Parte 4: Si tan sólo...

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Si mal no recuerdo... y mi mente no me falla... ese sentimiento, que nuestros protagonistas solo conocían en las películas era... ¿Amor? Sí, creo que así se llamaba. 

La tensión entre ambos chicos era notable, deseaban ese pequeño contacto, pero a la vez les daba miedo dar ese paso... solo por una corazonada, solo por una extraña y estúpida necesidad, como pensaba Ichimatsu. Cuando sus labios se estaban por juntar, una persona entró al baño, haciendo que ambos regresaran a la realidad y se separaran bruscamente, casi cayendo al suelo por los nervios.

El hombre que había interrumpido tal escena se limitó a ignorarlos e irse hasta un extremo del cuarto para evitar el contacto visual con ellos, hizo sus necesidades y luego de lavarse las manos se volvió a ir de ahí, dejándolos solos y más nerviosos que antes. 

— Joder... Kusomatsu, deberíamos irnos... esto se puso denso.— Cortó el menor de ambos, tratando de ocultar sus nervios y el acelerado y frenético latido de su corazón en esos momentos. 

— Creo que si deberíamos salir... Lo siento, no entiendo que me pasó... mi cuerpo reaccionó solo.— Cerró uno de sus ojos y con el otro se mantuvo mirándolo de reojo, esperando un sonrojo o un golpe o alguna divertida reacción de parte ajena, pero nada llegó, suspiró frustrado y revolvió su cabello enderezándose en su lugar.— Bien, Ichimatsu, un gusto, nos veremos pronto.— sonrió de forma socarrona, dando una exagerada y boba vueltita a la vez que salía casi corriendo de la habitación.

"No huyas, cobarde." Pensó el de orbes violetas, sonriendo casi imperceptiblemente mientras miraba fijamente la puerta por donde había salido segundos antes el hombre que... ¿Lograba enloquecer a su corazón?. Él también suspiró, tallando el puente de su nariz al no saber que pasaba consigo mismo para dejarse hacer por ese torpe. Giró totalmente su cuerpo, abriendo una canilla y enjuagando su rostro para despabilarse y al fin salir.

En la mesa de la rama principal de la familia, una madre preocupada por su hijo no podía mantenerse quieta, al ver venir a Karamatsu su rostro reflejó tranquilidad, aunque no total.

— ¿Dónde está Choromatsu, hijo?— preguntó a penas lo tuvo cerca como para ser escuchada.

— Pues... se fue a casa, le dolía el estómago y le dije que no había problema, yo te avisaba. —
Sonrió para calmar a su mamá, tomó su saco y  lo colgó sobre su hombro.
— Por cierto, ¿Y Osomatsu nii-san? Debo felicitarlo.

En ese momento, el nuevo y estúpido líder del clan llegó a la mesa.

— ¡Hermanito! — casi gritó, colgándose de su cuello y sonriendo como un tarado.

— Felicidades, brother. — respondió con una sonrisa algo falsa y tensa, el saber los verdaderos sentimientos de Choromatsu y lo frustrante que debía sentirse, le era incómodo mantener la misma relación con su hermano mayor, aunque nunca dejaría de quererlo.

— Ay, gracias, Karamatsu. — agregó sin borrar la, ya irritante, expresión de su rostro. Lo soltó y fue hasta su madre para abrazarla también.


— Mami, tu hijo es el jefe del clan, felicítame~ —.

La mujer sonrió nerviosa y le dio una palmadita en la cabeza, revolviendo su despeinado cabello.

— Felicidades, hijo querido. Espero que seas el indicado para ese puesto tan importante y te sepas manejar, con ayuda de Choromatsu, claro —.

— ¿Pajachoroski?¿Qué tiene que ver él? — frunció el ceño, no entendía a qué se refería exactamente su mamá.

— Choromatsu será tu mano derecha, brother. — acotó el menor de los tres, transformando su sonrisa a una completa y absolutamente satisfecha de que Osomatsu no podría hacer lo que quiera con el clan.
Dicho eso, se giró y miró la salida del salón.

Amores Prohibidos y Secretos «IchiKara»Where stories live. Discover now