Quiero un hipopótamo para Navidad

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Foxfire Hall

20 diciembre, 1984:

Harry se sirvió otro trozo de tocino del plato en el centro de la mesa, se lo comió, luego miro a su padre, que estaba bebiendo una extraña poción de un gran vaso y le hizo la pregunta que había realizado incontables veces durante la semana anterior. "Papá, ¿cuando es Navidad?"

Severus perdió la paciencia. Él estaba con una resaca por el banquete de anoche que la Sociedad de Pocionistas había lanzado en su honor, ya que había Ganado el prestigioso premio al Mejor Maestro de Pociones en Gran Bretaña y Europa por su creación del Elixir de Defensa Auto Inmune, la poción que aumentaba el desgastado sistema inmunológico debido al Síndrome Auto Inmune. Después de un año de agotadora investigación y un sinnúmero de experimentos, finalmente lo había logrado. Su poción fue elogiada como el mejor avance medico desde la invención del Elixir Reparador de Nervios.

Jamás debí beber ese último brindis, pensó adormilado, con un gran dolor de cabeza. Es por eso que estaba bebiendo una Cura para Resacas, que Augustus había preparado para el. "Normalmente, te dejaría sufrir las consecuencias de los excesos, pero viendo que esta era una celebración justificada y que estoy muy orgulloso de ti, Severus, te preparare algo que te quitara ese malestar," el lord de Foxfire Hall le había dicho magnánimamente.

Pero Harry no sabía nada de esto, él había estado dormido cuando Severus se había ido al banquete anoche, y estaba siendo su hiperactivo ser esta mañana. Y ya que ahora tenia los horribles "cuatro" estaba constantemente haciendo millones de preguntas, a veces una y otra vez, y tenía la energía de un travieso perro labrador con esteroides.

Esa mañana, Severus simplemente no podía lidiar con eso.

"Papa, ¿cuando es Navidad?" su travieso diablillo repitió.

El levanto la mirada y miro peligrosamente al chico de cuatro años y medio. "Harry Snape, si me preguntas una vez mas cuanto falta para Navidad, ¡no va a llegar nunca! ¡No Habrá Navidad! ¿Entendiste?"

Harry se encogió un poco, por que su padre realmente lucia mal, tenía los ojos rojos y el nacimiento de una barba, ya que todavía no se había afeitado. Pero entonces su valor inherente llego a su cabeza y pregunto, con suavidad, "¿Porque? Siempre hay Navidad."

"Si no dejas de molestarme con preguntas, no habrá porque la saltaremos," lo amenazo.

Harry lo miro horrorizado. "¡No! ¡No podemos!" él se giro hacia Augustus, que estaba escondiendo una sonrisa tras su servilleta. "¡Abuelo, no podemos saltarnos Navidad! ¡Es contra la ley!"

"¿Lo es? ¿Quien lo dijo?" pregunto el Viejo mago, sus labios temblando para contener la risa.

"¡Yo!" respondió Harry. Luego añadió, por si acaso no fuera suficiente, "y todos los demás niños."

"Ya veo. Sabias tu que antes, hace cientos de años, ¿era contra la ley celebrar Navidad?" su abuelo le pregunto irónico

Harry lo miro boquiabierto. "¡No! Estas inventando eso."

"Te lo juro por mi honor, joven Henry, no lo estoy." Augustus dijo con solemnidad.

"¿Pero porque harían Navidad contra la ley? ¡Eso es. . .tonto!"

Augustus sonrío. "Si, lo fue, pero en esos tiempos los Puritanos creían que la Navidad no era necesaria. Y cuando rigieron Inglaterra, prohibieron la Navidad. Nadie tenia permitido celebrarla, y si te pillaban haciéndolo, te metían a la cárcel."

Dejado en un pesebreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora