Capítulo 20.

1K 57 1
                                    


Pasé los tres días más maravillosos de mi vida. Él pidió tres días de descanso en San Angelo y yo, bueno, directamente no fui.

Fue increíble estar ese pequeño infinito con él. Intenté disfrutar al máximo con él estos días porque sabia perfectamente que cuando llegara a casa nada volvería a ser lo mismo. Su familia, la mía, él, yo, nosotros... Nada. Todo iba a complicarse demasiado y esto me estaba matando por dentro de saber que no podría hacer nada.

Estuve todo el recorrido de vuelta a casa bien callada. Estaba tan concentrada en mis cosas que no me di ni cuenta de que el coche se había parado en una cafetería.


-Vamos, mi amor.

Cristianno podía ser un caballero cuando se lo proponía. Cada vez estaba más segura de que era, es y será siempre el chico que quiero ver todos los días del resto de mi vida a mi lado.

Comimos y nos volvimos a montar en el auto para ir a casa. Todo era tan extraño en nosotros a veces. A veces pensaba que no le importaba una mierda, pero después me demostraba todo lo contrario. ¿Por qué los tíos tienen que ser tan raros, joder?


-Kathia, cariño mío. Ya hemos llegado a tu casa.

Si, como habéis podido pensar me había quedado dormida. Tanto pensar cansa, y quien diga que no... MIENTE.

-Ummm.... tata déjame dormir cinco minutitos más jooe....

Cristianno se echó a reír-

-Seré todo lo que quieras, solo para ti, mi amor.

Abrí los ojos, le sonreí y le besé. Si, delante de mi casa, justo cuando salía mi prometido. Eso era épico .


-¿Pero que coño?!!!

Mi prometido abrió la puerta del copiloto y sacó a Cristianno agarrándole de su camisa blanca.

-Haber compañero ¿Qué pollas haces con tu puñetera vida? ¿A caso quieres que acabe con ella ya?

-¿Quién eres y que haces con mi prometida?

-Soy Cristianno, Cristianno Gabbana y estoy con TU PROMETIDA porque yo no la uso como una moneda de cambio. Porque yo si que la quiero de verdad no como tú gilipollas.

Mi prometido empalideció al escuchar su apellido. Aún no sé como de fuertes son su familia en el mundo de la mafia como para que todo el mundo le temiera y tratara a Cristianno siempre excelentemente.

Siempre supe que Cristianno era una persona importante pero no hasta ese punto. Todos le temían. Todos le tenían miedo solo porque llevara una pistola, joder. No era justo para él que le trataran así por venir de la familia de la que viene. Él no lo eligió ¿o tal vez si? Debía saberlo... Iré al edificio Gabbana y no iré con Cristianno. Iré yo sola.

Me fui y los dejé allí a los dos discutiendo el porqué de todo. Al llegar al edificio Gabbaname encontré con Mauro y Erik. Al parecer no solo eran amigos, sino primos. Me vieron y se quedaron en shock.

-Eres una Materazzi... Primos de los Carrusso... No eres bienvenida aquí. -dijo Mauro algo frio conmigo.-

-Siento comunicarte Mauro que no pienso irme de aquí sin saber lo que quiero descubrir de una puta vez. Si no quieres que este aquí te jodes ¿me oyes?


Mauro.


Esta chica me gustaba. Tenia carácter ,estaba al tanto de todo lo que tenia con Cristianno. Yo para Cristianno era como su hermano, nos lo contábamos todo, siempre estábamos juntos. Esta chica le había cambiado a la hora de pensar con las tías.


-¿Que quieres saber Materazzi?

-¿Qué pasa con los Gabbanas? ¿Porqué todos os temen Mauro? ¿Porqué? dime, habla.

-Porque somos la mafia Kathia. Roma es nuestras. Nosotros mandamos en Roma y somos la puñetera mafia.

-No entiendo nada.... Ustedes.. eso es imposible que ustedes tengáis a Roma bajo vuestros pies.

-Tu padre lo sabe perfectamente. Y lo sabes.

-Mi padre... Mi padre es un hijo de puta..-Eché a llorar y Mauro me abrazó-

-No digas eso tonta, ven aquí, cálmate, ya pasó cariño.

-No le importo una mierda... Me va a obligar a casarme un chico al que ni conozco. Soy una puta moneda de cambio. ¿Cómo se le puede hacer eso a una hija, joder? ¿Cómo?

-Hay padres para todo pequeña. Ya a pasado todo. Si quieres puedes venirte a vivir aquí. Todo será distinto..


Venirme a vivir al edificio Gabbana. Dormir cerda de Cristianno, tenerle todos los días al despertar y que sea él quien me de los primeros buenos días. Era una petición increíblemente tentadora. ¿Qué debía hacer? ¿Qué era lo correcto en este momento?

Bajo El Cielo Púrpura De RomaWhere stories live. Discover now