Capítulo 17: Como la primera vez.

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Hola a todos, lamento haberme demorado tanto en actualizar pero lo importante es que aquí estoy de nuevo, agradezco a todos quienes aún siguen en el camino conmigo y espero sigan disfrutando de la historia. El día de hoy haré un pequeño maratón como intento de compensar el tiempo perdido, este es dedicado a todos ustedes, gracias por sus votos, comentarios y, sobre todo, por su paciencia. En especial es para @Adrixxx004 cuyo mensaje me hizo ponerme las pilas de nuevo con esta historia. Ojalá y los capítulos que vienen les gusten.

Maratón Cap. 1/4



POV Dimitri

- Aquí tienes Dimitri.-

Brigitte me dio una gran sonrisa y me extendió la bandeja que contenía un gran y delicioso desayuno para Roza. Estaba feliz de que mi familia estuviera rodeada de amigos y personas dispuestas a luchar para protegerlos, esta chica era una de ellos. Cuando el strigoi lastimó a Rose, Brigitte fue quien estuvo todo el tiempo junto a nosotros, día y noche veló por nuestra seguridad y más de una vez la encontré cabizbaja, en sus ojos se reflejaba el mismo sentimiento de culpa que me carcomía a mí por dentro. Se sentía muy mal por no haber podido proteger a Rose pero, en mi opinión, ella hizo lo que pudo, de hecho si aún tenía a mi familia era gracias a ella y jamás podría pagarle por eso.

- Gracias, se lo llevaré antes de que se enfríe.-

Le devolví la sonrisa y me dirigí a mi dormitorio, hoy sorprendería al amor de mi vida con el desayuno en la cama. Pasé toda la noche observándola dormir, lucía tan hermosa así. Relajada, segura, con una sonrisa en los labios, era una Diosa, mi Diosa.

Abrí la puerta y vi a Roza sentada en la cama, llena de lágrimas y temblando. Dejé la bandeja en la mesita de noche y me acerqué para acunarla entre mis brazos. Besé su frente, sus mejillas y su cabeza una y otra vez mientras ella ponía su cabeza en mi pecho y sus brazos alrededor de mí. Poco a poco la serenidad regresó a ella. Cuando dejó de temblar y llorar se incorporó para quedar frente a mí y me tendió un papel que parecía ser una carta.

Era de Lissa, ahora entendía porque estaba así mi Roza. Todo lo que le había escrito era cierto, ella era el tipo de persona que da todo por quienes amas y que no creía que existiesen imposibles, dos de las incontables razones por las que más la amaba.

- Entiendo, sé que la extrañas pero tan solo mira todo lo que te ha dicho, ella está contigo, además nos tienes a todos los demás aquí. Te amo y te juro que haré cualquier cosa con tal de que estén bien.-

Su rostro se iluminó y palpé su felicidad cuando sus labios se apoderaron de los míos y la lucidez de ambos se evaporó entre las caricias que nos prodigamos el uno al otro. Sus besos eran mi droga y su cuerpo era mi único y verdadero hogar. Siempre que estábamos juntos sentía como si fuera la primera vez, era la misma sensación de nerviosismo porque lo que más me importaba era que ella disfrutara y no lastimarla, también estaba lo que me provocaba con el simple roce de su piel o con el más ligero de sus besos, era mágico, era irreal.

El sufrimiento, el dolor, absolutamente todo adquiría sentido en momentos como este, estando unidos, siendo uno solo. Su piel era mi piel, su calor era mi calor y su placer era por y para mí. Mi Roza, mi increíble y amada Roza, lo supe desde el primer momento en que la vi, era aquello que me faltaba para alcanzar la felicidad, no era la mitad de mi alma, era mi alma completa. No podría vivir sin ella nunca más, no había manera.

El tiempo estalló cuando llegamos juntos a ese paraíso terrenal al que nos llevaba nuestro amor, y la miré. Acostada en la cama, con la mirada desenfocada, una sonrisa reluciente, las mejillas sonrosadas, la respiración agitada, el cabello salvaje y la tez brillante por el sudor. Era mi Diosa en todo su esplendor.

- Roza, te amo.-

- Y yo a ti camarada, con todo mi ser.-

Su voz, después de los gritos y las exclamaciones de placer, era como el canto de una sirena. Todas mis terminaciones nerviosas reaccionaron ante ella y la volví a besar porque esos segundos sin sentir sus labios fueron una eternidad muriendo de inanición. Me tumbé junto a ella después que llegáramos por segunda vez al cielo y nos cobijé, besé su frente, acerqué la bandeja que había llevado y sin comentar nada se puso a comer, estaba fría la comida pero no pareció importarle. Me sentí tentado a volver a la cocina para calentar lo que había en la bandeja pero me arrepentí enseguida al pensar que para eso tendría que alejarme de mi Roza.

Parecía que había pasado toda una vida desde la última vez que habíamos estado así, seguros, tranquilos, disfrutando de lo que teníamos, el amor más puro y grande de todos.

Unos golpes en la puerta nos devolvieron a la realidad, con gran desgana me levanté y puse unos pantalones. Cuando abrí la puerta consideré seriamente las posibilidades que tenía de escapar por la ventana, de todas las personas en este lugar debía ser Janine Hathaway quien me encontrara en la habitación de su hija vistiendo nada más que unos vaqueros.

- Guardiana Hathaway, ¿le puedo ayudar en algo?-

Esperaba que mi cara de Guardián sirviera para distraerla del escenario que había frente a ella y detrás de mí. Janine me barrió con la mirada y pude percatarme que la furia estuvo por apoderarse de ella, sin embargo, se recompuso enseguida.

- Necesitamos hablar con ustedes, los esperamos en la sala, Rosemarie vístete rápido y baja que es un asunto delicado.-

Lo frío de su voz y lo inquisitivo de su mirada hicieron más mella en mí de la que creía, puede que sea un excelente Guardián pero habían 3 personas a las que temía verdaderamente, y por casualidad todas ellas eran mi familia, mis 2 suegros y la que deseaba poder llegar a llamar "mi esposa". Cerré la puerta y, a toda prisa, comencé a sacar mi ropa para cambiarme cuando noté que Rose estaba con un ataque de risa.

- ¿Se puede saber qué es tan gracioso?-

- Nada solo que eres tan seguro y letal enfrentando strigois pero mi madre se aparece en nuestra puerta y te conviertes en un flan.-

- Bueno tal vez tenga que ver con el hecho de que no traía puesto nada más que unos pantalones y que su hija estaba totalmente desnuda en mi cama.-

- Tranquilo camarada, a estas alturas ya debe de haber entendido que no somos partidarios de abstenerse hasta el matrimonio precisamente.-

- Claro y eso me asegura que no tendré su estaca clavada si decide dejar de controlarse.-

- No te preocupes, a lo mucho te dejaría un ojo morado.-

Me guiñó un ojo y se puso de pie. Nos cambiamos y dirigimos a ver qué es eso tan importante que tienen para decirnos.

Nada es eternoWhere stories live. Discover now