Capítulo 22

60 10 3
                                    

Estaba terminando de meter las últimas cosas en la maleta, esta vez con la ayuda de Danna ya que tenía demasiado equipaje y la maldita maleta no se cerraba. Por fín, con un último esfuerzo de mi peso sobre ella y la velocidad de Dan al cerrarla, pudimos tirarnos en la cama totalmente agotadas.

- Apenas en dos horas te irás.- Dijo Danna de una forma apenas audible.

- Espero que no para siempre.- Seguí mirando al techo.

La puerta sonó y Dan fue a abrirla, yo estaba demasiado cansada y aparte me daba algo de pereza. Me incorporé sentada en la cama y esperé a que en este caso Devon, pasase a dentro.

- ¿Qué te trae por aquí?- Pregunté con una sonrisa dulce.

- Leela Ro.- Devon me tendió un papel doblado que cogí. Antes de desdoblarlo, miré a Devon con preocupación pero el sólo podía apretar los labios y asentir mirando a Danna.

Confusa y algo preocupada, desdoble el folio y le di la vuelta por la cara escrita, parecía una carta aunque no pude identificar la letra que a decir verdad, era bastante bonita.

" Querida Ro.

Quizá ya sea demasiado tarde para que lo sepas, pero algún día lo tenía que admitir.
Ro, se que me odias y soy irritante muchas veces por mi comportamiento frente a ti, pero me es inevitable ya que tan sólo tu presencia hace que mi corazón empiece a latir tan deprisa...pensaras que el odio es mutuo entre nosotros pero no es así, de veras que lo he intentado pero no puedo, no puedo dejar de mirar fijamente tus hermosos ojos multicolores, no puedo dejar de mirar tus rosados y delicados labios, simplemente no puedo, porque simplemente estoy enamorado de ti. Desde el día en el que entraste al equipo despertaste algo en mi que nunca había sentido, no entendía lo que me pasaba cuando estabas junto a mí y por ello te hacia cabrearte para que te alejases y yo dejase de sentir aquello que no comprendia. Unos días me sonreias y yo no podía evitar sonreirte aún más, pero otros no querías ni verme y eso me hacía mucho daño y quería odiarte. En todas las competiciones no sabía por que mi corazón latía tan jocosamente rápido y me ponía aún más nervioso de lo que estaba cuando te veía ahí, al final de mi calle esperando que diesen la salida para animarme junto a los demás, no sabia lo que era hasta que lo comprendí todo.

Te quiero Roma, te quise desde el primer momento en que te vi y cada vez se ha hecho más intenso ese sentimiento. Pero te irás, en apenas unas horas te irás para siempre y todo el tiempo que he desperdiciado haciéndote rabiar no lo recuperare jamás y no me lo perdonare.

Bueno Romita, aunque creas que no, estoy muy orgulloso de ti y se que llegarás muy lejos. Nunca olvides que aquí está la gente que te quiere y que no te va a olvidar. Nunca te olvidaré.

Con cariño. Sean."

Doble la hoja lentamente y la mire durante un largo tiempo, nadie hablaba, la habitación parecía un cementerio. Le di mil vueltas y me costó asimilar todo lo que ponía en la carta. Nunca lo habría esperado. Sean me...¿me quería? y lo más importante, ¿qué sentía yo por él? Levanté la cabeza y mire a Devon intentando analizar su rostro neutro.

- ¿Lo sabías?- Mi voz sonó grave y sin quererlo se quebró al final.

- Siempre lo supe.- Fruncio los labios y miró de nuevo a Danna.

No quise preguntarle a Danna, sabía la respuesta y que no me lo hubiese contado dolía. Aún así lo respetaba, es algo privado y entiendo que no dijese nada al respecto. Me guarde la carta en el bolsillo de mi pantalón, me levanté de la cama y sin decir nada más salí de allí.

(...)

Respire hondo un par de veces, levanté mi mano en un puño y golpee la puerta tres veces pausadas. No tardó mucho en abrir y en el momento en que lo hizo me quedé sin aliento, no sabía que decir, mi mente estaba en blanco. Me había preparado un discurso pero ahora cada coma se había esfumado de mi mente como si nunca antes estuvo ahí.

- ¿Puedo pasar?- Tragué saliva costosamente y él asintió. Empecé a caminar con mis piernas temblorosas hasta adentrarme más en su habitación.

- Bueno...- Él tampoco sabía que decir, supongo que ya lo había dicho todo en aquella carta.

- Eres idiota.- Sone más cruel de lo que pretendía. Sus ojos se conectaron por primera vez. Apenas tenían su brillo de siempre, estaban apagados.

- ¿Por qué?- Fruncio el ceño y se pasó los dedos por el pelo.

- Por...- Su ceño se fruncio aún más. Me acerqué a él y le miré fijamente a los ojos.

Mi estómago estaba apunto de estallar de nervios, mi corazón estaba demasiado acelerado y mis manos temblaban más de lo normal. Sean era bastante más alto que yo, pero eso no me impedía ver cada detalle de su rostro, ni apartar la mirada de él, aunque sus ojos fuesen de un color muy común. Baje algo más la mirada y me topé con sus labios, pero inmediatamente la aparte apretando los puños. Sean se acercó más a mí hasta que nuestros cuerpos se rozaban levemente. Con su dedo meñique rozó mi mano y me estremeció. Podía notar su respiración en mi frente y percibir su aroma natural. Cerré los ojos y los volví a abrir lentamente para intentar aminorar el ritmo de mis pulsaciones pero fue en vano.

- Ro...- Puso su mano en mi rostro y acaricio mi mejilla con el pulgar haciendo pequeños círculos. Paso un mechón de pelo por mi oreja pero me aparte.

- Sean...- Tragué saliva al darme cuenta de que sus pupilas estaban algo más dilatadas de lo normal.

- Te quiero.- Sin más espera, juntó sus labios con los míos, abrí mis ojos como platos y no me moví. ¿Había dicho que me quería? Puse mis manos en su pecho y me separe.

- Lo siento Sean...- Miré al suelo y tragué saliva, no quería ver la reacción que tendría al escucharme decir esto, pero debía hacerlo por el bien de ambos.- Yo... No siento nada por ti.- Me atrevi a mirarle esta vez y me maldije por haberlo hecho, sus ojos habían empezado a acumular lágrimas.

Mi móvil empezó a sonar y ambos nos sobresaltamos. Sean se seco una lágrima perdida que había caído por su rostro y yo intenté coger el móvil sin que se callese ya que mis manos estaban temblando.

- ¿Quién es?- Pregunté mordiendome una uña.

- Ro soy Danna, ¿no has mirado en el móvil?- Aparte el dedo de mi boca y limpié la poca saliva que tenía.

- Ya eh...¿por qué llamabas?- Escuché una risita al otro lado. Miré a Sean de reojo, se estaba poniendo una chaqueta y guardando su móvil en su bolsillo trasero. Negué con la cabeza y preste atención a Danna.

- Es la hora Ro...- Su voz cambió drasticamente.- Ah y...tu maleta y todo eso están listos abajo.- Abrí la boca y mis ojos sorprendida.

- Voy en seguida.- Me giré a mirar a Sean, pero él ya se había ido.

C.A.R. SNOWYOnde histórias criam vida. Descubra agora