Capítulo 21

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Lían

Me parece increíble cómo los astros comienzan a alinearse sólo para que nada me esté resultando el día de hoy. A este ritmo acabaré con mis obligaciones el día en que Beyond se haga sacerdote y Elle adopte cualidades que le permitan socializar.

Di un largo y sonoro suspiro al ver la porquería que había en todos lados. Para ser honesto, era apenas perceptible para los ojos de quienes tengas una casa medianamente limpia, sin embargo, para personas que tienen ojo crítico al igual que yo, esto parece un puto basural. Hay manchas de las patas del perro en el suelo del comedor, la ingrata señora del aseo no se digna a venir, las alfombras sin aspirar están llenas de polvo (no lo parece, que sé que es así), los muebles no están relucientes, los platos están lavados, pero no guardados en donde deberían, pues el cocinero inútil e incompetente que tenemos aquí se escapó antes de que le diese la orden, hay un cerro interminable de ropa por planchar, falta barrer los corredores, el mequetrefe del mecánico no contesta mis llamadas, ¡y no me ha llegado el dinero para administrar y pagar las cuentas de las mansiones del señor Lawliet!

Puta vida. Lían las reuniones, Lían el colegio, Lían sonríe, Lían complace mis deseos sexuales, Lían el café, Lían las galletas, Lían calienta el agua, Lían firma esto, Lían compra eso, Lían saca al perro, Lían mi ropa, Lían mis zapatos... Me voy a volver loco si continúo haciendo de niñera.

Ahogué un grito venido de mi más profundo odio hacia la humanidad y apoyo mi cabeza medio histérico para proseguir con mis lamentaciones. Necesito vacaciones.

Para colmo y, continuando con mi mala racha, al par de hermosos y adorables gemelos (sí, cómo no), debieron haber llegado hace poco más de dos horas y ningún mocoso malcriado se ha contactado conmigo para darme una explicación de por qué no han llegado.

Y si no sigo quejándome internamente es por el simple hecho de que el horrible y odioso sonido del teléfono comenzó a retumbar fuerte haciendo eco en todas partes. Caminé hacia a él tratando de mantener mi falsa calma emocional y forcé una sonrisa, aunque nadie me viese.

—Buenas tardes, propiedad Lawliet, ¿en qué le puedo servir? —saludé en tono suave esperando que no fuese ninguna cuenta pendiente.

—Toc Toc —escuché por el teléfono. Blanqueé los ojos fastidiado frunciendo el ceño y restregándome la frente. Sólo con escuchar esa frase tan simplona descubrí de quién se trataba. Corté.
Ni que tuviese tiempo para gastar en idioteces. Sin embargo, antes de alejarme, esa cosa vuelve a sonar y la levanto con una inevitable brusquedad.

Se amable, Lían, amable, muy amable, justifica tu sueldo. Tienes un magíster en tratar con idiotas, no te puedes rendir ahora.

—Buenas tardes, propiedad Lawliet, ¿en qué le puedo servir? —repetí sabiendo que era la misma persona atrás del teléfono y le oí quejarse.

—¿No preguntarás quién soy? —me consultó falsamente herido y mordiéndome el moflete interno respiré profundo. Ahora es cuando me aconsejo a mí mismo el comenzar a ejercer mi título de veterinario.

—¿Quién es? —pregunté fastidiado sintiéndome a morir de estúpido. Es curioso pensar que, en realidad tengo mucha paciencia, no obstante, esta es la excepción de mi vida.

—¿En serio no sabes quién soy? —replicó y me mordí la lengua sólo para no escupir todos los insultos que conozco en italiano, francés, portugués, chino y japonés. Esta persona encontró el peor momento del mes para fastidiar. Si tuviese la casa en orden no estaría tan malhumorado.

—Hola Louie —le saludé acabando con él para nada misterioso jueguito al que nos había sometido. Me apoyé rendido en la muralla mientras sostenía con firmeza el teléfono en mis manos.

Serás Mío (Death Note yaoi) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora