seis

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Alba

Me desperté con un dolor de cabeza de cojones y unas ganas de vomitar increíbles. Me levanté lo más rápido que pude de la cama de Lucía y salí corriendo hacia el baño. Cuando regresé a la habitación, Elsa se nos había unido.

-Buenos días -saludaron divertidas al verme llegar.

-Vuestras caras dicen que ayer hice algo -observé.

Entonces recordé unos labios rosados recorriendo mi cuello, el destello de una piel sumamente pálida y unos mechones de pelo negro. Derek. Y de repente recordé también los restos de mi pota en sus zapatos. Qué romántico todo.

-Veo que ya te acuerdas -dijo Lucía antes de empezarse a reír.

-Dios mío, qué mal. Habría follado de no ser por esa mierda de ron -gemí.

Las tres se rieron aún más fuerte, provocando quejas de las demás. Como ya no nos podríamos volver a dormir, bajamos a desayunar. O bueno, más bien a comer-merendar. 

-Tengo una pregunta -dije mientras bajábamos las escaleras-. ¿Aaron tenía la cara pintada de verde ayer?

-No era pintada -me respondió Bea reprimiendo una sonrisa.

-¿Entonces? -me extrañé.

-Le debió de sentar algo mal -se encogió de hombros Elsa.

Miré a Lucía buscando explicaciones pero ella parecía muy concentrada en sus uñas.

-Aquí hay algo que no me estáis contando -me quejé.

Las tres me sonrieron inocentemente y atravesamos el cuarto de estar. Allí nos cruzamos con Sara durmiendo en uno de los sofás. Fruncí el ceño.

-¿Y esta qué hace durmiendo en el sofá? -pregunté extrañada.

-Juraría que la he visto dormir en su cama -dijo Elsa extrañada.

-¿Qué hora es? -murmuró Sara adormilada de repente.

-Las cuatro y media -susurró Elsa, aún rayada-. Voy a mirar a ver quién está durmiendo ahí, que me he rayado.

-Vamos contigo -dijo Bea.

-Yo me quedo aquí -nos informó Sara.

Las cuatro subimos a la habitación que compartían Sara y Elsa, e intantamos no hacer mucho ruido para no despertar la ira de nuestras amigas. La puerta de la habitación estaba entornada, y se oían unas respiraciones acompasadas desde dentro. Elsa empujó la puerta suavemente y entramos de puntillas.

-¿Hola? -susurró.

No recibimos respuesta. Tanteé la pared en busca del interruptor y encendí la luz. En la cama había alguien bastante largo, con la sábana hasta la cintura, la espalda descubierta y el pelo castaño-rubio ligeramente largo.

-¿¡Él!? -exclamó Lucía.

Bea, Elsa y yo nos miramos con la boca abierta. 

-¿Cómo había acabado este aquí? -pregunté estupefacta.

-¿Acaso Sara y él...? -empezó a decir Bea.

-Pero no tenía mucho sentido, porque no habrían acabado en pisos diferentes -observó Lucía.

-¿Pero se puede saber por qué no paráis de gritar? -se quejó Ari entrando de golpe a la habitación.

Le señalamos la cama y ella abrió los ojos como platos.

spanish; o.m. (cancelada)Where stories live. Discover now