Capítulo 12

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Investigación sobre los idiomas más hablados en el mundo. Me gusta.

Ese es el tema que James me pidió hacer esta vez. Podré lanzarle flores a mi preciado idioma inglés. Espero que el francés no figure en la lista, para que le dé un infarto al monsieur Pedante cuando lea mi artículo.

Ahora traje mi laptop al trabajo, ya que el computador de la oficina me superó. Le toma diez mil años encenderse, y otros cincuenta mil en abrir Word. La tecnología antigua tiene algo contra mí, se rebela. ¿No debería ser más simple usarla? Cada vez que intento hacer algo en ese cacharro prehistórico, hay un "error inesperado de Windows" y luego llega el famoso "solucionado de problemas de Windows" que, por cierto, nunca me ha solucionado un maldito problema.

Lo mismo me sucede con los relojes análogos. No puedo programarlos, su basilaridad me derrota.

Parece que Doris está enferma en su casa, porque no ha llegado y no avisó que llegaría tarde. Pero, infaliblemente, Maxime sí está en la oficina.

-Maxime, ¿sabes que sucedió con Doris?

-Tiene flu -me respondió mirando fijamente su pantalla. Se ve muy concentrado.

-Flu... -seguí. En realidad, sí sé que flu es gripe; quiero molestarlo un rato.

-Tiene gripe -volvió a decirme, algo molesto.

-Ah -suspiré. Esperé unos segundos para seguir hablándole -. Maxime...

-¿Qué? -me dijo de malas, arqueando una ceja.

-¿Sobre qué escribes?

-Sobre el Brexit.

-Ah -volví a decir. Yo sé, personalmente, que es muy irritante que te hagan preguntas tontas cuando estás ocupados -. Maxime...

-¿Podrías dejar de llamarme por mi nombre? -se molestó -. No hay nadie más en la habitación.

-¿Y cómo quieres que te diga?¿Carmelo?, ¿Hortensio?, ¿o Mefistófeles mejor? -dije con mi sarcasmo nivel dios.

-Connard -refunfuñó ignorándome. Seguro me insultó en francés, pero no importa, me haré el tonto.

-Bueno, te voy a llamar Connard Cheauveau desde ahora -dije descaradamente. Sólo espero que connard no sea una palabra tan fea.

Maxime resopló y me hizo un gesto con la mano en plan de "cállate".

Ya logré irritar a Maxime hoy. Ahora puedo trabajar tranquilo. Vamos a buscar estadísticas en Internet sobre los idiomas. Cuando tenga el artículo escrito, voy a tener que ir a hablar con los chicos del departamento gráfico (¡los ladrones de lápices!). James dijo que quería que mi artículo fuera bien producido: con gráficos, esquemas y dibujos.

Lo bueno de que hoy sea viernes es que nos dejan salir más temprano. James nos avisó que el lunes tendríamos una reunión general. Va a ser la primera reunión a la que asistiré. Dijo que habría galletas y emparedados, eso me entusiasma.

En fin, trabajé hasta las cuatro y luego me quedé conversando unos minutos con Sharon, la secretaria. Le pregunté si conocía a Candice Jensen, y me dijo que sí. Sharon me comentó que Candice trabaja en la imprenta hace más de cinco años y que es muy cariñosa, pero que la gente no la toma mucho en cuenta a veces.

Me despedí de mis compañeros de oficina y me fui a mi casa. De seguro Rory va a salir hoy por la noche. El metro estaba lleno, como de costumbre, pero no me importa porque no estoy apurado. La gente inepta bloquea los torniquetes cuando pasan muy rápido. En estos casos hay que aplicar el Hakuna Matata.

Después de salir del apestoso metro, por fin llegué a mi casita. Tuve que hacer las típicas maniobras con mis llaves. Me sorprendí al ver un papelito pegado al ascensor. Decía lo siguiente:

"Este sábado se arreglará el elevador desde 7:00 a 10:00 a.m.
-La administración"

No pude evitar sonreír al leer ese mensaje. Por fin van a arreglar el ascensor. Son muy buenas noticias.

Subí las escaleras emocionado y entré a mi apartamento. La chaqueta de Ju-Long estaba colgado en el perchero, lo cual significa que ya está en casa. Yo también dejé mi abrigo colgado.

¡Al pasar al living room me encontré con una criatura invasora en mi hogar! Ju-Long, que estaba sentado en el sofá, tenía un gato gordo, peludo y naranja en sus muslos. Había también una caja con arena tirada el suelo.

-¡¿Qué es eso?! -pregunté sorprendido y sin entender nada.

-Me siguió cuando venía de vuelta al departamento. El pobrecito tenía hambre, no podía dejarlo botado -respondió el chino, acariciando al gato.

Mi cara se transformó a una cara de odio instantánea. No pienso tener un gato aquí. De ninguna manera.

-Ju...es un gato, no un perro. Los gatos se consiguen alimento más fácilmente -dije con mi tono condescendiente. El felino me miró con sus ojos saltones -. Además, ¿qué le diste de comer?

-Abrí un tarro de atún enlatado -respondió sonriendo, haciendo que sus ojos se vieran más rasgados aún.

¡Ah, no! Ese animal tiene facha de aprovechado. No me parece que Ju le dé comida y lo traiga a nuestra vivienda. ¡Gato embaucador ese! Es igual a Garfielfd.

-Supongo que mañana no va a estar...

-Pero... ¿no crees que es lindo? -El gato ronroneó -. Deberíamos quedárnoslo.

No, no, no y no. Esa bola de pelos de nariz chata no se queda acá. El señor ronroneos ya me cayó mal.

-No sé yo -dije molesto, y me fui a mi habitación. El gato maulló.

Tener un gato significa tener problemas extras. No sé qué estaba pensando Ju-Long al traer esa bestia.

Al rato sentí a Rory llegar. Un grito de emoción resonó por todo el apartamento. El americano encontró tierno al felino. ¡Lo único que faltaba! Estoy seguro que va a querer quedárselo.

Ahora quiero un té. Me estresé. Salí de mi habitación e ignoré a mis dos compañeros de piso. Y al gato.

Cuando encendí el hervidor, la bola de pelos apareció por la cocina y se puso al lado de mi pierna, ronroneando. Gato chupa medias.

-¡Saquen al gato de la cocina! -grité.

Rory tomó al gato y se lo llevó de vuelta al sofá. Unos pelos naranjas cayeron al piso de mi cocina. Quizás de dónde viene ese gato. ¡Tendré que desinfectar todo!

Con mi té listo, volví a mi habitación y medité un momento sobre el gato. ¿Qué voy a hacer con ese animal? Creo que tampoco soy capaz de echarlo fuera. Rory y Ju se ven encariñados al gato ese. ¡Uf! Ya sé que voy a hacer. Dejaré una ventana abierta mañana, para que el gato se vaya por su propia cuenta.

Me levanté de mi cama y me dirigí de vuelta al living.

-Ju...con respecto al gato ese, podemos tenerlo hasta mañana. Luego de eso, dejemos una ventana abierta, para que se vaya tranquilo -propuse.

El gato estaba echado en mi sofá, moviendo la cola lentamente, mirándome de forma desafiante. Gato acomodado.

Ceylon TeaWhere stories live. Discover now