Capítulo 17: Entre celos olvidados y besos robados.

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Los primos Matsuno ya habían arreglado todo y ajustado pequeños detalles sobre sus nuevos movimientos.
El plan, como antes se había dicho, era simple y rápido. La parte complicada pasa por si los compradores les creen y la forma en la que reaccionarán.
Un suspiro pesado escapó de los labios de Karamatsu cuando volvieron a la entrada del puesto, sus tres boy's seguían parados uno junto a otro esperándolo, y su primo menor estaba ordenando unos cajones de pescado, como todo un trabajador responsable. Sonrió con nostalgia al recordar todo lo que habían pasado y el porqué se separaron.

— Oye, Takecchi. Tienen que venir a visitarme a casa, ¿sí? Los extrañaba... — Susurró la última parte y con otra pequeña sonrisita salió y se paró entre sus hombres, hizo una reverencia y se despidió de sus familiares. Mañana volverían, por el momento los pasos a seguir eran analizar toda la feria en busca de personas sospechosas. 

Ichimatsu dio una última mirada a esos dos Matsunos y gruñó de celos mientras avanzaba a paso lento y firme por entre la gente. Totty dejó escapar una risa burlona por la reacción de su hermano, era más obvio. El chico de orbes rosadas le dio un golpe suave en el brazo a su Nii-san para llamar su atención.

  — Ichi-kun~, deberías disimular más, hasta la señora de allá atrás pudo oler tu incomodidad —.

El mayor simplemente lo miró de reojo y volvió sus ojos al camino, pensando en todo lo que le había pasado hasta ahora con su jefe y en cómo se sentía. Un nudo de pensamientos y sentimientos nuevos se enredaba cada vez más en su cabeza, era jodidamente frustrarte, y lo ponía en extremo nervioso el no saber qué hacer o cómo reaccionar a cada movimiento que Kusomatsu hacía para con él.
Sus ojos se abrieron de la sorpresa cuando recién notó que la otra vez casi se besaban, le había parecido tan natural y cómodo que no se preocupó en recordarlo... Diablos, si que estaba fuera de sus casillas cuando a Karamatsu respecta.
Su linda burbuja de confusiones fue destruida cuando notó que se encontraba solo entre los clientes y vendedores de la feria. Lo habían dejado atrás... se había quedado atrás por divagar como un adolescente enamorado en cosas sin importancia.
Una pequeña punzada en su pecho llegó al notar que estaba completamente perdido y sin saber siquiera por dónde buscar. Miró a los costados, recorriendo con ansiedad el rostro de las personas. Nadie. Nadie conocido, nadie de su equipo. Dejó salir un resoplido y se escabulló hasta llegar al centro de la plaza, donde no había puestos y unos lindos y altos árboles dominaban por completo el paisaje.
El sol iluminaba toda la extensión de naturaleza que había, y creaba un ambiente tan apacible que se sintió relajado con solo dar un paso por ahí. Estaba muy solo, no muchas personas se dedicaban a apreciar esa parte de la plaza cuando tenían los puestos a pocos metros.
Se dirigió a una banca bajo un gran pino y dejó que su cuerpo caiga con brusquedad sobre el material pintado de blanco. Aspiró profundo y sonrió, era hermoso y pacífico. Le encantaba ese lugar, definitivamente al día siguiente regresaría. 

  — Veo que ya estás a gusto... te notaba muy tenso —. La gruesa voz de su jefecito cerca de su oído lo hizo estremecer y dar un saltito en el lugar. Giró con rapidez a mirarlo, y los pocos centímetros que separaban sus rostros lo pusieron nervioso y aún más ansioso. Los ojos azules de Karamatsu estaban fijos en los suyos, como si pudiera rebuscar hasta en lo más profundo y leer todos sus pensamientos, como si con solo una pequeña mirada ya supiera todo lo que sentía, y hasta lo que no entendía que sentía. Como si pudiera desnudarlo en solo unos segundos y con solo observar sus ojos.

Volvió a suspirar, agobiado por la repentina sensación de necesidad, quería besarlo. Mierda, quería comerle la boca ahí mismo, en plena plaza, en plena misión, rodeado de posibles traficantes.
Sus deseos fueron órdenes para un Karamatsu también ansioso y nervioso, que unió por fin ambos pares de labios, no se movió. Ninguno lo hizo. Solo disfrutaron del momentáneo roce de sus labios y de la cálida y peculiar sensación que les había dejado.

  — ¿Qué hacías en este lugar solo, Boy? —. Preguntó el mayor sentándose al lado de un shockeado Ichimatsu. El amante de los pantalones brillantes sonrió con suficiencia al ver como el chico a su lado tocaba sus labios con algo de temor y sorpresa.

— Yo... bueno, me había perdido y terminé en ésta banca... ¿cómo me encontraste? —. Las palabras salieron como un vago susurro, que cobró fuerza a medida que esos conjuntos de letras eran pronunciados.

  — Es fácil encontrarte, Ichimatsu. Sólo seguí los latidos de mi corazón y el llamado de mi destino~ —.

Los labios del menor se volvieron a separar, para dejar escapar una risa, limpia y sincera. Éste hombre era todo un caso serio. La cabeza del ojivioleta se apoyó en el hombro contrario, mientras sus ojos recorrían nuevamente la plaza, ahora parecía incluso más bella que antes. La mano de Karamatsu tomó con firmeza la ajena, entrelazando sus dedos y dirigiendo su mirada azulada a las flores que los rodeaban. Era todo en extremo perfecto y romántico. Todo tan bonito que hasta le resultaba empalagoso e irreal. Miró de reojo a su subordinado y sonrió en grande, estaba feliz de tenerlo así, no sabía con exactitud qué relación tenían; pero se sentía plenamente feliz.

El celular del mayor sonó, rompiendo el buen momento y alarmando levemente a los dos Matsuno's.

  — ¿Hola, sí? —. Nuevamente la imponente voz de Kusomatsu resonó en los oídos de Ichimatsu, adoraba esa voz, era seductora y dulce, hermosa y ronca. Se quedó embobado mirando cómo sus labios se movían al hablar, como su nariz se arrugaba cuando sus expresiones cambiaban y cómo sus cejas se alzaban y casi rozaban. Era delicioso a la vista. — Bien, ya vamos. Nos encontramos en la camioneta, bien. Adiós —.

El jefe se separó del menor y le sonrió otra vez, tendiendo su mano derecha y susurrando un suave: Debemos ir con los demás Boy's. Nos están esperando.
Y así, entre pensamientos confusos, celos olvidados, besos robados y miradas soñadoras; los dos chicos caminaron por entre las flores y árboles tomados de la mano, disfrutando de todo lo hermoso que los rodeaba e ignorando los males que posiblemente se les avecinaban. 

¡Holaa!

Reviví  :"D

Bye bye, nos leemos cuando nos leamos~. 


Amores Prohibidos y Secretos «IchiKara»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora