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La observé dormir y sonreí, habíamos llegado a lo que siempre soñamos, recordé el día en el que la conocí.
. . .
Entré al café y divisé a los chicos en la mesa hablando, caminé hacia ellos y me senté al saludarlos.
— ¿me perdí de algo?
—sólo a la chica que atiende. —me informó Pachi.
— ¿eh?
—nada, que estos boludos se hicieron los lindos con la chica que nos atendió. Es muy linda. —dijo Rodri y reí.
—no, posta, es...
—buenas tardes, ¿listos para pedir? —escuché una voz y me di vuelta a mirarla y entonces me encontré con su mirada y sonreí inconscientemente.
Todo había comenzado aquel día. Volví al café al siguiente día, y al siguiente y al siguiente, me había animado a hablarle, a preguntarle sobre su horario de salida. Seguí conociéndola y me hacía bien, estaba bien. Pero ella no lo estaba todavía, sólo pensaba en ¿por qué nos preocupamos por el amor si nunca dura?, y entonces quise hacer que cambie su opinión.
— ¿despertaste hace mucho? —su dulce voz me sacó de mis pensamientos.
—no, hace unos minutos. Buen día preciosa.
—buen día amor. —se sentó en la cama y besé su frente. — ¿en qué pensabas?
—en vos, en lo que pasamos, en todo.
— ¿podes creerlo? ¿recordas la vez que pusiste tu brazo a mi al rededor por primera vez? Hiciste que confíe.
