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Camino de un lado a otro en el aeropuerto, esperaba con ansias la llegada del vuelo de México, estaba nerviosa, ansiosa, pero feliz, claro. Observo a una pareja delante mío, se despedían mientras se fundían en besos y abrazos, de esos sinceros, esos de los cuales dicen te veo pronto y se llevan un poquito de ellos para el camino. Sonrío y entonces recuerdo el día en el que Cristian tuvo que cambiar de club, México era su nuevo destino al menos por unos meses, meses que pasaron algo lentos para mí.
. . .
Lo abrace y me sostuvo en sus brazos tratando de consolarme.
—amor, son solo algunos meses, ¿si?
—es que voy a extrañarte mucho.
—también yo, Val. Pero tengo que ir y vas a ver que todo va a pasarse rápido, voy a llamarte todos días, video llamadas antes de dormir, mensajes de buenos días. Se que no es lo mismo porque no tenerte entre mis brazos por las mañanas va a ser difícil, no verte al llegar a casa y no cenar mientras reímos realmente se me va a hacer difícil, preciosa. Pero estoy esperando la vuelta con ansias. Yo ya te extraño.
—te amo muchísimo, ¿si? —pregunté y me dio una tierna mirada, tomó mi rostro entre sus manos observándome, como guardando cada centímetro del mismo en su memoria.
—te amo con todo lo que soy, Valen. Y te prometo que va a ser corta la espera, ¿está bien?
—está bien. —traté de sonreír mientras él limpiaba mis lágrimas con su pulgar. Escuchamos la última llamada de su vuelo y entonces me abracé más a él. —te amo y espero tu llegada, muchos éxitos amor.
—gracias, hermosa. Te amo muchísimo. Y ya te extraño. —lo mire a los ojos y entonces me beso tiernamente, con amor, un beso de despedida con la certeza de otro esperandome de regreso. —te amo.
