Un momento especial

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Hungría. 25 de Julio de 2014.

Y así, a lo tonto y sin apenas darnos cuenta, pasó un mes desde nuestra última pelea en el GP de Austria.

Un mes lleno de muchísimo trabajo. Fer estaba completamente centrado en el coche y sus entrenamientos. Y yo intentaba aplicarme al máximo. Blanca no nos acompañó ni a Reino Unido ni Alemania. Así que teníamos el doble de trabajo.

Entre nosotros la cosa estaba calmada... nos veíamos los findes y hablábamos mucho entre semana. Pusimos de nuestra parte para que todo fuera bien. Fer intentaba controlar sus celos y ese control que tiene hacia mí. Por mi parte, evité al alemán todo lo que pude. Aunque él  siempre encontraba una ocasión para intercambiar aunque fueran cuatro palabras conmigo.

La primera parte de la temporada estaba llegando a su fin. Tras esta carrera tendríamos un mes de descanso. Estaba deseando de estar con mi familia. Mi hermana se casaba y era el evento más importante que teníamos en mucho tiempo. Quería estar con ella y compartir esos últimos detalles que harían que todo saliese perfecto. Aunque por otro lado, echaría muchísimo de menos a Fer. Estaríamos un mes sin vernos y eso me preocupaba. Es más, creo que lo que más me preocupaba era que él  no dijese nada al respecto. Me extrañaba que no buscara una solución, un viaje o algún plan para estar juntos. Eso sí que me preocupaba...

Acababa de llegar al paddock después de ir al hotel a dejar mis maletas. Habíamos llegado a un acuerdo. Cada uno tendría su habitación, pero dormiríamos juntos en la que más nos apateciese. Aunque al final, Fer siempre optaba por la mía y me la dejaba echa una pocilga. Me pasaba todo el día recogiendo calcetines, zapatillas, boxers... ¡hombres!

Llegué al hospitality de Ferrari y subí las escaleras hasta la habitación de Fer. Tenía muchas ganas de verlo.

Me lo encontré sentado en la camilla con la mirada perdida y con la mano izquierda en su hombro derecho.

- ¿Qué te pasa?

- Rubi... - dijo sonriendo ampliamente y abriendo sus brazos.

Me acerqué a él y rodeando su cuello con mis brazos y él mi cintura con los suyos, nos besamos como si hiciera años que no nos veíamos.

- Te echado de menos - le dije apoyando mi frente en la suya.

- Y yo... - hizo un gesto de dolor y volvió a llevarse la mano al hombro.

- ¿Qué te ocurre? - dije quitándole el flequillo de los ojos.

- Me duele mucho el hombro y el brazo.

- ¿Quieres que avise a Fabio?

-  Se supone que venía, ya sabes cómo es. Seguro que se ha entretenido charlando por el camino.

- Buenos días... - dijo Fabio entrando por la puerta.

- Menos mal... - Dijo Fer - estaba pensando en despedirte y todo.

- No seas quejica... veamos ese hombro, que seguro no es para tanto - Dijo Fabio mientras Fer se quitaba la camiseta. - ¿Que has hecho para que te duela?

- Pues anoche me puse a pensar en Diana antes de dormir, y, claro, como estaba sólo, no me quedo más remedio que... -hizo un gesto muy grosero con la mano.

- ¡Fer! - dije llevándome las manos a la cara - ¡Qué cerdo! - me ardían hasta las orejas.

- Criatura, estas tan roja como tu uniforme - dijo Fabio que no paraba de reír.

- Que es broma... - dijo Fer riéndose también - Creo que me hice daño esta mañana en el gimnasio del hotel.

- Bueno, túmbate, a ver que podemos hacer. - dijo Fabio cogiendo su botiquín.

El corazón en Boxes (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora