veintinueve

124 35 1
                                    

Lucía


-Sí, claro, no pasa nada mamá -me callé para escuchar lo que me decía-. Mamá, de verdad, os merecéis ese viaje. Seguro que después tenemos tiempo de sobra para vernos. Yo también os quiero, adiós.

Elsa me miraba interrogante cuando me dejé caer en la cama suspirando.

-Mis padres han ganado un viaje al Caribe para los dos en las vacaciones de Navidad, y no voy a poder verlos. Mi hermano se queda con mis tíos, y yo supongo que me quedaré aquí porque mi abuela está enferma y tienen que ocuparse de ella.

-Vaya, lo siento -me dijo apenada-. Si quieres hablo con mis padres y les pregunto a ver si puedes venir.

-No, de verdad, no hace falta. Así aprovecho para conocer más la zona y trabajar para ganar algo más de dinero.

-¿Estás segura?

-¿Segura de qué? -preguntó Bea entrando junto a Alba.

-Que se queda aquí en Navidad -resumió Elsa.

-¿Y eso por qué? -se extrañó Albs.

Les volví a contar todo y ellas también se ofrecieron a acogerme, pero volví a declinar su oferta. No quería ser una molestia, además pasar tiempo sola no me vendría mal. Además, tampoco sería tanto tiempo, porque en Estados Unidos no se celebraban Reyes y volvíamos a entrar a clases el cuatro de enero, dos semanas escasas de vacaciones.

Cuando las chicas se fueron, cancelé los vuelos que había cogido y empecé a deshacer la maleta que ya había preparado. Me entristecía no poder pasar las vacaciones con mi familia, pero mis padres se merecían ese descanso.

-Vuelve a meter las cosas en la maleta -me sobresalté al escuchar la voz de Nate-. Ni pienses que te vas a pasar las vacaciones aquí sola -añadió al ver que yo abría la boca para responder.

-¿Ah, no?

¿Cómo sabía él que me quedaría aquí?

-Por supuesto que no, te vienes conmigo a Omaha. Ya he hablado con mis padres y están encantados.

-¡Nate! -protesté.

-Ya no hay vuelta atrás. Nos vamos en dos horas -me sonrió ampliamente y salió de mi habitación.

Bufé y volví a meter la ropa que había sacado, aunque la mayor parte de mí se alegraba. Cuando Elsa se asomó por la puerta y una sonrisa satisfecha apareció en su rostro, lo entendí todo.

-Así que se lo has dicho tú -alcé las cejas en su dirección.

-No podías pasar las vacaciones sola, y sabía que Nate no te lo iba a permitir -explicó Elsa-. ¿Qué hay entre vosotros, por cierto? -preguntó moviendo las cejas.

Me eché a reír ante la insinuación.

-Una amistad muy fuerte de la que Nate se aprovecha -respondí.

-Raro -Elsa frunció el ceño-. Parece algo más.

-Pues no lo es. De hecho, estos últimos días Nate no hace más que hablar de la chica perfecta que conoció en un club. Me tiene frita, por mucho que lo niegue parece un imbécil enamorado.

Elsa rió mientras negaba con la cabeza. Dos horas después, estaba sentada entre los Jacks en el coche de Nate, camino a Omaha. Nerviosa por el hecho de que iba a conocer a toda su familia y amigos de sopetón, aunque Johnson y Gilinsky me aseguraron que iba a pasar las mejores navidades de mi vida.

*     *     *     *     *

Y tenían razón, vaya que sí.

-¡Por dios, Stewart! ¡Educación! -le regañaba Kami a su hijo pequeño, que había decidido que era buena idea intentar hacer todo el abecedario seguido con eructos.

spanish; o.m. (cancelada)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant