Capítulo 20

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Cuando llegamos anoche, no dije nada. Subí la primera, sola por el ascensor y al entrar a la habitación ni siquiera encendí la luz. Me quité el chaquetón y me tumbe en la cama para quedarme dormida en cuestión de tiempo. Ni oí que Danna llegase.

Me había levantado pronto, así que decidí ordenar un poco la habitación sin hacer mucho ruido para no despertar a Danna. Cuando terminé, me puse a jugar con el móvil a un juego bastante ridículo, pero viciaba. Aproveché ese tiempo para pensar en lo que haría. Mañana a primera hora, me reuniría con el Coach y el señor Phelps para anunciar mi decisión. Cada vez lo tenía más difícil, nunca había tenido que decidir entre dos cosas que no quería perder, pero solo una debía tener.

(...)

Llegué a la piscina y dejé mi mochila y mi red donde siempre, me senté junto a Danna en el banco y esperamos a los demás. No tardaron demasiado, así que no hablamos mucho. Me iba a poner en mi sitio de calentar en seco, pero tropecé y caí de boca al suelo, la rodilla me ardía.

Miré hacia arriba y me sorprendí. Jackson me había puesto la zancadilla. Escuché risitas, pero me levanté como si no pasara nada, con la rodilla sangrando y me fui a curarla. Volví y ya todos estaban listos para meterse al agua. Cogí mis cosas y me puse en mi calle, mientras me colocaba el material. Me giré para entrar al agua, pero alguien me empujó y sí, entre al agua, pero de un planchazo monumental. Esta vez me había empujado James. Se rió de mí en toda la cara, note como el pecho me dolía. ¿Por qué había hecho eso? Estoy muy confusa. Miré a Danna, ella sólo observaba seria, pensativa.

El entrenamiento transcurrió con aguadillas, patadas, agarres en la pierna...acabé hecha polvo. Y lo más gracioso es que el Coach solo les decía a Jackson y James que parasen, pero ellos pasaban olímpicamente. Yo me limitaba a ignorarlos e intentar controlarme. Pero lo peor, vino en el entreno de la tarde.

Estaba guardando la ropa en mi mochila, cuando escuché sus risas detrás de mí. Apreté los ojos con fuerza y cerré la mochila. Me giré lentamente y efectivamente, ellos estaban allí. ¿Intentaban intimidarme? Más que eso parecía acoso. Ambos sonrieron de lado, una sonrisa macabra, mientras yo me crucé de brazos y alce una ceja.

- ¿Qué estáis mirando?- Mi voz sonó dura. Justo lo que quería.

- En realidad, no mirábamos nada.- Dijo Jackson, James rió.- Porque lo que no hay, no se puede ver.- Frunci el ceño.- No tienes nada de culo Blake.- Odiaba que me digera eso, y más que me llamase por mi apellido. No es que no me guste, es solo que tengo malos recuerdos.

- Vete a la mierda.- Espete sin darle importancia.

- Uy uy, Romita se pone farruca eh.- James le dio un codazo a su compañero.

- Das pena.- Espetó Jackson. Sentía como la rabia subía a mis mejillas y el calor invadía mi cuerpo.

- ¡Menudos gilipollas!- Mi grito retumbo en toda la piscina.- Imbéciles.- Bufe cogiendo mi mochila antes de salir corriendo hacia el vestuario.

Danna P.O.V

No se que mosca les había picado.

- ¡Menudos gilipollas!- Roma estaba roja de la rabia, había explotado.- Imbéciles.- Fue lo último que dijo antes de irse al vestuario.

Intenté ir tras ella pero el Coach me frenó.

- Ya voy yo, espera aquí.- Asenti no muy convencida y me giré a ver a los dos idiotas que me miraban con una estúpida sonrisa de superioridad en su cara.

- ¿Qué pretendéis?- Ambos se miraron por un momento para después cruzarse de brazos y volver la vista a mí.

- Sólo nos divertiamos.- Solté una risa y negué con la cabeza.

- Uno se divierte cuando todos lo hacen, no cuando unos ríen y otros sufren.- Dije esto último con un dolor en el pecho.

- Vamos Danna, no seas aguafiestas.- James pasó su brazo por mis hombros.

- No me toques puto.- Me removi y me aleje de ellos dándoles la espalda. De repente la habían tomado con Roma sin motivo, y eso me cabreaba.- Y tú Edward, no podrías haber caído más bajo.- Le señalé y lo fulmine con la mirada. Edward agachó la cabeza y miró a otro lado.

¿Pero qué se habían creído estos para tratarla así de repente? Más tarde tendría una seria charla con ellos. A lo lejos vi como el Coach se acercaba a mí con paso acelerado.

- Será mejor que estés con ella.- Asenti y rápidamente cogí mi mochila.

Roma Blake P.O.V

Me senté en uno de los bancos del vestuario, mi rostro era como un océano de lágrimas. Me sentía impotente y estúpida, notaba una fuerte presión en mi pecho que no se iba. No entiendo por qué la habían tomado conmigo de un día para otro, ¿habría hecho algo malo? No lo sé, pero lo que más me dolió fueron las palabras de James, no salían de mi cabeza y dolían mucho.

- Roma ¿Estás ahí?- Era la voz del Coach. No respondí, quería estar sola.

- Déjame.- Apenas me salieron las palabras. Entre las lágrimas vi que entraba al vestuario y se sentaba junto a mí.

- Eh, no les hagas caso.- Me dio un abrazo y puso su mano en mi hombro.- Están muy tontos últimamente.- Solloce agachando la cabeza.

- Es...no entiendo...- El llanto me vencía.

- Vamos Ro, ve a tu habitación y descansa que yo hablaré con ellos.- Asenti sin ánimos.

Cuando el Coach salió, me derrumbe aún más ya que no salían de mi cabeza, era increíble como habían podido hacerme tanto daño psicológicamente con tan sólo unos insultos de pacotilla. Me cambié deprisa y con las manos temblorosas y la vista aún borrosa por las lágrimas que no cesaban, salí corriendo. No miraba al frente, lo último que quería era que me viesen llorar. De pronto, choque con algo duro, parecía una pared, me toqué la cabeza dolorida ya que había caído al suelo. Unas manos me agarraron ayudándome a ponerme en pie.

- ¿Estás bien?- Por el tono de su voz, parecía un chico, mucho más alto que yo.

- Lo siento.- Mis ojos no se separaron del suelo.

- No importa.- Evite su mirada.

- Soy Aiden ¿y tú?- No respondí, y antes de que dijese nada, lo esquive y seguí corriendo hacia mi habitación.

Con la mano temblando, metí la llave en la puerta y tiré las cosas al suelo, cerré las cortinas para quedarme totalmente a oscuras y me tiré a la cama, escondiendome con las sábanas del mundo. Pero antes de que pudiese caer en el sueño, el sonido de la cerradura se escuchó en todo el cuarto. Una línea de luz apareció por la puerta, me tape aún más. Sentí como alguien se acercaba a mí, y de golpe me quitó las sábanas. Danna se quedó mirándome un instante.

- ¿Necesitas hablar?- Preguntó algo preocupada sentándose en mi cama. Me cogió una mano y observó mi desastrosa cara.

- Necesito pensar.- Sus ojos perdieron el brillo de siempre, sabía de lo que hablaba. Asintió lentamente y me volvió a tapar de nuevo.

- Espero que elijas con sensatez.- Y eso hice. Me decidí, por fín.

C.A.R. SNOWYWhere stories live. Discover now