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BATALLAS

K H Ë I L A

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K H Ë I L A

Seguí al maestro Kenobi hasta una de las azoteas. Nunca había estado en un campo de batalla. Mis entrenamientos —normalmente impartidos por el maestro Yoda— solían ser en una arena de prueba. Se trataban de esquivar y devolver disparos, correr mucho tiempo, nadar conteniendo la respiración y luchar contra otros padawans. Nunca había estado en un lugar como este, en la que la vida puede esfumarse de tu ser en cualquier momento. Aún así la senda del Jedi era lo que yo había elegido, por lo que no realizaría nada que pudiera comprometer mi futuro. Sobre todo ahora, que contaba con un maestro.

El hombre castaño me guió hasta un puñado de clones. Sus armaduras estaban pintadas de color naranja, y el Comandante Clon CC-2224 —también conocido como Cody— miraba con unos prismáticos algunas plantas de edificios cercanos, comunicándose por señas con los vigilantes clon. 

—Cody, ¿cómo va todo?

—Hay tranquilidad, señor. Se preparan para otro asalto. —La mirada del comandante varió fijamente hacia mí. — ¿Quién es la chica?

Por su pregunta, supe que la confianza entre Cody y mi nuevo maestro era mucha. Miré a los ojos al hombre, que portaba una cicatriz que le atravesaba el lado izquierdo de la cara desde la mandíbula hasta la frente.

—Mi nombre es Khëila Boods —elegí presentarme—; soy la nueva padawan del maestro Kenobi.

Le sonreí al hombre, que sólo me miró serio. Pude leer en su mirada que no confiaba fácilmente en las personas.

—¿No es algo mayor para ser una nueva padawan?

Y ahí estaba, la pregunta que más odiaba. Sí, lo sé, ya debería de tener un maestro y ya debería de haber avanzado muchísimo en mi formación. Era esa la pregunta que hacía que yo fuera una joven mujer llena de inseguridad. Dicen que el destino que mueve la fuerza lo hace todo por una razón. Yo no entendía a la fuerza, sólo era capaz de sentirla fluir a mi alrededor.

—Desde mi punto de vista, servirá bien a mi lado. Y al tuyo, Cody.

Ahora me encontraba paseando con Cody alrededor del territorio de la República. Cajas con munición y cañones rompían lo que antes solían ser las calles de Christophsis. Paseando, ja, es una palabra interesante dadas las circunstancias. El comandante parecía ya menos arisco a mi lado, quizás por la aprobación que el maestro Kenobi había presentado hacia mí. La tensión era palpable entre nosotros. La verdad, esta era la primera vez que mantenía una conversación con un clon; era mi primera vez en muchas cosas.

—Fui encontrada tarde. —Cody me miró sin comprender, por lo que proseguí amablemente:— Tu duda respecto a por qué ahora soy padawan. El maestro Yoda me encontró en mi planeta natal tarde. Mi nombre no aparecía entre los de los niños sensibles a la fuerza.

Cody asintió sin dejar de mirarme, y murmuró una disculpa educada.

—No tiene por qué contarme eso. Reconozco que mi pregunta fue bastante impertinente.

—Tu pregunta no fue impertinente —le corregí—, fue bastante acertada. Es propia de alguien observador.

El clon observó al frente, serio. Se volvió de nuevo hacia mí y sonrió. Observé que también era la primera vez que veía sonreír a un clon de asalto. Volví mi vista al frente y sentí aquella sensación extraña. Esa de cuando te pones pálido.

E X T E R N O

— Un escudo de energía... —murmuró.

Cody y Khëila corrieron hacia su general y maestro, ocupado observando los daños y movilizando a las tropas. El escudo avanzaba sin pausa con las tropas Separatistas bajo él, por lo que los generales Jedi se dispusieron a idear un plan. Para la desgracia del general Skywalker, Ahsoka Tano y él fueron los encargados de infiltrarse en el campo enemigo y destruir el generador. La batalla comenzó. La República luchaba limitadamente, con los cañones inutilizados hasta que el escudo cayera.

Se ordenó la retirada mientras los droides y tanques avanzaban. El escudo absorbió al maestro Obi-Wan y a su nueva padawan Khëila así como al ejército clon. El Jedi desplegó su espada láser azul como el cielo. Khëila echó su cabellera hacia atrás y desplegó su propia arma, lista para impresionar a su maestro. No podía decepcionarlo.

Kenobi saltó sin previo aviso de una de las azoteas hacia los droides. La morena tragó saliva. Sintió la fuerza fluir a su alrededor, y la utilizó para saltar varios metros y aterrizar ilesa sobre el suelo de piedra gris. Siguiendo a su maestro, utilizó su espada láser como si fuera lo único que supiese hacer. Destrozaba droides sin pestañear, y devolvía disparos láser completamente letales de una sola estocada. Su maestro, complacido, luchó a su lado sin tener que corregirla o mandarla retroceder. Los disparos teñían de muerte el aire, pero el ejército siguió luchando por la libertad de Christophsis.

Los dos Jedi se cubrieron bajo un muro medio derruido mientras que el escudo los absorbía finalmente. Cody se agachó frente a ellos con la respiración agitada.

—Ya estamos dentro del escudo, aleja a las tropas de los tanques —ordenó Kenobi al clon.

Siguieron luchando sin descanso, las dos espadas láser partiendo droides y los blásters disparando hacia todos los lados.

—¡Ya están aquí! —gritó Cody en un momento dado—. Tengo muchas bajas. ¡Hemos abandonado la posición! 

Retrocedieron detrás de otro muro de escombros.

—¡El escudo casi ha alcanzado los cañones! —Obi-Wan se hizo oír entre los ruidos que la batalla ocasionaba.

—No podremos detenerlos, señor —se lamentó el clon. 

—¡Vuelva de nuevo con sus tropas a los cañones! ¡Hagan lo imposible por protegerlos, Khëila y yo retendremos a los droides!

—Pero...

—¡Nada de "peros"! —aulló—. ¡Es una orden!

Cuando Cody salió corriendo, Khëila se levantó de un salto, partiendo justo a tiempo a un droide que intentaba disparar a su maestro. Cubrieron a las tropas mientras estas se retiraban, pero pronto fueron rodeados por demasiados droides. Un tanque se hizo paso entre los escombros, apuntando hacia Kenobi y Boods victorioso. Obi-Wan guardó su láser y Khëila, confusa, imitó a su mentor.

Una trampilla se abrió en la parte superior del tanque, dejando ver a una criatura gorda y horrible.

—Usted debe de ser el infame general Kenobi... 

Khëila arrugó la nariz. Kenobi no se merecía para nada aquel calificativo.

—Me rindo. 

La joven le dirigió una mirada de sorpresa a su maestro, obteniendo como respuesta una limpia sonrisa. Un par de droides les quitaron las armas de los cinturones.

—Ahora, maestro Kenobi, ordene a sus tropas que se retiren. 

Con la fuerza, el nombrado movilizó cuatro pedazos de escombro, situándolos como sillas y mesa.

—General, siéntese —ofreció.

—¿Se ha vuelto loco?

Khëila creía que nunca estaría de acuerdo con aquella... cosa.

—Acabo de admitir la derrota, ahora sólo tenemos que negociar los términos de la rendición. 

—No quiero que ni usted ni su aprendiz utilicen alguno de sus trucos Jedi. 

Khëila comprendió por dónde iban los tiros.

—Seguro que no hay ningún motivo para no hacer esto de un modo civilizado, ¿verdad, Khëila?

WRONG ━ Obi-Wan KenobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora