Fall - Justin Bieber y Tu. [En edición]

Capítulo 5

- Señores pasajeros por favor abrochen sus cinturones. Estamos a punto de aterrizar. - esa voz interrumpió mis pensamientos, ya había llegado a mi destuno así que iba dejar todas mis preocupaciones y confusiones en Atlanta.

Prometí no pensar en él mientras esté aquí. Solo voy a disfrutar el tiempo con mi familia.

Luego de bajar del avión tomé un taxi y me llevó directo a mi antigua casa. Todo lo que quería era llegar y encerrarme en mi cuarto, que siempre fue mi escondite.

El taxi paró y ahí estaba mi hogar. La habían pintado, de eso estoy segura.
Luego de bajarme y pagarlo mis hermanos salieron a recibirme.

- ¡Hey, enana! ¿Cómo estás? - dijo Bryan, mi hermano del medio. Con él siempre fue así la relación; nos demostramos cariño con palabras así.
- Bien, bobo ¿y tú? - le respondí abrazándolo.
- Bien, bien. - dijo haciendose a un lado.
- Hola, nena. - dijo mi hermano mayor Pablo, nuestro trato es diferente, siempre me cuidó como la hermanita menor. Era su consentida.

Sonreí.

- ¡Nene! Hola. - me le lancé encima a abrazarlo. - ¿Y mamá? - pregunté.
- Aquí estoy. - dijo una mujer bien arreglada, delgada que se podría pensar que es la madre de Diana pero esperen...

¿En serio esa es mi mamá? ¿Dónde está mi rellenita madre que le encanta hacer galletas? - ¿MAMÁ?
- Si cariño. - dijo abrazándome.
- ¿Quién eres y que hiciste con mi madre? - dije.
- No seas tonta, hija. Soy yo, solo que ahora me intereso un poco más por mi salud, soy una... - mi hermano Bryan la interrumpió
- ¿Cuchi Barbie? - dijo soltando una carcajada seguida por la de Pablo y yo. Mamá lo ignoró.
- Pues no, par de tontos. - le dijo a mis hermanos. - Pero entra cariño, tu padre te espera. - sí, eso era lo que necesitaba. Correr a los brazos de mi padre.

Desde pequeña siempre tuve mejor relación con papá, mis hermanos decían que yo era su consentida, pero no era cierto, solo que él y yo somos iguales y nos parecemos. Así que corrí adentro y ahí estaba mi padre, el hombre más maravilloso en esta tierra, parado con una hermosa sonrisa.

Desde pequeña dije que cuando me casara sería con un hombre igual a papá, así que corrí a sus brazos y prácticamente me le tiré encima como cuando era pequeña.

- Papi. - dije.
- Mi princesa .- dijo apretándome a él.
- ¿Cómo estas mi viejito? - le pregunté.
- Bien, mi nena y ¿tú cómo estás? - preguntó.
- Bien. - traté de aparentar pero papá me conoce muy bien. Puedes mentirle a cualquiera menos a papá.
- ¿Segura?-  me miro incrédulo mientras me acariciaba la mejilla.
- Si pa. - le respondí.

Mis sobrinos llegaron corriendo para abrazarme y le agradecí al cielo porque sino papá me hubiera interrogado.

Llegaron Sofi y Daniel, los hijos de mi hermano mayor Pablo. Luego llegó David, el hijo de mi hermano Bryan.

Después de tantos saludos quise subir a mi habitación... y horrible.

 Mi hermosa habitación había desaparecido, mamá quiso hacer unos "retoques" y destruyó todo lo que en ella traía mis recuerdos.

Estuve inspeccionando ese lugar de cuatro paredes que mamá aseguraba ser mi habitación, pero la verdad ya no lo era. Tuve que resignarme y arreglar las pocas cosas que traje para luego bajar a comer.

- Cuéntanos cariño, ¿cómo te ha ido en la universidad? - preguntó papá mientras todos comíamos.
- ¡Bien pa! Hasta te puedo asegurar que soy la mejor.
- ¡Una nerd! - dijo Bryan soltando una carcajada.
- Cállate. - lo fulminé con la mirada.
- ¿Y nena, tienes novio? - dijo mi madre. ¿O sea que la pasa? Quiere restregarme en la cara que no tengo, como serí si supiera que aún soy virgen.
- No mamá, no tengo. - me limité a decir.
- Pero hay algún pretendiente. - insistió.
- Eh... Ehm... - en este instante la imagen de Justin vino a mi mente. - No eh... No - dije bajando la cabeza para que no notara que me ruboricé, pero es mi madre así que lo notó.
- ¡Claro que si hay! ¿Entonces por qué te ruborizas? - dijo con una sonrisa.
- No mamá... No somos nada. Solo es un buen chico. -dije. Si, "buen chico". La mentira más linda.
- ¿Te gusta? - siguió.
- Ya mamá, déjala en paz. - gracias al cielo mi hermanito preferido me salvo, como siempre. Por eso amaba a Pablo.

  Después de la cena, hablamos de épocas vergonzosas de mi vida. Típico en cualquiet familia.

Iba directo a mi cuarto pero la voz de mi padre me detuvo, estaba en su despacho que estaba al lado de las escaleras, así que no podía escapar. Incluso nunca pude hacerlo cuando en el pasado llegaba tarde a casa, siempre me descubría.

- ¿Hija puedes venir?
- Si, papá. - dije entrando en su despacho.
- ¿Estás bien? - volvió a preguntar.
- Si, ya te dije que si. - dije sentándome en una de las sillas.
- Es que te he notado extraña desde que llegaste, estas como confundida, parece que tu mente no estuviera aquí. - ¡si, ven! Mi padre me conocía perfectamente.
- ¡No pa! Solo estoy un poco cansada, y estoy feliz ya que en Atlanta estoy sola y aquí los tengo a ustedes. - dije.
- ¿Por qué no te vienes a vivir de nuevo con nosotros y terminas la universidad aquí? - preguntó.
- No, no puedo. Tengo que terminar la universidad, tal vez en el futuro vuelva, pero por ahora no puedo.
- ¿Y si tu mamá y yo nos vamos a vivir allá contigo?
- ¡No pa! ¿Cómo se te ocurre? Ustedes están bien aquí, ésta es su casa, están con Pablo y Bryan, y yo ya estoy a acostumbrada a la vida en Atlanta.
- Está bien, pero promete que si te pasa algo, si te sientes sola, dejaras cualquier cosa que estés haciendo y volverás a los brazos de tu padre - dijo acariciándome el cabello.

Eso era lo que hacía cuando pequeña, siempre corría a los brazos de mi padre, Bryan siempre decía que yo lloraba para convencer a papá pero eso nunca fue así.

Siempre odié llorar frente a alguien, no me gustaba que creyeran que era débil, creo que por eso me cuesta tanto aceptar y demostrar sentimientos nuevos en mí, siempre vivo a la defensiva.

- Si papá, te lo prometo. - dije mirándolo.
- Está bien, hija. - me dió un beso en la frente
- Voy a dormir papi, estoy cansada... - me despedí y subí a mi habitación.

 Si. Definitivamente esta noche no iba a poder dormir porque tenía mucho que pensar.