Capítulo 7: ¿Qué tenemos que hacer, Jefe?

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La sonrisa de Karamatsu crecía a cada segundo.
Un escalofrío recorrió el cuerpo del pequeño Abe, seguido con Totty, quien jamás había visto esa expresión en su superior cuando los visitó en su casa.
Por otro lado, Hisashi solo rogaba que no sea nada alocado, su jefe era de hacer cosas sumamente descabelladas.
Issei se limitaba a verlo fijamente, esperando que alguna palabra salga de sus labios.
Jyuushimatsu sonreía como idiota, balanceándose en sus pies mientras repasaba las expresiones de todos en aquella habitación.
Y, por último, Ichimatsu. La sonrisa sarcástica, maquiavélica y tajante de Kusomatsu le encantaba, generaba un cosquilleo placentero en su estómago, insitándolo a seguirlo hasta en la idea más absurda e idiota que el mayor pudiera decir.

— ¡Venga! ¡Bola de idiotas! —. Gritó con burla en su gruesa y varonil voz, rompiendo el silencio y aliviando a sus "Boy's veteranos" que conocían de más a Karamatsu y sabían que esa frase solo traía una gran idea consigo.

— Sé que teníamos cierto trabajo —. Mira esta vez a los nuevos Boy's y sigue, sonriendo. — Pero, ha ocurrido un contratiempo y las cosas han cambiado un poco... Teníamos que hacer hablar a un pez gordo, ¿cierto? Bien. Ahora, tendremos que secuestrar a su puta familia, y torturarlos hasta que ese maldito nos devuelva todo el dinero —. Soltó con amargura, tras dos segundos se silencio incómodo, el jefe estalló en carcajadas.

— ¡Debieron ver sus caras, Boy's! El plan real es, secuestrar a ese tipejo, como estaba planeado, pero no matar a su familia, y si es posible, a él tampoco... vamos a sacarlo del país a escondidas, quitarle algo de dinero y decir que está muerto el muy pendejo —. Completó desabotonando dos botones de la camisa azul que ese día traía.

Esperó a que alguien opine algo, miró a Issei, expectante.

— Me parece correcto, Karamatsu-sama. Sabe que siempre estaré de acuerdo con usted —.
Dijo el mayor de los "boy's veteranos" al ser mirado fijamente por el segundo heredero de la familia para la que trabajaba.

— ¿Incluso si te pido que asesines a Osomatsu...? ¿O que robes unos pantalones azules con brillos? —. Encarna una ceja con expresión divertida y voltea a mirar al resto de su equipo. — Bueno, independientemente de lo que opinen ahora... ese será el plan. Y debemos actuar rápido, ya son las 21:37 p.m. y no tenemos toda la bendita noche —.

Hisashi, Abe e Issei se dirigieron a buscar sus armas y abrigos, mientras que los trillizos Matsuno se quedaban parados en sus lugares.

— Oigan, Boy's... pueden chusmear el lugar si tienen ganas. Iré a vestirme —. Acotó Karamatsu y con una sonrisa se perdió tras una puerta de madera vieja, dejando todo el galpón/guarida en silencio.
Totty sacó su celular y prefirió mirar sus redes sociales y contestar algunos mensajes de sus amigos a tener que mirar más de ese "asqueroso y deteriorado lugar."
Jyuushimatsu se acercó a su hermano menor y miró por encima de su hombro lo que hacía, sin borrar la estúpidamente gigante sonrisa de su rostro.
Por otro lado, Ichimatsu se mantenía estático en su lugar, mirando con ansiedad la puerta por donde el idiota de su nuevo jefe se había ido minutos antes.

"Demonios... estoy nervioso y no sé por qué... esa sonrisa que se traía Kusomatsu me gustó. Presiento que va a ser entretenido estar en este equipo de imbéciles..."

Se dejó llevar por sus pensamientos, mientras una pequeña mueca se formaba en sus labios y sus orbes violetas se oscurecian poco a poco.
Definitivamente sería entretenido tener a estos peculiares personajes en un mismo equipo.
Abe tarareaba la canción de uno de sus juegos de carreras mientras guardaba una pistola calibre 22 color negra y plateada en su bolsillo trasero, y una nueve milímetros en su cinturón, más las municiones en una pequeña riñonera negra. Por último, tomó un par de granadas y tres navajas de mango color naranja.
— ¡Todo listo! ¡Abecchi entrará en acción! —. Gritó con alegría y diversión. A su costado, Hisashi terminaba de afilar sus preciadas cuchillas y las guardaba por tamaños en un cinturón azul oscuro.
— No seas tan ruidoso, chiquillo —. Se quejó mientras colocaba ese cinturón en su cintura y lo ajustaba lo suficiente para que nada se caiga.
Issei, en cambio, se preocupaba por arreglar su pelirroja melena en una coleta baja. Ya portaba su katana, colgaba a su espalda, y no tenía que tomar ningún otro tipo de arma.

— ¡No me llames chiquillo, Hisashi idiota! —. Gritó el pequeño rubio hiperactivo mientras daba un saltito con intención de golpear al mayor.
En ese momento, Karamatsu salió por la vieja puerta, haciéndola rechinar en el proceso.
Sus botas negras resonaron en toda la bodega, haciendo callar a todos de inmediato, sacando de su ensoñación a Ichimatsu y logrando que Jyuushi y Todomatsu alzaran sus ojos a él.

— ¿Todos listos? —. Sonrió con arrogancia mientras acomodaba su cortaba negra. Portaba una camisa azul oscuro, pero con un chaleco corto blanco. El pantalón de vestir era negro y sus zapatos bien lustrados igual. Y un saco color marrón oscuro colgaba elegantemente de sus anchos hombros, llegando hasta sus tobillos y dándole un estilo más elegante a todo su atuendo.
Los ojos de Ichimatsu se abrieron ante tal imagen. Se veía malditamente sexy. Tragó saliva nervioso y desvío la mirada a un punto fijo en el suelo.

— ¡Preparado y con ganas de acción, Jefe! —. Respondió emocionado el de ojos miel, saltando en su lugar.
Jyuushimatsu gritó un fuerte y totalmente audible "SEÑOR, SÍ, SEÑOR." al estilo militar e hizo una reverencia.
Totty asintió y guardó su móvil en el bolsillo de su pantalón de vestir rosado.
Hisashi sonrío y corrió su molesto cabello castaño claro de sus ojos, para pronunciar un tranquilo pero fuerte "Listo, jefe."
Issei simplemente hizo una gran reverencia y comenzó a caminar hacia la salida.

— Correcto. Ya que todos estamos preparados y ya saben el plan... ¡Que comience la fiesta, Boy's! —. Alzó ambos brazos, y sus pasos nuevamente resonaron en aquél lugar mientras caminaba a las puertas.
La noche era joven, y ellos debían aprovecharla al cien porciento.
Todos subieron a la camioneta todo terreno color azul eléctrico de Karamatsu, la cual poseía siete asientos y un gran baúl.
Los trillizos Matsuno ocuparon los tres asientos del fondo, Abe e Hisashi los dos del medio, el de orbes azules conducía a Issei tomó su lugar de copiloto.

— Hisashi, ¿podrías decirme la dirección exacta de la mansión a la que vamos? —. Rompió el silencio el jefe, a la vez que arrancaba el vehículo y hacía resonar las llantas en el asfalto al acelerar sin delicadeza. 

— Está a 9 minutos de aquí, señor. Es una mansión color verde musgo en el barrio de los ricos, a 10 cuadras de la entrada —. Dijo con la mirada fija en el respaldo de su superior, el cual se limitó a asentir y acelerar aún más.
El trayecto fue silencioso, excepto por Abe que dejaba salir pequeños soniditos de emoción mientras más se acercaban a su destino.
La camioneta frenó casi de golpe una cuadra antes de llegar a dicha casa. 

— Issei, Todomatsu, vendrán conmigo, necesito su inteligencia. Hisashi, irás con Ichimatsu por el patio trasero, deben dejarnos el terreno libre por si debemos escapar. Y, por último, Abe y Jyuushimatsu, atacarán primero, los hombres de la entrada son suyos —. Pronunció cada palabra lentamente, con aura tranquila y a la vez dominante. La piel de Ichimatsu se erizó ante la prominente voz de Karamatsu, sonrío de lado al oír sus órdenes y asintió bajando del automóvil.
Como el jefe había ordenado, Abe y Jyuushimatsu salieron primeros, corriendo a gran velocidad e ingresando a la mansión con cautela, Totty, Issei y Karamatsu iban detrás, los primeros dos esperaban las órdenes de su superior.
Ichimatsu e Hisashi partieron directamente a la parte de atrás, trepando enredaderas y noqueando dos guardias que allí había.
En la entrada, seis hombres altos, robustos y armados vigilaban el lugar, dos de ellos caminaban en línea horizontal frente a las grandes puertas, y los otros cuatro se encontraban parados y en silencio en diferentes sectores del inmenso jardín repleto de árboles y plantas.

— Oh~ lo divertido comienza ahora~ —. Canturreó Abe, mientras caminaba agachado por entre los arbustos, sacó su pistola del bolsillo trasero y apuntó a la cabeza de uno de los guardias. — Oye, nuevito, encargate de los que están en la derecha, y yo voy por la izquierda —.

Jyuushimatsu asintió con su peculiar y hasta terrorífica sonrisa y se deslizó por la oscuridad hasta quedar frente a frente con uno de los guardias, lo último que ese hombre vioófue unos blancos dientes y una mirada feroz en la sombra, cuando un cuchillo atravesaba su pecho, dejándolo inconsciente casi al instante.

Amores Prohibidos y Secretos «IchiKara»Where stories live. Discover now