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DUDAS

E X T E R N O

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E X T E R N O

Del templo, la sala de las mil fuentes era el lugar favorito de Khëila. La cámara contenía árboles y numerosas cascadas y lagos. La chica estaba sentada sobre un banco de piedra, con su amiga Ahsoka a su lado. La togruta repasaba un libro con interés mientras que Khëila mantenía la mirada fija en la nada.

—¿Qué te ocurre?

La morena alzó la cabeza y la miró. Le regaló una sonrisa y negó con la cabeza.

—Nada, no te preocupes —le aseguró.

—¿De verdad? —ladeó la cabeza—. Desde que volviste de la misión te he notado distante.

La chica bajó la mirada y jugó con su trenza padawan.

—Oye... Ahsoka.

—Mhm —afirmó—. Desembucha.

La joven la miraba con los ojos muy abiertos, a la espera de su confesión.

—Desde hace algún tiempo —tragó en seco— me he sentido... rara.

—¿Rara? —pronunció despacio.

—Sí. Mis emociones me controlan demasiado. Antes no me solía pasar tanto.

—¿Emociones... cómo el enfado?

—No —negó firmemente con la cabeza—. Como la desilusión, o el afecto.

—Ah —Ahsoka lo sopesó un momento—. Quizás deberías hablarlo con el Maestro Kenobi. O con el Maestro Yoda.

—Ya. Lo pensaré.

Se levantó del banco y se alisó los pantalones.

—En serio —le repitió su amiga—, debes hablarlo con alguien.

—Tranquila, Ahsoka —Khëila le posó una mano sobre la cabeza—. Lo hablaré con el Maestro Yoda.

—Vale.

Sin más, Khëila abandonó la cámara hacia los pasillos principales del templo. Se detuvo frente a una ventana con vistas a la ciudad hasta que el sueño la invadió y caminó a su cuarto.


Su cabeza daba vueltas y no era capaz de correr más. La chica se había separado de su hermano, su única familia, durante la batalla. Le era imposible encontrar una salida entre la gente asustada y los robots que disparaban a los inocentes. Huyó hacia una calle paralela a la avenida principal. Anduvo por el angosto camino de piedra, entre los escombros, hasta una casa medio derruida que apenas se sostenía en pie. 

Cayó en medio de la sala y las lágrimas le nublaron los ojos hasta que ya no podía ver. La cabeza le daba vueltas y le dolía. Entonces, le pareció ver una pequeña personita verde que le acariciaba la mejilla. Antes de poder oír lo que le decía, su mundo se apagó al completo.

Khëila despertó con el corazón en un puño. Tenía la piel perlada de sudor y la respiración agitada. Se pasó una mano por la frente y suspiró, levantándose de la cama. Mientras se duchaba, su mente la atormentaba. ¿Habría muerto su hermano? ¿O seguía vivo en algún lugar de la galaxia?

WRONG ━ Obi-Wan KenobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora