Incomodidad

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Me quedé lo que parecía una hora mirando el techo de mi cuarto, pensando "¿Que voy a usar esta noche?" y cada minuto que pasaba, miraba la hora en mi celular.

Cada vez faltaba menos, y yo no tenía ni una idea de que usar. Me estaba estresando el tema de verme bien.

Suspiré decidida al fin y me levanté de mi cama, dispuesta a buscar mi blusa color papaya, short negro, jacket de mezclilla azul oscuro y gorro negro. Ahí estaba mi ropa, nada complicado, era una salida de amigos no una reunión de negocios.

Me dirigí directo al baño a refrescar mi cuerpo, luego, salí con mi bata y comencé a alistarme, notando que los gemidos pervertidos cesaron.

Tal vez tomaron una pausa...

Después de alistarme, solté la coleta que hice en mi cabello, para así alisarlo un poco, ya que estaba echo un desastre.

Al terminar, miré la luz verde de mi celular, que indicaba el cien por ciento en la batería. Lo desconecté y coloqué en mi bolso color negro, ya estaba lista, solo tenía que esperar los 10 minutos que quedaban a Dylan.

Abrí la puerta para salir de mi habitación, encontrándome con la de mi hermana entre cerrada. Vi que la luz estaba encendida, pero no había movimiento.

Ignoré ese tema y bajé con velocidad las gradas. Como mujer inteligente, que no quiere pasar una humillación por caerse, decidí que mis burros eran la mejor opción en zapatos.

Coloqué el bolso en el sofá de la sala y presté atención al gruñido que provenía de mi estómago. Estaba muriendo de hambre, los restaurantes caros como Piacere e pasta, venden comida deliciosa, pero el tamaño de las porciones es miserable. Esa lasañana costo un ojo de la cara y además no me dejó satisfecha.

Acaricié mi estómago y me dirigí a la cocina en busca de alimento, pero al llegar a poco menos de un metro, el sonido de la refrigeradora llamó mi atención. Alguien estaba ahí.

Sonreí pícara recordando que podía ser el semental de mi hermana o ella, y caminé a paso lento para sorprender a quien fuera.

Pero resultó al revés...

Al entrar al fin en la cocina, la puerta de la refrigeradora, tapada a quien estaba buscando lo que sea dentro de ella. Por lo que solo entablé conversación.

-Hola.

La puerta de la refrigeradora se cerró al momento en que saludé con tono cómplice, mostrando quien estaba del otro lado.

-¡Dios mio! ¡Que horror! -Exclamé apenada mientras tapaba con mis manos ambos ojos.

Un chico de unos 30 más o menos, pelo negro y sin ropa, estaba enfrente de mí.

-¡Hey! Debes ser Simone, ¿Cierto? La hermana de Barby.

Quité lentamente mis manos para verlo pero no, aun seguía desnudo.

-Si... Emm... Si... Hola... Tu... ¿Tu eres? -Dije con incomodidad mientras miraba hacia todas partes, menos a él.

-Yo soy Guillermo, mucho gusto.

El chico caminó tranquilamente estirando su mano para estrecharla con la mía, mientras sostenía con su otra mano, un fresco tamaño familiar. Tapándose por gracia divina, sus partes.

-Si, claro. Hola Guillermo -Dije mientras devolvía el saludo.

-Tu hermana a hablado mucho de ti, me contó que buscabas trabajo, yo podría ayudarte. La empresa en la que trabajo necesita personal.

Romances color vino (Sin Corregir)Where stories live. Discover now