I

8.7K 1.3K 323
                                    

   Último fin de semana antes de entrar a la universidad, tenía un tanto de nervios, pero aquí estaba, perdiendo mi última noche de sábado, no era que saliera mucho, no desde hace unos meses, como sea lo importante no era eso, sino que estaba perdiendo tiempo estando triste, mi querido novio me había dicho que no saliera con Ema, ya que quería pasar por mí para ir a no sé donde, han pasado dos horas y pues, sigo esperando. La tonta fui yo en creerle.

  Hace un tiempo atrás diría que éramos la pareja perfecta, todo era amor, empalagosos a morir, si señores. Creo que no era yo.

  Sono mi teléfono y lo conteste casi por instinto sin mirar quién  era.

  –Laura, perdona, no podre ir por ti, tengo mucho que hacer, nos vemos el lunes en la universidad –le corte sin decir nada... Estúpido, mi tiempo, idiota.

  Jum... Genial. ¿Por qué no me extraña? Un puchero se formo en mis labios, odiaba estar triste, siempre pensé que las chicas eran estúpidas por llorar por un tonto chico, no es que yo estuviera llorando como Magdalena, más bien sentía vacío, buscaba algo que no sabía donde estaba, no tenía  claro si estaba triste por él  o por lo que pasaba, quizá era un mix.

  Unas repentinas ganas de salir nacieron en mí, tome mis llaves y salí, antes me fijé que todo estuviera bien cerrado, los mil consejos de mamá antes de que por fin me dejara mudarme a los departamentos universitarios ya me tenían precavida, pero seguramente tendría que buscar una compañera pues costaba bastante el alquiler y mis padres se llevaban en peso, repito, por el momento, planeo buscar un empleo de medio tiempo.

  Camine por las calles buscando un lugar donde ir, las calles no estaban por completo vacías, pero no había  mucha gente, me frene en un bar, claramente no me gustan los bares, pero este me provoco una extraña atracción, esas extrañas sensaciones nacían de mí desde lo ocurrido, cosa que no diré a nadie, no quiero que me manden al psiquiatra, no señores, creo que voy a beber hasta que se me quite lo pendeja, mañana me voy a odiar, en mi vida he bebido más que uno que otro vaso, no me gustaba realmente pero recordaba las palabras de Emilio, "que bueno que no te guste beber", ya va ver el muy desgraciado, por alguna razón quería llevarle la contra a todo en este precisó instante.

  Nadie me ignora así y luego se hace el desentendido, que falsedad señores. El lunes estaría tan radiante como si no me hubiera hecho nada y aquí yo soy la loca. Bueno quizá, claro que no, como no va tener un maldito tiempo, ¡no lo veo hace una semana y media! Se estaba ganando un pasaje directo al olvido, pero cuando pensaba sobre el tema solo veía vacío.

  Entre todo este momento ya me he bebido una botella entera, o quizá más de whisky, ni me gustaba, solo yo para tener la brillante idea de tomar esta mierda. Mi mamá va matarme cuando se entere de que gaste mi dinero en esto, técnicamente el suyo, mejor me voy a mi camita a dormir.

  –Si. ¡Eso voy hacer! –creo que me tambaleé al pararme y unos brazos me sostuvieron, siempre habrá gente amable por el mundo.

  –¿Con quien hablas? –dijo una voz sería, me saco de todo pensamiento bruscamente, al observarlo me encontré con un par de ojos azules penetrantes y unos tatuajes se dejaban ver en sus brazos, que se abrigue este tipo por favor, le dará un resfriado, debo estar bien borracha, ¿que me importa?

   –Shhh –tape su boca con mi dedo–, es mi vida okay.

  –Ya veo –me sonrió raramente.

  –Muy lindo –¿Que mierda acabo de decir? No sabes ni quien es idiota.

  (...)

  Me desperté con un dolor de mil demonios, que digo mil, millones, pero a la vez tenía una profunda tranquilidad, no lo volveré a hacer, con este dolor de cabeza ya aprendí mi lección, una suave mano toco mi cintura... Una mano toco mi cintura... ¡¿Por qué una mano toco mi cintura?!

  Tire la extraña mano lo más lejos de mí posible, para luego escuchar unas quejas. ¿Donde estoy? En una cama claramente, no me digas, pero... ¿Donde? ¿Por qué? Y lo más importante...¿Por qué estoy desnuda? Debe ser por el calor, claro como no.

  Me gire hacia la persona junto a mí, tenia los ojos abiertos y se notaba preocupado, me miraba como si yo fuera una loca y yo solo me acordaba de su maldita sonrisa.

  –No, no, no, no –dije en voz alta, no es lo que me imagino, creo que el dolor de cabeza no fue suficiente lección.

  Este es mi fin, no pensé morir tan joven. ¿Que le dire a Emilio? ¿Realmente importa ahora? ¿Realmente él me importa?

  –Dime que tomas pastillas –dijo la voz del tatuado.

  ¿Que? Eso a el que le importa. ¿Acaso yo le pregunte si usaba condón? Claramente, no las necesitaba aún. ¿Por qué me pregunta eso ahora? Yo ya más roja no podía estar de la vergüenza, y él parecía disfrutar el momento, que gente más loca la de hoy en día.

  –¿Te incumbe...? –una idea apareció en mí, una que me espantaba... La única opción de la cual podía nacer la pregunta de este tipo.

  Me gire tapándo mi cuerpo con la sabana, en busca de mi ropa, go, go, go, me la puse lo más rápido posible, luego tendré tiempo para matarme mentalmente, este es el momento de la huida, el chico de los tatuajes increíblemente solo me miraba fijo, fijándose milimétricamente en todos mis pasos, a mí parecer espera el momento para atacar.

  –No –respondí de malas, buscando la salida. No era la situación más perfecta para sacar mi lado amable–. ¿Usaste preservativo? –yo diría que fue un contraataque.

  –No la... la verdad que no –dijo tomándose la cabeza, pero este se levanto para vestirse tranquilamente, rápidamente me voltee para no verlo.

  –Yo, me voy –aún desorientada, salí del cuarto, del que al parecer era un motel, que romántico, me encontraba cerca del bar estaba segura, lo que me hizo sentir más orientada, lo malo es que estoy segura de que el chico salio tras de mí.

  –No te vas así –dijo el chico en un tono amenazante, que formas son estas de hablarle así a una persona que ni conoces, maleducado, tampoco es que se tenga que acostar con gente desconocida.

  Esto es un desastre, oh si, claro que lo es, nota mental, nunca volver a emborracharse por nada ni nadie.

  –¡No estoy embarazada! ¡Déjame en paz! –o eso quiero creer, si Dios aun me amaba un poco, no lo estaba.

  –¿Estas Loca? ¡No usamos condón! –solo el hecho de pensar en que había perdido mi virginidad borracha con este tipo me hacia querer cavar mi tumba.

  –Adiós –dije caminando a paso rápido.

  –¡Te seguiré hasta el infierno! –grito desde lejos. Con un tono de voz que asustaría hasta al más valiente.

Te seguiré hasta el infierno [TSHEI]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum