13.

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Querido diario:

Hoy han colocado la foto de Julieta en la pizarra de información. Quienes eran sus amigos, les han dejado flores y han encendido velas, supongo que es porque esta vez sí hubo un cadáver y no un desaparecido, aunque no entiendo porque la foto está en la pizarra y no en su casillero o en la entrada de la escuela.

Como sea, no quiero mentirte amigo, pero ayer fue una noche difícil y no tengo los ánimos necesarios para escribirte como es debido.

Por cierto, Dylan y Julieta hubiesen sido linda pareja, ¿Por qué? Bueno, si ellos hubieran estado juntos, él no se habría metido con mi ángel y ella estaría tan preocupada por ser la novia perfecta para él, que ambos estarían ocupados mirándose los traseros y yo hubiera continuado con mi plan sin obstáculos.

En fin, Samanta ha estado llorando toda la hora. Sé que necesita llorar la muerte de su mejor amiga, pero no para ni un puto minuto, ¿Cómo diablos voy a hablarle si cada media hora es un lago de lágrimas? Necesito que pare de una maldita vez. Bueno, aunque de todas formas me cuesta trabajo hablarle, no quiero quedar como un idiota.

De todos modos, al parecer la profesora Phillips no toleró un segundo más a Samanta, así que, con toda una fachada de una buena persona y voz amable, le recomendó que debería ir a la enfermería hasta que se sienta mejor o, que debería llamar a sus padres.

––––

Las gotas de lluvia chocaban violentamente sobre el cristal roto en el suelo y a pesar de que me parecía un espectáculo sumamente hermoso, debía concentrarme en mi objetivo y a pesar de que las cosas marchaban con dificultad, ya que la ventana de ella tenía esos estúpidos marcos con puertas de madera y el clima no era de ayuda, nada del mundo iba a impedir que cumplirá con mi cometido.

A pesar de la copiosa lluvia, me parecía una noche perfecta.

Con cautela comencé a avanzar por la cocina de la casa, luego tuve que cruzar el salón y al final logré llegar hasta las escaleras sin despertar al gato. Lentamente subí las escaleras intentando lograr que las maderas no crujieran bajo mis pies, pero al parecer la casa, además de apestar a tabaco y alcohol, era antigua y todo rechinaba. Una vez que llegué al segundo piso, reconocí rápidamente la habitación de Julieta; su puerta era de color violeta.

La alegría comenzó a invadir cada parte de mi cuerpo al estar más y más cerca de la puerta. Era hora de arreglar las cosas con ella y hacerle entender que intentar interferir con mis planes, es un error demasiado caro; uno que no podría enmendar.

Una vez dentro de la habitación, me senté sobre el estómago de ella y en cuanto ella abrió los ojos, lo único que logro ver fue la hoja afilada de mi cuchillo de caza. Como era de suponer intentó gritar, pero de un rápido movimiento mi mano tapó su boca y no tardó más de dos segundos para que ella comenzara a llorar.

–Si gritas, te mueres –amenacé.

Sin quitarle el cuchillo de la garganta, me levanté y tirando de su brazo bruscamente logré que ella saliera de la cama. A bases de amenazas caminamos hacia la ventana para luego ordenarle que la abra. La lluvia no tardó en mojar su rostro y mi mano no tardó en empujarla. Afortunadamente unos relámpagos ocultaron sus gritos y el sonido de su cuerpo chocando contra el césped. La observé desde la ventana para asegurarme que estaba desmayada, al notar que no se movía, bajé por las escaleras y caminé hasta ella.

Honestamente estaba bastante apresurado y quería terminar con esto de una maldita vez. Observé mi alrededor en busca de una piedra lo bastante puntiaguda para terminar el trabajo. Al encontrarla me acerqué a ella, pero para mi sorpresa un gran charco de sangre mezclada con agua y barro, comenzó a brotar desde debajo de la cabeza de ella.

Alparecer también se mordió la lengua.

Creo que me he enamorado. [Completa]Where stories live. Discover now