El Grinch

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5 De diciembre de 1989

Callejón Diagon:

"¿Cuanto por estos guantes protectores madame?" Harry le pregunto a Sandra, la dueña de la Botica Slug y Jiggers.

La bonita bruja le sonrío, y dijo, "¿Los estas comprando como regalo para tu papá, Harry?"

"Si madame. A Papá le gustaran, creo. Son nuevos, así que se que todavía no los tiene."

"Y funcionan muy bien," dijo la bruja sonriendo, mostrando su ahora suaves manos. "Ves. No durezas o marcas de quemaduras desde que compre un par. Calzan muy bien, ves, como una segunda piel, y tiene un hechizo acolchado en las palmas, así uno no sufre por revolver tanto tiempo." Ella le mostró donde un hacedor de pociones de seguro tendría magulladuras por afirmar un revolvedor por horas. Aquellos que practicaban esa arte sabían lo peligroso que era para las personas, y siempre estaban tratando de desarrollar nuevos utensilios y soluciones para protegerse de los inevitables derrames y desbordamientos además de los humos.

Los guantes habían sido inventados por una astuta bruja que una vez casi había arruinado sus manos en un accidente de pociones. Los guantes le habían permitido seguir preparando pociones, pese a las cicatrices en sus manos.

Harry pensó que seria un regalo genial para Severus, cuyas delicadas manos estaban todos los días a riesgo de accidentes en los Laboratorios Prince, pese a su precaución.

"¿Cuanto es Srta. Miska?"

"Para ti, Harry, 5 Galeones y 3 Sickles."

Harry levanto una ceja, seguro de que le habían dado un descuento en los guantes. Él sabia que ella sentía "algo" por su papá, y esperaba algún día convencerlo de que salieran a almorzar o algo así, por lo que siempre le daba a Severus y su familia descuentos en su mercadería. En silencio metió la mano en su bolsa de dinero y saco la cantidad necesaria.

"Gracias, Harry," dijo Sandra, completando la venta y poniendo el dinero en la registradora. "Espero que tú, tu padre y amigos vuelvan este año a cantar villancicos."

"Lo haremos madame," le Harry aseguro. "No se preocupe."

"¿Tu papá cantara para mi de nuevo?" ella pregunto, como hacia todos los años desde que tenia siete.

Harry asintió. Por alguna razón, Severus siempre cantaba una canción para la Srta. Miska, y nada más en toda la noche. Y Sandra siempre tomaba una fotografía de ellos y le daba los mejores dulces y chocolate caliente.

"Lo espero con ansias," le dijo ella, con ojos soñadores. "¿Él anda por aquí ahora?"

"No, ando con mi abuelo," le informo Harry. "Papá tenia que trabajar mas tarde de lo esperado, así que el abuelo nos trajo a mi, Nev y Blaise para hacer las compras navideñas."

"¿Empezando temprano?"

"Si, así tengo mas para escoger," Harry dijo con seriedad, y la bruja río.

"Esa es una buena actitud, Harry. Bien, diviértete comprando y ¡Feliz Navidad!"

"Igualmente Srta. Miska," él le regreso el saludo, luego salio de la tienda, donde Neville y Blaise lo estaban esperando, terminado sus conos de helado.

Augustus estaba cruzando la calle, unos negocios mas abajo, frente al Emporio de la Lechuza, eligiendo un ave para Severus como regalo para su nieto. El emporio de la Lechuza también vendía otras aves rapaces además de búhos, y Augustus estaba interesado en comprarle un halcón, ya que creía que esa ave le calzaba bien a la personalidad orgullosa y solitaria de su nieto. Él había mandado a los chicos a la botica y entro solo a la tienda, a la que no había entrado desde que había comprado a Warlocke hace como cuarenta años atrás.

Dejado en un pesebreWhere stories live. Discover now