Loco

1.2K 70 47
                                    

Nunca me había sentido tan estúpida... Estúpida y humillada. ¿Cómo pude pensar que esto funcionaria? ¿Es que no lo conoces ya Diana? Es controlador y orgulloso. Y no va a cambiar... Quizás esto sea lo mejor. La relación se estaba convirtiendo en algo tóxica para los dos. Sabía que tarde o temprano ésto iba a ocurrir. 

Me temblaban tanto las piernas que no podía seguir en pie. Respiré hondo varias y veces, intentando calmarme. Volví a agarrar el asa de mi trolley y cuando iba a tirar de él, la puerta se abrió. 

- Diana... - tenía la voz temblorosa, no paraba de sorber por la nariz y se limpiaba los ojos con el dorso de la mano. - Por favor, no te vayas...

Me quedé de piedra, inmóvil... No sabía qué hacer ni qué decir. Ahora eran mis manos las que temblaban. Por dentro sentía una mezcla de alegría por lo que me pedía, de alivio porque parecía que había merecido la pena y tristeza, mucha tristeza,  de verlo así. 

Me agarró del brazo y tiró hacia él, quedando mi cabeza en el hueco de su cuello. Y lloré. Lloramos... Sentía que me abrazaba tan fuerte que no podía ni respirar... Pero lo necesitaba. 

Cogió mi cara entre sus manos y me limpió las lágrimas con los dedos pulgares. Yo pasé las mías por sus mejillas...

- Ven... - me dijo tomando mi mano y con la otra mi maleta. Me llevó a la casa y cerró la puerta.

Allí dentro volvimos a abrazarnos.

- Te quiero Diana, te quiero mucho, no sabes cuánto... - me decía al oído mientras me rodeaba fuertemente por los hombros.

Yo, sin embargo, no podía parar de llorar. Abrazada a su cintura y la cabeza en su pecho, sentía como le empapaba la camiseta. Necesitaba desahogarme. Era mucho lo que había aguantado esos tres días.

- ¿Por qué Fer? - le separé de mí, de repente. - ¿Por qué me has hecho esto? - le golpeé varias veces en el pecho con todas mis fuerzas. Tenía mucha rabia contenida durante estos días. - Me has hecho mucho daño... Tres días intentando convencerte para que me perdones... Y has esperado a última hora para hacerlo...

- No he dicho que te haya perdonado Diana - dijo agarrando mis muñecas - Sólo que me he dado cuenta que no puedo vivir sin ti. 

- Pues si no me perdonas... - dije entre lágrimas - lo mejor será que me vaya. ¿O qué pasa? ¿Me vas a guardar rencor toda la vida?

- No es eso Diana... - llevó mis manos a su cuello y me agarró por la cintura - Lo acabaré haciendo. Dame tiempo - me susurró uniendo su nariz a la mía. - No llores más por favor...

- No Fer... - dije separándome - Si no lo haces ahora me lo vas a echar en cara siempre... y eso... - sollocé - terminará quemando la relación. Mejor me voy...

Cogí de nuevo los billetes y la maleta.

Fer se acercó muy decidido hacia mí y dándome un tirón, arrancó los billetes de mis manos y los partió haciéndolos pedazos.

- Pues ya no te vas... - dijo abriendo las manos y dejando caer los trozos de billetes al suelo.

- ¿Qué  has hecho? - le dije con los ojos muy abiertos - Estás loco, te lo juro. Loco, loco, loco, loco, loco... - le decía golpeándole en el pecho...

Fer se reía mientras intentaba aguantarme las manos.

- Vale, vale...  Tienes razón Diana...

- ¿Me vas a perdonar entonces? - le dije algo más calmada.

- No, me refiero a que sí,  que estoy loco... Pero loco por ti.

Crucé los brazos sobre el pecho e intenté mantenerme seria.  Pero con esos ojos verdes mirándome era imposible. Me mordí el labio para que no viera mi sonrisa... 

El corazón en Boxes (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora