6: Tu pasado, y el mío...

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16 de Junio

Cuando recuperé el conocimiento ya era de día, y, por suerte, no me encontraba tirada en el suelo del aula de ciencias.

Las marcas de los colmillos estaban cubiertas por algunas vendas. Posiblemente me llevaron a la enfermería antes de ir a casa. De haber despertado allí podría haber hablado con "Esa persona" y aclarar mis dudas.

Los pájaros de mi ventana no dejaban de piar y revolotear, y eso me relajaba a pesar del continuo escándalo. Estuve bastante tiempo mirando el techo de mi cuarto, aun metida en la cama, sin pensar en nada, escuchando el canto de los pajarillos. Pronto se callaron. Un extraño gato blanco había atrapado a uno de ellos entre sus fauces; me recordó a ese gato callejero que encontramos cuando estábamos en el orfanato.

Quise acercarme a él para acariciarle. Fui hacia la ventana, pero el gato, aun con el pájaro en la boca, huyó.

Era un día soleado y agradable. Me dio algo de nostalgia. Podía recordar los días agradables que pasábamos juntos, cuando éramos niños y no teníamos de qué preocuparnos. Pero... todo eso quedó atrás, y no sé de qué manera todo cambió.

Pude restregarme los ojos antes de que unas cuantas lágrimas cayeran, algo que debo evitar, porque jamás has de mostrar debilidad ante ellos. Además de la advertencia de llanto, comenzó a darme algo de jaqueca, todo por culpa de estos vampiros y su inevitable necesidad de sustraer cada gota de sangre presente en mi cuerpo.

Me quedé un rato más en la ventana, bajo el agradable calor del sol, aunque tapando mis ojos, por el dolor que aun así me provocaba.

Yuma, estaba bajo la ventana en el patio trasero, cultivando los frutos de su cosecha. Me llamó varias veces, ni siquiera me interesaba saber qué quería, así que me destapé los ojos con vagueza y le observé con la mirada perdida por las rendijas que mis dedos formaban. Fue divertido ver como Yuma se estremecía bajo mi mirada, la cual casi era de amenaza.

- ¡Ba-baja aquí ahora mismo, Puerca! – grata expresión la suya, entre intimidación y furia.

No pude evitar sonreír de manera divertida, cosa que Yuma notó y le enfureció.

Me adentré en la habitación, saqué una sudadera de cremallera y un par de zapatillas del armario, para después salir del cuarto con una leve sonrisa. Al llegar al patio, Yuma me tiró una cesta, me atrajo hacia él y me obligó a recoger algunas verduras y frutas, como los tomates cherry; esos pequeños tomates, son los mejores que jamás he llegado a comer.

No hablamos. Nunca hablamos cuando estamos solos... o cuando hay gente. Podía decirse que ambos somos personas bastante reservadas. Aunque tampoco necesitamos las palabras para comunicarnos. Los ligeros movimientos de cabeza, las imperceptibles miradas... solo necesitamos eso. De algún modo, siento que tenemos una ligera conexión.

- Sois huérfanos... - puse un tono de pregunta, aunque en verdad era una afirmación.

Yuma se detuvo, y me miró de reojo. También me detuve, pero no le miré.

- Puedo notarlo... los chicos de orfanato sabemos reconocernos entre nosotros. Y sé... que no lo habéis pasado bien – frotaba uno de los tomates con mis dedos algo nerviosa – No todos podemos... ser felices viviendo en un sitio así – no pude mostrar en mi rostro una sonrisa tan amarga como la de esa vez.

- No sabes nada sobre nosotros – comenzaba a enfurecerse.

En ese momento le miré, y pude observar en su rostro algo de ira con una pizca de tristeza.

- Tienes razón... lo siento – deje de mirarle, pues sentía que podría acabar de muy mala manera – No pretendía entrometerme en vuestro pasado.

He de confesar mi deseo por saber más. Todo mi conocimiento de ellos es por "Esa persona", aunque la experiencia vivida se pierde en su narración. Esa experiencia es lo único que me intriga.

Hay una parte de la vida de Yuma que ni él mismo conoce. Una época en la que él y Shu, eran amigos. Yuma, ni siquiera se acuerda. En aquel entonces, el pueblo de Yuma se incendió. Tuvo la oportunidad de salvar su vida, pero prefirió arriesgarla para salvar a sus padres. Desde entonces, Yuma no recuerda nada de lo sucedido.

Tal vez se le calló alguna viga encima, aunque es más probable que él mismo decidiera olvidar un momento tan traumático.

***

Acabamos de recoger todas las verduras que parecían ser comestibles, y en ese momento se formuló una duda en mi mente:

- ¿Por qué cosechas tantas verduras y frutas, si vosotros no necesitáis comerlas? – sí, en ocasiones puedo ser un poco lenta.

- Porque me gusta hacerlo. Y además, como antes éramos humanos, nos gusta comer alguna que otra cosa de vez en cuando.

Justo ese instante, en ese momento, hubiera deseado tener una cámara. Deseaba inmortalizar ese momento, además de grabarlo en mi memoria por eternamente.

La media sonrisa de Yuma, me dejó atontada. Pude notar en él un pequeño cambio al recordar los momentos de su vida humana.

- ¿Te gustaba tu vida como humano?

Yuma se volteó y cruzó su mirada confusa, con la mía curiosa.

- Lo cierto es que no recuerdo mucho de mi infancia... todo es confuso.

- ¿Y ahora? ¿Te gusta tu vida?

De nuevo me miró confundido, aunque no entiendo por qué. Dudaba, así que no recibí respuesta.

- ¿Qué hay de ti? ¿Por qué odias los orfanatos?

- ¿Yo? – la pregunta me sorprendió. Nunca llegué a pensar que él, se interesaría por mi pasado – Yo...

No quería contestar a esa pregunta. Por supuesto, me alegraba saber que se interesaba por mí, de algún modo, pero no podía responder a esa pregunta.

- Yo..., yo no... - no podía, definitivamente, no podía – Yo... - No podía, no quería.

Recordar todos los malos tratos del resto de niños, de las "hermanas" (las monjas), los intentos de abuso de algunos "padres" (curas), las huidas de todos los orfanatos en los que estuve, los días que pasé en las calles, vagando por las carreteras.

Recordar el día en que me dejaste sola y desapareciste. No podía hacerlo.

***

(Te echo de menos...)

***

����(=


Bite My Freedom (Fanfic Diabolik Lovers)Where stories live. Discover now