a nadar conmigo. –

- No creo que sea una buena idea, mejor desde aquí disfruto del espectáculo. –

- Aguafiestas. –

Roza, mi Roza, se ve tan feliz nadando de un lado para otro, la forma en la que el sol hace brillar su cabello y cómo sus curvas perfectas se mueven dentro del agua me dejan completamente extasiado, no puedo creer que esta mujer tan perfecta sea mía, sólo mía. Lo que más me encanta es el pequeño relieve que se ha formado en su abdomen, es apenas perceptible pero para mí que conozco su cuerpo incluso mejor que el mío es la prueba física de que mi pequeña está creciendo, estoy seguro que es una niña aunque Roza jura por San Vladimir que es un niño, yo seré feliz con cualquiera de las alternativas, esto es una auténtica bendición, la familia con la que tanto he soñado, sin importar por todo lo que hemos de pasar yo me aseguraré de que estén a salvo y felices, ellos son lo más importante. Cuando sentí que los había perdido fue un dolor desgarrador, como nunca he sentido otro y haré lo que sea por no volver a pasar por eso.

- Dimitriiiiiii! –

Ese grito me saca de mi ensimismamiento, Roza, no sé qué ocurre pero corro hasta el otro extremo de la piscina y sin pensarlo un segundo me sumerjo en ella.

Miro hacia todos lados tratando de encontrarla cuando siento como algo me jala al fondo, siento pánico por un momento hasta que abro los ojos y veo como mi pequeña pone sus brazos alrededor de mi cuello y se lanza a besar mis labios, cómo extrañaba esta sensación, por más tiempo que pasemos juntos jamás será suficiente, por más besos que nos demos jamás dejaré de necesitarlos.

Cuando el aire comienza a hacernos falta ascendemos hacia la superficie, una vez afuera, Rose no para de reírse, ya me imagino cómo me debo ver, con mi capa y toda mi ropa completamente mojada, mi cabello chorreando, mis labios hinchados y mis ojos desbordantes de deseo. Sin poder evitarlo también comienzo a reírme.

- Debiste hacerme caso cuando te dije que te quitaras todo eso. –

- Tramposa, casi me matas del susto, Roza vas a acabar conmigo. –

Continuamos riéndonos un rato hasta que mi cuerpo cobra vida propia y decide hacerse cargo de sus propias necesidades y atrae de nuevo a mi pequeña hasta mí, esto es lo mejor, sentirla entre mis brazos, percibir cómo se estremece tras cada una de mis caricias y cómo pierde un poco más la razón conforme mi boca recorre la suya, para ser francos ella debe sentir lo mismo con respecto a mí porque si no fuera por todos mis años de entrenamiento estaríamos haciendo mucho más en este momento. Un ruido me devuelve a la realidad, no es uno lejano, suena como si varios autos estuvieran llegando, un escalofrío me recorre de los pies a la cabeza y aunque mi cabeza me dice que debo pensar fríamente y que seguramente se trata de Abe quien me dijo que llegaría hoy, mi instinto de supervivencia y protección me obliga a tomar a una sorprendida Rose entre mis brazos, salir con ella de la alberca lo más rápido que puedo, dar instrucciones de alerta máxima e irme con ella al lugar más seguro de la mansión.

Cuando llegamos y me convenzo que el cuarto es completamente seguro, por fin dejo que Rose se baje de mis brazos. Me mira con duda y tristeza, sabe que la forma en la que actué fue exagerada, aún es de día y los strigoi no podrían aparecerse por aquí además de que también recuerda lo de Abe pero entiende que desde lo que ocurrió en el hogar de los Mazur no me atrevo a correr ningún tipo de riesgo por ínfimo que sea respecto a su seguridad, me sentía tan culpable, ese día ella me pidió que me quedara y no lo hice, de haber estado a su lado no le hubiera ocurrido nada, yo habría asesinado a ese maldito antes de que pudiera siquiera tocarla, no deja de repetirme que no es así, que hice lo que debía y que nada de eso fue culpa mía y he llegado a creerle, sin embargo, desde entonces me jure que jamás volvería a dejarla sola y así será, nada me separará de ella.

Se acerca hasta mí y me rodea con sus brazos, es justo lo que necesito en este momento, su calor, la certeza de que está a salvo y que soy capaz de protegerla.

- Lo siento Roza, creo que me dejé llevar por el pánico. –

- No lo sientas amor, al contrario, gracias por preocuparte y cuidarme de esta forma, contigo me siento completamente segura. Te amo. –

- Oh Roza, yo también te amo, más que a nada en este mundo. –

Nos sonreímos mutuamente y en sus ojos pude ver la confianza absoluta que tenía en mí, eso hizo crecer en mi interior una profunda calidez, estaba convencido de una cosa, en tanto ella y mi hija estuvieran bien, todo lo demás no me importaba.

La puerta se abrió y por ella entró la persona con la que más agradecido estaba, Abe se había comportado como un verdadero padre, desde que se enteró de la noticia no ha hecho otra cosa que asegurarse de que Rose esté lo mejor que pueda estar, no ha escatimado en recursos y me impresiona todo lo que hace con tal de conseguir lo que quiere. Estuvo un par de días lejos porque dijo que tenía unos asuntos que atender y que iría a ver a Lissa para saber cómo iba todo en La Corte, ahora que estaba de vuelta, realmente sentía un gran alivio, de alguna forma en estas semanas había formado un lazo con él, ya no era sólo Ibrehim Mazur, o el padre de Rose, ahora también lo veía como un amigo, uno al que le debía demasiado, incluso podía verlo como el padre que me hubiera gustado tener. Él, al parecer también me había aceptado porque ya no me miraba con odio cuando estaba con Rose ni me había hecho algún tipo de amenaza en la última semana. Estaba sonriente, se acercó, abrazó a Rose y le dio un beso en la frente, a mí me miró y guiñó un ojo como saludo.

- Me alegra ver que te tomas en serio la seguridad de mi hija Belikov. Ahora, si no te molesta Rose, ¿podrías ponerte un poco de ropa encima? Hay algunas personas a las que me gustaría que vinieran a saludar, están en la sala, por favor no tarden. –

En 5 minutos Roza ya estaba completamente seca y vestida, al igual que yo, salimos de la habitación y nos dirigimos a la sala, cuando llegamos, casi se salen nuestros ojos de las órbitas con lo que estábamos viendo, nuestros amigos estaban ahí mirándonos con sonrisas de oreja a oreja, incluso podría jurar que algunos estaban conteniendo las lágrimas. Abe sí que se lució esta vez, Roza estará feliz de tenerlos cerca, los sollozos que soltó cuando Janine se acercó para abrazarla me lo confirmaron.



Nada es eternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora