Primera Ronda

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Una parte de Chanyeol (muy posiblemente la misma chispa problemática que lo había hecho entrar en competiciones de peleas de robots ilegales) habría considerado que había algo casi romántico en ser detenido y arrojado de cabeza al calabozo del distrito. La policía no tenía nada contra él y por definición aquello parecía una aventura memorable: algo emocionante que contar a sus amigos en cuanto pudiera, por fin, salir de allí.

Cuando había llegado al calabozo, por tanto, y al descubrir que no había pruebas ni para multarlo, ni para condenarlo, ni para expulsarlo de la universidad, había estado casi embelesado.

—Nunca he estado encerrado en una celda —le había dicho al policía que había cerrado la puerta tras él, y que lo había estado mirando como si se hubiera golpeado en la cabeza con alguna clase de objeto contundente—. Es... curioso, ¿sabe usted?

Su captor había vuelto a su escritorio rezongando y sin responderle, y Chanyeol se había visto solo en una celda diseñada para ser ocupada por una decena de personas, pero que ahora estaba vacía; un espacio diminuto, iluminado con la artificial luz blanquecina de una lámpara fluorescente y con un banco de metal, verde y duro, pegado a una de las paredes, como único mobiliario.

Siendo sincero, Chanyeol había esperado salir de ahí en poco más de media hora, y había ido a sentarse a una esquina casi como si estuviera en el set de una película, observando el espacio a su alrededor con una curiosidad que había ido apagándose poco a poco hasta convertirse en aburrimiento primero y en algo similar a preocupación después.

Cuando las puertas, finalmente, se abrieron, ya había amanecido al otro lado, y Chanyeol llevaba tantas horas tratando de dormir sentado en aquel banco del averno que debía de tener todas y cada una de las costuras de sus vaqueros grabadas de forma indeleble en el trasero. Su cuerpo se negó a moverse, agarrotado por lo incómodo de su asiento y su postura y exhausto por la falta de sueño, pero sus ojos se abrieron de golpe cuando el recién llegado habló, con un tono tan hastiado que el chico sintió que las comisuras de los labios se le curvaban inevitablemente hacia arriba.

—¿Qué es lo que has hecho esta vez, Park? ¿Cómo, en el nombre de todo, te las has apañado para acabar en una celda a las cuatro de la mañana?

—Eran las tres y media —se defendió Chanyeol, levantándose del banco con un gesto que estaba en algún punto intermedio entre una sonrisa triunfante y una mueca de dolor—. ¿Dónde estabas tú? —añadió con un mohín—. Te he llamado hace cuatro horas, Baekhyunnie.

El chico en cuestión resopló, ajustándose con dos dedos finos las gafas de pasta negra que empezaban a resbalársele por la nariz. Con la ropa enorme y vieja que siempre utilizaba para ir a la universidad ("necesito estar cómodo para trabajar en mi proyecto, Chanyeol, se supone que no voy a la clase para limitarme a dormir y pretender ser atractivo, como hacéis Jongin y tú"), Byun Baekhyun habría parecido prácticamente un niño de no ser por el modo en absoluto adorable en el que lo estaba mirando.

—Eran las cuatro menos cuarto de la mañana cuando me has despertado para decirme que habías acabado detenido por pasear inocentemente por los suburbios de madrugada—declaró con voz neutra—. Estoy a meses de mi exposición, duermo cinco horas al día. No pretenderías que sacrificase todas mis horas de sueño para venir a buscarte hasta aquí.

—Pues, uh... ¿Sí?

—Incorrecto —replicó Baekhyun, tratando de parecer muy serio, pero sin poder esconder del todo la chispa de burla en sus ojos—. No iba a salir corriendo de casa para pagar tu fianza con mi dinero, especialmente cuando te mereces todos y cada uno de los segundos que pases en este calabozo.

Sagittarius; [EXO, ChanBaek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora