Ronda Cero

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—¡Y bienvenidos sean, damas y caballeros, al combate final de esta noche!

Chanyeol tomó aire, sonriendo bajo la máscara de metal que le cubría el rostro, y lanzó algo parecido a un grito de guerra – un aullido que llegó al exterior deformado por su distorsionador de voz, pero que la pequeña multitud que se había congregado a su alrededor coreó igualmente. Su rival, al otro lado del campo vallado, se tensó visiblemente bajo el disfraz que ocultaba su identidad al público: era más ancho y más fuerte que él, y hasta hacía pocos meses había sido uno de los combatientes favoritos de los suburbios, pero para aquella pelea no contaba con el favor de las masas y lo sabía.

Chanyeol casi habría sentido pena por él. Casi. Si no fuera porque las masas en cuestión habían dejado de llamarlo a él (Mizar. ¿Quién demonios podía entrar a combatir con semejante alias?) para pasar a corear su nombre. Como tenía que ser, lo que tenían que gritar. Phoenix.

—Ten cuidado —dijo una voz tras él, tan distorsionada como las de todos los combatientes, pero perfectamente familiar para Chanyeol después de todo—. ¿Has visto alguna vez el estilo de pelea de ese hombre? Su robot es una máquina de destruir; si consigue atrapar al tuyo...

—La táctica es sencilla, Kai —murmuró el chico, dándole la espalda a su amigo para girarse hacia el hombre que estaba haciendo las veces de juez y se estaba dedicando a recitar una retahíla de normas de combate que Chanyeol iba a incumplir de todas formas—. Se trata de, ya sabes, frenar primero. Y acelerar después. Y luego reventarlo. No hay manera de que pueda conmigo si utilizo la Sagittarius.

—Puede que no. Pero puede, también, que te acaben dando una paliza si descubren hasta qué punto te estás saltando las reglas.

—Si me descubren.

—Si te descubren.

Jongin – su compañero de universidad, alias Kai en los combates de robots – parecía dispuesto a añadir algo más, pero se retiró a su lugar tras él en cuanto el juez volvió a alzar la voz. Los dos formaban un buen equipo en los combates clandestinos, tenía que admitirlo, y había luchado bien hasta que lo habían derrotado hacía un par de peleas, pero Chanyeol era el mejor de los dos. Si por Jongin fuera, sus combates se habrían quedado en un par de escapadas rebeldes algún que otro fin de semana – un método como otro cualquiera de huir de la presión universitaria, y de sentirse contrario al sistema haciendo algo ilegal – pero Chanyeol siempre había necesitado más. Era el modo en el que los gritos del público cubrían todo lo demás, el fuego que le ardía en las venas cuando manejaba su pequeño robot oro y fuego para entrar en combate.

Él estaba hecho para superar a los demás, para ser el mejor de todos, para entrar a la Liga.

—¿Estáis todos preparados? —gritó entonces el juez, enmascarado como los propios combatientes, con el mismo distorsionador que convertía su voz en un sonido metálico e irreconocible, y el coro de aullidos del público devolvió a Chanyeol a la realidad, a su esquina en aquel campo de combate de robots improvisado, sobre el suelo de madera y planchas de metal de un bar de los suburbios—. A la izquierda, tenemos a Mizar y a su bot, el Demoledor. ¡Y a la derecha está Phoenix!

Las voces se alzaron en un clamor ensordecedor y Chanyeol sonrió, viendo a Mizar, frente a él, aferrar los mandos del control remoto de su robot con unas manos enguantadas y grandes como palas. El chico hizo lo propio, comportándose como el mentiroso que era y colocando los dedos sobre las palancas del mando que sostenía entre las manos.

Como si aquella cosa fuera lo que en realidad estaba controlando su robot. Como si no estuviera haciendo trampas.

—¡A vuestros puestos, combatientes! —exclamó el juez—. ¡Comienza la cuenta atrás!

Sagittarius; [EXO, ChanBaek]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon