Capítulo 9: Jefecito.

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Al llegar a la "Guarida", todos se dejaron caer cansados sobre los sillones de cuero negros.

— Muy bien, chicos... estoy orgulloso de su desempeño en el campo. ¡Seremos un gran equipo!—.
El de orbes azules ya se había quitado el saco, y dejado el dinero en su propia caja fuerte. Su mirada se fijó en el cuerpo del hombre que deberían sacar del país. Sonrió de forma macabra, logrando que una suave risilla escape de los labios de Ichimatsu, que no había dejado de mirar a su Jefecito intensamente desde que llegaron.

— Don, ¿ya está preparado para empezar su nueva vida? —. Le preguntó con ironía, sacudiendo sus manos cerca de la cara del hombre. El susodicho asintió con energía, apretando entre sus brazos el gran bolso que cargaba.

— ¿Cuándo... nos iremos? —. Se atrevió a preguntar, mirando directo a los ojos azules de Karamatsu.

— Pues... ¿Que le parece, ahora mismo? —. Alzó su vista y escaneo a todos sus "empleados", decidiendo mentalmente a quienes mandaría para que se deshagan del ex dueño de mansión. Sonrió de lado al ver a Hisashi y a Jyuushimatsu, sería interesante esa combinación.

— Bueno... Jyuushi, Hisashi, ¿están dispuestos a entregar a este buen hombre al aeropuerto de la ciudad? —.
Los nombrados lo miraron algo extrañados, pero no se negaron. Sus azules ojos ahora se fijaron en Ichimatsu.
— ¿Puedo enviar a tu hermanito? —. Cuestionó mirándolo fijamente.

— Claro, yo no soy el jefe —. Alzó sus hombros restandole importancia y asintió.
Luego de que las órdenes sean indicadas, y el tiempo límite impuesto, los dos "elegidos para escoltar al señor" partieron a su destino en la camioneta del hombre a cargo.
Todo quedó en silencio, Abe se fue a un rincón a guardar sus armas y limpiar su ropa algo manchada con sangre, Issei se quitó su katana y comenzó a limpiarla minuciosamente, Totty sacó su celular y se dejó llevar por el mundo de las redes, ignorando a todos.
Karamatsu, al ver que nadie iba a sacar tema de conversación o que simplemente ignoraban su existencia, suspiró pesado y se fue a sentar en uno de sus hermosos sillones de cuero.

— Son todos unos aburridos... — Susurró rascando su nuca, mantenía los ojos cerrados y su voz ronca era suave, para que nadie logre escucharlo. Nadie, excepto Ichimatsu, que al ver a su "Jefecito" tomar asiento, lo siguió y se colocó frente a él en otro de los sillones.

— Oye... Nii-san, ya quiero irme a casa, que Jyuushi vaya por su cuenta —. Rompió el silencio Todomatsu, llamando la atención de su hermano mayor y nuevo jefe.

— Oh... bueno, emh... ¿Vamos? —. El de orbes violetas no sabía qué responderle, por alguna razón no quería alejarse aún de Karamatsu, sentía curiosidad de él, deseaba que su pequeño hermanito no haya hablado, ahora no tenía ninguna excusa... pero el hombre que llamaba exageradamente su atención ya tenía sus propios planes.

— Disculpa, Joven Todomatsu, pero necesito que tu hermano mayor se quede al final del día, necesito tener una charla a solas con él —. Sonrió para convencerlo, y el menor, al ver que su Nii-san no reclamaba nada, suspiró derrotado, asintiendo y con un gesto de cabeza y una reverencia; saliendo de aquel lugar.
A los cinco minutos, Abe ya estaba con su mochila a los hombros, sonriendo ampliamente y despidiéndose de los tres hombres ahí presentes. Seguido del rubio salió Issei, con su típica reverencia y su voz neutra.
La mirada azul y penetrante del mayor ahí se dirigió directamente a Ichimatsu, clavandola en los ojos ajenos y haciendo estremecer al menor.

— Ichimatsu querido... ¿Te sientes a gusto con cómo nos manejamos en mi grupo? ¿Tienes alguna pregunta o duda al respecto? —. 

El aludido se removió incómodo en su lugar, algo temeroso de responderle y de estar completamente sólos en una... "guarida" en casi el medio de la nada. Tragó grueso y suspiró para calmar sus nervios sin sentido.

— Bueno... sí, es muy... ¿Ameno? Y no, no tengo ninguna pregunta o duda, Jefe —. Respondió de forma dura y seca, sin dejar salir sus emociones o algún tipo de mueca. Karamatsu alzó una ceja y soltó una especie de gruñido.

— Ah. Bien. ¿Por qué todos son tan aburridos...? —. Miró el techo de aquella bodega y otro gruñido seguido de un bufido escaparon de sus labios. Se levantó y dio un pequeño paso, quedando frente a Ichimatsu, su espalda se curvo dejando ambos rostros a pocos centímetros de distancia y una sonrisa retorcida, atrevida y que escondía nervios y un extraño sentimiento cálido en su pecho se asomó.

— Oye~ Ichimatsu-kun~ ¿Podemos jugar a algo? No quiero quedarme solo hasta que vuelvan los chicos, y no hay nada que hacer —. Su voz sonó burlona y seductora, haciendo estremecer por completo el cuerpo del de orbes violetas, pero no se movió; no le daría el gusto de notar lo que generaba en él. Simplemente asintió y un "Sí" totalmente neutro fue la respuesta que dio.
Karamatsu apretó sus labios en una mueca rara, por una fracción de segundo había tenido la necesidad de devorar los delicados labios ajenos... fue como una necesidad, pero ahuyentó esos pensamientos al volver a tomar asiento en el sillón. Sus brazos se alzaron y movieron de forma frenética y exagerada.

— ¡Bien, boy! ¿Un verdad o reto? ¿Qué te parece? Así nos conocemos mejor —. Sus cejas se movieron de arriba hacia abajo, sacando una risita de parte del menor ahí.

— Bien, yo comienzo. Jefecito... ¿Verdad o reto? —. La frase salió medio rasposa de su garganta, y el pequeño "apodo" que le puso a su jefe lo hizo tragar grueso y susurrar un "Verdad" casi inaudible.

— Mmmh... ¿Es verdad que... batea para el otro lado? —. La sonrisa retorcida que surcó sus labios tuvo un efecto notorio en el cuerpo contrario, haciéndolo temblar por completo.

— O-oh... veo que me ha salido atrevido, subordinado... y pues... bateo para el lado que mi corazón indiqueee~ —. Canturreó divertido y acto seguido, aclaró su garganta para preguntar. — ¿Y? ¿Verdad o reto, Ichimatsu-kun?—.

— Verdad, jefe. Verdad —. Respondió con simpleza, seguro de si mismo y de poder responder a cualquier cosa que salga de los deseables labios de su-... ¿Deseables? ¿Acaso había pensado que los labios de Kusomatsu eran deseables? Ay, demonios, se estaba volviendo loco. La ronca voz ajena lo sacó de sus burbuja, sorprendiendolo por la pregunta atrevida y absolutamente fuera de lugar que había hecho el mayor.

 — ¿Yo te gusto, Ichi-kun? —. Relamió sus labios, mirando fijamente la expresión del chico sentado frente a él, era todo un poema. No sabría decir si estaba en shock, si en cualquier momento se pararía y lo golpearía o si estaba... algo avergonzado. Los segundos pasaban, y la tensión que sentía el menor era palpable, hasta que la carcajada poco disimulada de Karamatsu rompió el silencio.

— ¡De esto hablo cuando quiero algo de diversión! Debiste ver tu expresión, boy. Eras todo un dilema —. Palmeó sus propias piernas mientras reía y trataba de normalizar su agitada respiración. Los puños de Ichimatsu se apretaron a sus costados, y sus finos labios se apretaron en una línea, esos ojos violetas y casi gatunos miraban con enojo la figura sentada frente a él. Su bendito Jefecito le sacaría canas verdes de la ira, como le decía su abuela.

— Maldito Kusomatsu... te mataría si no fueras mi puto jefe —.

Otra carcajada escapó de los labios del mayor, sin poder contenerse se levantó y para "calmar a su nene", le revolvió el cabello y besó tiernamente su mejilla derecha y permaneció justo ahí, frente al rostro ajeno.

— Tranquilo, chico. No quiero que este gatito se enoje y arañe a nadie, eh —.

Amores Prohibidos y Secretos «IchiKara»Where stories live. Discover now