Capítulo 71.

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CRISTIANNO

La residencia de Carlo, en el barrio de Prati, estaba a medio camino entre un edificio de tres plantas y un adosado de dimensiones considerables. Entrar sería pan comido porque apenas había vigilancia y el vestíbulo exterior tenía unos recovecos encantadores donde podría esconderme. 

Enrico me había dicho que Kathia dormiría en una de las habitaciones de invitados que había en la planta baja. Luego no tendría que trepar. Sorteé todos los malditos adornos florales que había alrededor de un cenador y apoyé el trasero en la fachada, mirando a los lados. Sin nadie a la vista, avancé escuchando atentamente los sonidos de la madrugada mientras escudriñaba el interior de las habitaciones por las que iba pasando. Contuve una exclamación y me detuve de súbito al descubrirla acurrucada en la cama. Kathia dormía y su pecho subía y bajaba con aparente tranquilidad. Su largo pelo se extendía por la almohada y tenía las cejas ligeramente alzadas y la boca entreabierta. Su boca... Deseé entrar y besarla hasta que me hormiguearan los labios. No sabía si ella me lo permitiría después haber descubierto quien era, pero eso no restaba las ganas de entrar. Analicé la cerradura de la ventana mientras me apoyaba en el alféizar y estudiaba la forma más eficaz de abrirla. 

Tantos años conociendo a Alex de Rossi sirvieron para que un suave golpe con los nudillos hiciera saltar el cierre sin apenas hacer ruido. Me preparé para entrar cuando levanté la cabeza y tropecé con... Enrico y su mirada más inquisidora. ¡Genial! Se me aflojaron las rodillas y deshice la maniobra de entrada sin quitarle ojo de encima. Mientras tanto, Enrico frunció los labios, decidiendo entre enfadarse conmigo y reírse por mi torpe intrusión. 

—Debí suponer que vendrías —masculló en un susurro. 

Tragué saliva y miré de reojo a Kathia, que acaba de moverse en la cama. La sábana se le había enroscado en las piernas y, al cambiar de postura, me mostró la curva de su cadera. Que extraordinaria era... Enrico me cogió de la barbilla para captar mi atención. 

—Estoy aquí —protestó un tanto bromista. 

—Necesitaba verla, Enrico —repuse, aunque sin dejar de mirar a Kathia por el rabillo del ojo. 

Todos mis sentidos estaban puestos en ella y el corazón me golpeaba en el pecho sin ninguna cortesía, perturbando mi aliento y todos los rincones de mi cuerpo. De haber logrado mi objetivo, me habría perdido en su piel hasta el amanecer. 

—Resulta que ahora no valen nada tus promesas —inquirió Enrico, resoplando. 

—Te di mi palabra —maticé.

 —Humm... —Se llevó un dedo a los labios y entrecerró los ojos, reservado—. ¿Acaso no es lo mismo?

 Sí, lo era... Fue una estupidez creer que podría engañarle con un juego de palabras.

 —Enrico... —suspiré. 

—No, Cristianno —me interrumpió—. No me das tiempo a actuar como es debido. Ni siquiera puedo pensar en un encuentro porque estoy demasiado pendiente de ti... Me lo pones muy difícil, compañero. 

—¿Y que querías que hiciera?, ¿qué esperara sentado? 

—Eso fue exactamente lo que te pedí. 

Ambos resoplamos a la vez antes de que otro movimiento de Kathia nos llamara la atención. Tenía un sueño bastante inquieto. 

—Estoy aquí... Déjame entrar aunque sea unos minutos —dije intentando impulsarme. Por supuesto, Enrico lo impidió.

 —Ni de coña. Vuelve al Edificio. 

—Pero... 

—Mañana por la mañana me pasaré y te diré dónde puedes verla. Ahora vete, ya. 

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⏰ Last updated: Sep 21, 2018 ⏰

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