Capítulo 20

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Decidí hacer un cambio de planes a última hora. Candice pensaba en llevarme a Jeff's Burger otra vez. Ni en sus sueños. Le ofrecí que fuéramos a mi casa, ya que me rehúso a tomar agua de calcetín hervido de nuevo (también conocida como té Lipton amarillo).

Para mi sorpresa, Candice era dueña de un auto, así que nos iríamos a mi casa en él. No soy un experto en autos ni nada por el estilo, pero reconocí al instante de que se trataba de un Fiat 500. Rosado, más encima.

Qué envidia me da el hecho de no tener un auto. ¡Cómo extraño mi autito en Londres!

En fin, para que no me tilden de cascarrabias pesimista que ve el vaso medio vacío... veámosle el lado positivo: hoy no tendré que tomar el transporte público de vuelta a casa.

El pequeño automóvil rosa de Candice hacía juego con su personalidad. Lo mismo sucede con el auto de Maxime. Comprenderán que el pedante francés no es el tipo de persona que toma el transporte público para ir a trabajar, para ir al centro de la ciudad o para movilizarse en cualquier situación. Si necesita desplazarse, él o maneja su automóvil o camina; no hay intermedio.

Mr. Pedante es de esas personas que aborrecen los autobuses y el metro. Él padece de un trastorno llamado vulgogermenfobia (sí, otro de los términos médicos vanguardistas de la universidad Fingal). La vulgogermenfobia consiste en el rechazo irracional hacia los lugares públicos altamente transitados, causado por la paranoia de encontrar gérmenes en todas partes y por las invasiones al espacio personal. Aunque en el caso de Maxime, yo creo que él piensa que las personas propiamente tales son gérmenes, adicionado a que su espacio personal es de diez metros cuadrados.

Ya aclarado esto, ahora podemos visualizar el tipo de auto de Maxime: un Renault negro y elegante. Ostentoso y pomposo, con el típico árbol aromatizante colgado del espejo retrovisor, negro también.

Ya en el auto, Candice me hablaba de cómo había tenido una "epifanía" cuando era pequeña sobre querer ser escritora, y que se convirtió en su sueño desde entonces. Sin embargo, termino eligiendo la carrera de Administración de Medios de Comunicación. Interesante de todas formas. Si existiera la licenciatura en "Blogging", estoy seguro de que Candice la hubiera elegido.

La Candice que yo conocía era una persona aparentemente inofensiva y dulce. Toda mi percepción sobre ella cambió radicalmente cuando íbamos en la mitad del trayecto hacia mi departamento. Estábamos en medio de un embotellamiento bastante horrible, y la luz verde del semáforo era desgraciadamente corta. Había gente que tocaba la bocina de vez en cuando por aquí y por allá.

La mutación de Candice comenzó con algunos leves comentarios de lo lento que estaba el tráfico. Normal, pensé yo. No sé si fueron los bocinazos de los demás que la alentaron, pero ella también decidió tocar su bocina un par de veces. Podía notar una nube negra formándose sobre su cabeza. A medida que avanzábamos con la velocidad de un caracol, aquella nube se oscurecía cada vez más.

-¡Muévanse, caracoles! -gritó Candice enfurecida mientras golpeaba con saña la bocina. Ese fue el primer trueno de su nube. Allí fue cuando me empecé a aterrorizar.

Desde ese instante, Candice se transformó en un dragón escupe-llamas infernal, determinado a abrasar a cualquier automóvil que se interpusiera entre ella y su llegada a mi departamento.

Ella gritaba cosas como "¡Pero avanza más rápido, subnormal!" o "Todo el mundo maneja pésimo. Deficientes". Yo no sé qué intenta lograr con aquellas afirmaciones ígneas, puesto que obviamente los demás no la escuchan. Es la misma lógica que cuando la gente le grita cosas a la pantalla del televisor mientras ven deportes. Pobrecitos.

Ceylon TeaWhere stories live. Discover now