Capítulo 6

81 15 5
                                    

Los siguientes días fueron relativamente normales. En el trabajo me dieron el tema para escribir mi primer artículo. Debo escribir sobre la diferencia entre Inglaterra, Gran Bretaña y Reino Unido; ¡pan comido! Durante esta semana compré cosas para mi escritorio. Encontré unos cuadernos súper monos con el London Eye, el Big Ben y la London Tower de portada. Yo utilizo estos para anotar datos e informaciones. Ayer llevé mi kit de emergencias, mis tés y mi taza de porcelana (soy el único que usa taza y no tazón). Creo que sólo me faltan unos lápices.

Son las ocho y un cuarto de la mañana y ya estoy en el bus casi llegando al trabajo. Podría ir a comprar esos benditos lápices, tengo como media hora de sobra. Caminé unas cuadras alrededor de la oficina y me encontré con una tierna papelería. Entré y las típicas campanillas sonaron.

-Buenos días... -dije mientras buscaba a algún vendedor con la vista. Nadie respondió ni se apareció.

Además de objetos de escritorio, vendían estuches, bolsas, mochilas y hasta muñecos. De pronto, un señor salió de detrás de una cortina al fondo de la tienda.

-¿En qué lo puedo ayudar? -me preguntó el hombre.

-Estoy buscando un set de lápices pasta y otro de lápices. Los más simples, por favor -pedí.

El señor asintió con la cabeza y sacó de una estantería dos cajitas.

-¿Solo eso? -me preguntó mostrándome las cajas de lápices pasta y grafitos. Yo respondí que sí -. Serían doce dólares entonces.

¿¡Doce dólares!? ¿Por dos cajas de lápices?

Malhumorado, saqué los billetes y se lo entregue al hombre. Más encima, casi se me cae mi bolsa de té que guardo en la billetera. El tipo, que era un viejo pelado, me entregó las cajas y la boleta y yo salí del negocio. Ni una bolsa me dio.

Por lo menos deben tener calidad los lápices del viejo aprovechado. Miré la hora en mi reloj: las ocho y cuarenta. Ya puedo ir a la oficina.

Mientras iba subiendo en el ascensor, se me ocurrió una idea brillante. Tengo que hacerme amigo de la secretaria. ¿Cómo se llamaba? ¿Sharona? No, era Sharon. Para triunfar en una oficina, obviamente debes ser amigo de la secretaria. ¡Es una regla de oro!

Las puertas del ascensor se abrieron y ahí estaba Sharon, sentada en su mesón leyendo una revista. ¡Qué trabajo más duro el de esa mujer!

-Buenos días, Sharon -dije intensificando mi acento. A las mujeres estadounidenses les encanta.

-Buenos días, Gregor. ¿Cómo está hoy día?

-Excelente hasta ahora -le respondí sonriendo -. ¿Usted desde cuando trabaja acá?

-Desde hace tres años -me dijo -. Entré a los 22 años. Yo soy de México -comentó -pero vivo acá desde los trece años.

¡Ah! Al final no era estadounidense. Es extranjera, como yo.

-México...-comencé -¿y no extrañas a tu país?

-Pero claro, tengo a mi familia allá, mis padres, pero acá hay más posibilidades de trabajo. Además ya me acostumbre a estar aquí.

Me fijé que en la mesa, Sharon tenía una barrita de chocolate Twix.

-Son mis favoritas -me dijo mostrándome la golosina -. Ya, Gregor, son las nueve, vaya a trabajar.
Me despedí y fui hacia el pasillo de la oficina. Salude a todos mis colegas y luego me fui a sentar a mi escritorio.

-Salut, journaliste Anglais -dijo Maxime en lo que presumo que fue un saludo. Él debería dejar de hablar así. Es demasiado pedante.

Doris no se encontraba en su escritorio, seguro estaba en el baño; sus cosas estaban en el escritorio. Yo saqué mis nuevos lápices de las cajitas y los puse en un lapicero azul que tenía. Justo al terminar esto, Doris volvió del baño.

-Buenos días, Greg -me saludó -.¿Esos son tus lápices? -dijo apuntando con un dedo hacia mi lapicero y riendo. Maxime también les dio un vistazo y soltó una pequeña carcajada.

-¿Pasa algo con ellos? -pregunté extrañado.

Maxime y Doris se miraron mutuamente con ojos de complicidad.
-No, nada... -dijo Doris en un tono culpable.

-Ustedes dos son unas cajas de sorpresas -los incriminé -, pero de sorpresas no tan buenas parece.

Los dos rieron de nuevo. No sé qué le pasa a esta gente. ¡Yo me debería estar riendo de los ridículos lápices pomposos de Doris! Para variar, los lápices de Maxime tienen un logo Armani. Una sola palabra: pedante.

Dejando de lado las distracciones, me puse a esbozar un borrador del artículo. En mi cuaderno del Big Ben, anoté las ideas principales. Antiguamente existían cuatro reinos: Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda. Cuando se unificaron, crearon una gran nación llamada Reino Unido. Gran Bretaña se le llama a la isla donde se encuentran Inglaterra, Gales y Escocia. Algo que me molesta es que a veces la gente los usa como sinónimos.

Para darle un toque especial al artículo, le pondré algunos comentarios sarcásticos. En mi trabajo anterior en Londres, todos amaban mis escritos porque eran amenos de leer. Es como mi sello.

El editor James me dio una semana de tiempo para hacer el artículo. Puedo escribirlo en dos horas. Me tomaría un día en dejarlo impecable. ¿Qué acaso aquí se demoran tanto en escribir que me dan una semana? ¿O es que me dan mas tiempo por ser nuevo? Soy un escritor de primera calidad, es mi pasión y mi vida. Creo que es improbable que enviaran a un mal escritor de un continente a otro.

¡Uf! Ya estoy sonando pedante como Maxime...¡me contagian!

Ceylon TeaWhere stories live. Discover now