Quinta Ronda

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En menos de dos meses, Chanyeol había dejado atrás el tercer Tier, y se encontraba entre los favoritos del segundo.

Todo aquello se había vuelto tan natural para él como respirar – su rutina diaria de mantenerse despierto durante las clases, utilizar sus tardes para optimizar todo lo posible la movilidad de su robot y su sincronización con Sagittarius (lo que, mira por dónde, estaba logrando que su tecnología avanzase y sus profesores lo felicitasen por su buen comportamiento) y escaparse por la noche a la Liga tres veces por semana, ahogándose en el modo en el que algo en él parecía despertar con cada combate, con las ovaciones del público, sus rivales caídos y el rostro cubierto de Aldebarán vuelto hacia él.

La mayoría del tiempo allí, Chanyeol la pasaba peleando, u observando. Jongin seguía acompañándolo, pero había dejado de estar constantemente pegado a sus talones y ahora se juntaba también con otros combatientes – con Lynx, con Pistol Star y, sobre todo con Hydra, que parecía salir de su estado de eterno silencio sólo para hablar con él, con una voz metálica y un tanto seca que Chanyeol creía no haberlo oído utilizar antes.

Hydra había sido uno de sus combatientes favoritos al entrar a la Liga: tenía una manera muy pulcra de pelear, un modo de despedazar a sus rivales sin mostrar reacción o pronunciar palabra alguna que había sido tan fascinante como terrorífica; y su robot era toda una obra de arte de ingeniería, una especie de esfera del mismo color negro metálico de su armadura de la que nacían nueve tentáculos, acabados en pinzas, útiles tanto para moverse de modo impredecible por el campo como para atacar. Y el público lo amaba: lo habían vitoreado aquella noche desde que había ganado su último combate hasta que había desaparecido en la sala de espera para combatientes, y habían seguido haciéndolo hasta que Aldebarán había salido a luchar después de él.

—¡Has estado estupendo! —prácticamente había exclamado Jongin al verlo aparecer en el nivel superior, sin hacer apenas ruido—. ¡Tu enemigo no sabía ni por dónde le estaban lloviendo los golpes!

—He conseguido los puntos —respondió el otro chico con calma—. Eso quiere decir que estoy más cerca del número uno. Eso está bien.

—No es que parezcas muy contento al respecto —intervino Chanyeol, apartando los ojos del combate de Aldebarán al otro lado del ventanal sólo el tiempo preciso para mirarlo un momento. Había pretendido decir aquello a modo de chiste, pero Hydra giró la cabeza hacia él de modo tan brusco que el chico tragó saliva—. ¿Qué pasa, que tantos combates ganados en el God Tier te han quitado ya la ilusión de la victoria?

—No.

Parecía claro que el otro hombre no iba a añadir nada más, así que Chanyeol chasqueó la lengua y volvió a centrar su atención en el combate en la arena. Los dos bots rivales eran una mancha pequeña y borrosa, golpeando y esquivando a una velocidad de vértigo y Aldebarán, en su esquina, parecía moverse con ellos, inclinándose hacia delante sobre el mando, gritando y riéndose cada vez que su bot encontraba un hueco para atacar.

—¿Cuál es tu razón? —dijo de pronto una voz a su lado. Sobresaltado, Chanyeol se separó del ventanal sólo para encontrarse a Hydra junto a él, con los brazos cruzados sobre el pecho y el rostro enmascarado alzado para mirarlo. Resultaba brusco, a veces. Y confuso.

—¿Mi razón?

—Para estar contento al acabar un combate. Para haberte unido a la Liga.

Chanyeol no acababa de comprender.

—¿Tiene que haber un motivo?

—Todos empezamos por algo.

—¿Ah, sí? ¿Y entonces cuál es tu motivo?

De nuevo, Hydra optó en mirarlo en silencio, sin responder, pero fue Jongin quien ahogó una especie de resoplido detrás de ellos.

—Si te paras a pensarlo, es más sencillo de lo que parece —comenzó a explicar—. Todos los que están aquí luchan con sus propios bots, y la mayoría de ellos, utilizando la tecnología que ellos crean, ¿no? Es el método más rápido para...

—No digas que es sencillo: nada lo es —lo cortó Hydra, pasando a hablar de nuevo con Chanyeol que, por fin, había desviado los ojos del combate de Aldebarán y los tenía fijos en él—. La mayoría de nosotros estamos aquí por la misma razón por la que el ser humano acaba yendo a la mayoría de los sitios: dinero. Imagina que necesitas dinero, y que tienes una tecnología novedosa. Puedes hacer dos cosas. O la vendes directamente a una multinacional y no recibes ni la cuarta parte de lo que vale o, si tienes lo que hay que tener, la instalas en un robot y vienes aquí. Si ganas, tienes todo el dinero que siempre puedas haber querido y más. Si pierdes... Bueno, todos procuramos no perder.

Abajo, en las gradas, el bot de Aldebarán lanzó a su rival por los aires y los espectadores se alzaron en sus asientos, aplaudiendo. Chanyeol casi podía sentirlo desde donde estaba: la fuerza en todo aquello; el aire de la arena tan cargado de tensión que parecía casi capaz de quemarte si lo respirabas. Él bajaría a combatir en un rato, y algo en su interior lo estaba anticipando ya. Desde niño había querido formar parte de algo como aquello, sentir el fuego.

—Yo no necesito dinero —susurró. Y era cierto: había podido costearse sus propios gastos perfectamente antes de entrar allí, y además tenía una beca completa de estudios. Ni siquiera tenía que pagar por las piezas de su propio bot; las sacaba de los almacenes de la universidad sin tener que dar explicaciones a nadie—. No es por eso por lo que estoy aquí. Yo sólo... Lo que quiero es llegar hasta arriba. Ganar.

—Ah, sí —Hydra habló en voz monótona, en absoluto impresionado. En la arena, Aldebarán había conseguido, por fin, la victoria, y el chico parecía estar observando cómo se inclinaba una vez tras otra ante del público en las gradas, mucho más metido en el juego de lo que cualquiera de los otros combatientes llegaría a estarlo nunca—. Sí que hay algunos que son como tú, que no entran porque lo necesiten, sino porque quieren. Los que estáis en la Liga por el hecho de estar en la Liga. Vosotros sois los peores de todos.

—Eh, eh, Hydra —intervino Jongin, pero éste simplemente se encogió de hombros y volvió a su lado, murmurando algo en voz baja que Chanyeol no pudo llegar a escuchar.

Hydra era inquietante, y Chanyeol no sabía si, ahora que lo conocía mejor, le gustaba del todo, pero no pudo evitar que sus palabras se le metieran en el cerebro, grabándose en algún punto de su cabeza y haciéndolo sentir extrañamente inquieto.

La sensación no se disipó hasta que no salió a combatir; hasta que el presentador pronunció su nombre y Aldebarán, todavía detenido junto a la arena, le posó una mano en el hombro con una risita.

Era como si el God Tier ya estuviera bajo la punta de sus dedos. No podía permitirse parar a aquellas alturas.

Sagittarius; [EXO, ChanBaek]Where stories live. Discover now