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DECEPCIONES

O B I - W A N

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O B I - W A N

Intenté que no se separara de mí. Cubrí su flanco mientras que Cody y el resto del escuadrón se ocupaban de los droides. No pude evitar jadear cuando Grievous me empujó al suelo. Mi mano se aferró a la herida sangrante del abdomen. Quemaba y escocía, pero me puse en pie de nuevo. No podía dejar sola a Khëila.

—¡Maestro! ¡Está herido!

Ella paró una estocada. Después saltó hacia atrás y corrió un par de metros a mi encuentro. Observé como el general se acercaba.

—¡Maestro Obi-Wan! Debemos irnos.

Deja de hacerlo, Khëila. Deja de llamarme así. Al parecer, ella no se daba cuenta de que me dolía. Y al parecer yo no me daba cuenta de que estaba mal que mi rango, desde sus labios, como un recordatorio de lo que nos separaba, me doliese de aquella manera.

A duras penas, llegamos hasta la nave. Nos costó tres hombres, pero lo logramos: con Grievous tras nosotros. La nave despegó bruscamente, haciendo que todo se tambaleara dentro.

—¡¿En qué estabas pensando?! —me reprochó ella—. Maestro, no puedes ir tú sólo a enfrentar a Grievous. No con los separatistas pisándonos los talones en el sistema. Si no hubiese sido por Cody...

—Khëila —ella levantó la cabeza y me miró—. Lo siento. No era mi intención preocuparte.

—¿Preocuparme? —A veces deseaba haber pasado más tiempo con mi madre; no comprendo a las mujeres—. Obi-Wan, ¡estás herido! ¡¿Cómo no voy a preocuparme?!

Entonces bufó y me sentó en el asiento del copiloto, cogiéndome de los hombros. Se giró hacia el clon que pilotaba la nave y habló.

—Boil, ¿tenemos botiquín?

—Lo siento, capitán, esta es una nave de asalto a tierra, no contamos con material médico. Llegaremos enseguida al Palacio.

Ella asintió y se giró hacia mí. Me miró por un momento y después se agachó para rodearme con sus brazos. Respondí el gesto y suspiré.


K H Ë I L A

—Serán repatriados al Templo.

—Maestro Windu, eso no es necesario, de verdad, yo...

—Maestro Kenobi. Está usted herido, y por lo que sabemos Assajj Ventress y el General Grievous se quieren hacer con el armamento del sistema. Es una misión delicada.

—Sí, por eso...

—Maestro Kenobi; no va a convencerme. Un Crucero los recogerá mañana al amanecer.

La transmisión se cortó y el Maestro Kenobi dio un fuerte golpe, con la mano extendida, sobre la mesa. Por primera vez, lo oí soltar una palabrota. Algo sorprendida por su comportamiento, me intenté acercar a él.

—Maestro...

—No —Se giró hacia mí, y por primera vez sus ojos no se sonreían.— Nada de "Maestro", Khëila. Todo estaba bajo control...

Después se acercó a la puerta, aún refunfuñando, y me dejó complemente sola.

E X T E R N O

Kenobi estaba enfadado. Normalmente, no dejaba que sus emociones se interpusieran en sus reacciones o decisiones, sin embargo, esta vez, estaba completamente frustrado. Se encerró en el baño y retiró su túnica. Después apartó la camisa, dejándola sobre el lavabo, dejando sobre su abdomen una venda manchada levemente de sangre. La herida había sido causada por un sable láser, por lo cual había sido cauterizada al momento, sin embargo, la piel se abrió en la lucha, consiguiendo que la herida fuese más grave.

Acarició los hematomas de su pecho y suspiró mirándose al espejo. Al escuchar un par de sollozos tras la puerta, subió la cabeza como un resorte, sintiendo la sangre abandonar su cara. Aún pálido, se giró hacia la entrada.

—Maestro, lo siento mucho —la chica lloraba en la otra habitación—. No era mi intención que nos repatriaran al templo, pero me preocupo por su salud y...

Obi-Wan abrió la puerta con un suspiro. Miró a la muchacha. Tenía los ojos rojos y las mejillas sonrojadas debido al llanto. Sus hombros se encogían con los sollozos y las lágrimas que no era capaz de apartar se le perdían en el cuello. Parecía realmente asustada por el hecho de haber defraudado a su maestro.

—Yo, debía informar al mesto Windu, y...

Kenobi asintió con un suspiro y abrió los brazos. Ella se escondió en su pecho y siguió llorando, disgustada. En ese momento, Obi-Wan se dio cuenta de que enseñar a Khëila no era como enseñarle a Anakin. Pasó una mano por el pelo oscuro de la chica. Y murmuró unas palabras.

—Ya está, Khëila. No te preocupes. Ahora deja de llorar. Sabes que yo nunca me enfado contigo.

WRONG ━ Obi-Wan KenobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora