Ya lo sabe

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-Srta. Rumsfeld... Disculpe, Simone... ¿Vas a decirme que tienes? -Me preguntó Susan con tono preocupado, al bajarnos del auto.

-Yo... Vi a alguien que no esperaba encontrar, así que fue un poco sorpresivo -Contesté intentando sonar relajada, algo que no funcionaba, ya que mis rodillas temblaban como locas, y eran tanto los nervios, que mi almuerzo quería salir a saludar.

-Me esta asustando, uno no reacciona tan alterado en una situación como la que usted me dice. ¿Hay algo que yo no sepa?

Me mantuve en silencio todo el camino hasta llegar a mi oficina, ella solo me seguía preocupada, ya que mi cara era tan pálida que parecía muerta. Antes de cerrar la puerta, la miré a los ojos y contesté su pregunta.

-Hay muchas cosas que usted no sabe, y es mejor que no sepa. Con permiso.

Diciendo esto, cerré la puerta con rapidez, sin dejarla contestar.

Luego, me recoste en la pared mientras mi miedo pasaba. No podía borrar su rostro de mi mente, era como una película que se repetía una y otra vez. La verdad, quería salir corriendo, tocarle la puerta a Dylan y que me abrazara de esa manera tan perfecta que utiliza, para hacerme olvidar mis problemas.

Pero lamentablemente, tenía que seguir ahí, trabajando y rogando por que Owan no haya visto mi rostro.

Logré tomar aliento y me dispuse a seguir con la montaña de trabajo que tenía acumulado, lo cual me ponía aun más estresada. No podía coordinar mis pensamientos, estaba saltando procesos y olvidaba en que parte me encontraba, todo debido al pequeño pánico que se había formado en mi interior.

-¡Maldita sea, Simone! ¿Por qué putas no puedes olvidarlo y continuar tu vida? -Me dije en voz baja mientras buscaba el boceto de uno de los libros.

En medio de mi estrés, alguien tocó la puerta, haciendo que bricara en mi silla y pusiera mi mejor cara de pavor.

-Le traje café srta. Rumsfeld, digo, Simone. Pensé que era algo bueno ya que na vi un poco pálida cuando... -Dijo Susan mientras entraba a mi oficina, deteniéndose justo cuando vio mi cara asustada -¡Lo siento! ¿La asusté?

-Emmm... ¡No! No... Yo, yo sólo... Bueno, me sorprendí... Y... Bueno, ya estoy bien -Contesté mientras me recuperaba del susto.

  -De acuerdo... Aquí le dejo su café -Dijo con una sonrisa algo preocupada.

  -¡Gracias! -Dije con amabilidad, mientras olfateaba el olor amargo y asqueroso que provenía de la pequeña taza color marrón -Huele bien.

  Si, sarcasmo... tengo que usarlo si no quiero herir en este momento la buena intención...

   -Espero que se sienta mejor más tarde, el Sr. Miller desea hablar con usted dentro de media hora.

   -Emmm... Claro, si. No hay problema.

   -Bien. Me retiro, permiso.

   Diciendo esto, la chica se desapareció de no vista, cerrando la puerta con suavidad. Solté aire lentamente y respire con fuerza, no podía pensar muy bien en ese momento, ya que recordaba lo que había dicho Dylan sobre Sarah, Sly y su padre. Si ellos estaban poniendo una demanda, era lógico que ese hombre iba a estar furioso, además, estaba segura que me iban a tomar como testigo, ya que era obvio, fui golpeada en la cara por el tipo hace unos días atrás.

   Miré la hora y eran las 3 pm, no podía entender como pasaba el tiempo tan lento, ya que apenas era Lunes, y tenía toda una semana por delante, con problemas personales, morales, del trabajo y además legales, ya que me suponía lo peor con esa demanda.

Romances color vino (Sin Corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora