Mala pata

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"Señoras y señores pasajeros, dentro de unos momentos tomaremos tierra en el aeropuerto de Barajas. Asegúrense que el respaldo de su asiento está en posición vertical, el cinturón abrochado y su mesa sujeta. El comandante y toda la tripulación esperan hayan tenido un vuelo agradable y confían en verles nuevamente a bordo"

- ¡Y una mierda! Nos van a ver de nuevo a bordo... Ésto se acaba señores...

- ¡Jorge! Por favor, contrólate... - me encogí en mi asiento al ver que algunos pasajeros se giraban a mirarlo.

- Que nos quedan dos viajes nada más Diana... ¡Sólo dos! ¡Y se acabó!

- Gracias a Dios...

- Ya está la beata...

Lo miré de reojo y me tensé al sentir que el avión perdía altura debido al aterrizaje.

- Ahora cuando baje, voy a besar el suelo español.

- Jorge por favor -le dije cogiendo mi equipaje de mano una vez que el avión aterrizó - ¿tienes que hacer eso cada vez que llegamos a España?

- Sí y mil veces sí. Como en casa, en ningún sitio.

Se formó una cola de pasajeros en el pasillo del avión. Jorge pudo salir, pero al hacerlo yo me di cuenta que se me olvidaba la sudadera de Seb. Me la puse para dormir un rato, ya que me entró frío. Pero luego me la quité y la dejé a un lado.

- ¡Diana que te quedas atrás! - me decía Jorge que ya casi llegaba a la salida.

- Ya voy, ya voy...

Por fin logré salir al principio de las escaleras y una bocanada de aire fresco me dio en la cara, cosa que agradecí muchísimo.

Desde arriba veía a Jorge besando el suelo como si se tratara del Papa y algunos pasajeros riéndose ante su ocurrencia.

- ¡Jorge por favor!

- ¡Estamos en España Diana! ¡España! ¡Ahora te toca a ti! - me gritó ya de pie desde abajo.

- ¡De eso nada! ¡No estoy tan loca como tu! - le gritaba mientras bajaba las escaleras.

- ¡Claro que soy una loca! ¡Venga, que ahora vamos a besar el suelo juntas!

- ¡Que no Jorge! ¡Que no pienso besar el sue...! - y al tratar de poner el pie en el último escalón, me doblé el tobillo y caí de boca al suelo. No lo besé, me lo comí literalmente.

- ¡Diana! - Jorge corrió en mi ayuda, pero no sé si era la situación, los nervios de éstos días o símplemente la alegría de estar en casa que nos entró la risa floja y ni yo podía ponerme de pie ni Jorge podía levantarme.

Cuando nos calmamos y con la ayuda de la tripulación llegamos al servicio médico del aeropuerto.

- No tiene muy buena pinta - me decía la doctora - parece un esguince. No creo que haya nada roto. Como tienes que volar a Málaga todavía, te lo voy a vendar de forma provisional y en cuanto llegues, ve a tu médico y que te hagan una radiografía.

- Vale, gracias.

Mientras hacíamos tiempo nos tomábamos un café y unos muffins.

Mientras hacíamos tiempo nos tomábamos un café y unos muffins

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El corazón en Boxes (En edición)Where stories live. Discover now