Caminos distintos

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Me ataba los cordones de las zapatillas sentada en el borde de la cama mientras un horrible sonido salía de la ducha...

- ¡Deja la lluvia para la carrera Fer! Te vendrá mejor que hoy, que sólo son entrenamientos... - grité.

Escuché como cerró el grifo y a los pocos minutos salió con una toalla en la cintura.

- Tan mal no canto... - me dijo saliendo del baño.

- No... Es verdad. Cantas como los ángeles... - dije tirándole una almohada en la cara.

- Pues a ti te gusta que te cante canciones al oído - y me la devolvió con tanta fuerza que casi me caigo de la cama.

- Pero que bruto eres a veces. - le dije incorporándome.

- También te gusta que sea bruto... a veces... - me guiñó un ojo.

- Sí, ahora resulta que me gusta todo de ti. - le dije irónicamente.

- Cómo debe ser... - se sentó a mi lado mientras se ponía la camiseta del equipo.

Nos preparábamos para el fin de semana en Monza. Ya sólo quedaban seis carreras para finalizar la temporada. Me parecía mentira todo lo que había ocurrido en este tiempo.

- ¿Qué será lo que nos tiene que decir Blanca? - dije mientras intentaba arreglar los pelos de Fer con las manos. Qué desastre de hombre... - Tú no sabrás algo ¿no?

- No... - dijo poniéndose los calcetines. - Será algo de trabajo...

- Desde que nos llamó ayer, Jorge y yo no estamos tranquilos. La noté rara... Cómo nerviosa. Jorge tuvo la misma sensación.

- Puede que sea debido al embarazo. Ya está muy avanzado. Las hormonas las tendrá revueltas... - se rió.

- Pobre Blanca. Tengo ganas de verla. Tiene que tener una tripa enorme...

- Toma - me dio una de las almohadas - póntela bajo la camiseta que quiero ver como te quedaría una barriga de embarazada.

- ¿Qué? ¿Tú que estás loco? ¿o loco? - dije mientras le pegaba con la almohada.

- Aquí la única loca eres tú - decía mientras intentaba cubrirse con los brazos.

- Lo que me faltaba... un mini Fer arrogante, orgulloso, controlador, celoso...

- No, mejor una mini Diana vestida de princesa y gritando: "Vete al carajo papá" - dijo poniendo voz de niña pequeña.

Ambos nos reíamos tumbados en la cama.

- ¿No te planteaste ser papá durante tu matrimonio? - le dije entrelazando nuestras manos.

- No... aún no estábamos preparados. Y como nos divorciamos al poco tiempo... pues ni siquiera lo pensamos.

- Serás un buen padre Fer...

- ¿Y cómo lo sabes?

- Sólo hay que ver como te desvives por tus sobrinas.

- Las quiero mucho a las dos... No sabía que se podía querer de esa forma. El nacimiento de Allegra me pilló en una época de locura en mi carrera y apenas lo disfruté. Pero Isabella fue diferente. Lo recuerdo como si fuera ayer. Mi cuñado me la puso entre mis brazos tan pequeñita... Y ella abrió los ojitos y me miró...

Me di cuenta que lo miraba embobada mientras me hablaba. Detrás de esa coraza de tipo duro había un corazoncito tierno y dulce.

- Diana... ¡Diana! Espabila... te estoy hablando.

El corazón en Boxes (En edición)Where stories live. Discover now