Yo me arriesgaría.

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Al otro día, le avisé a mi mamá que iría a casa de Dante, ella no dijo nada, pues va a salir con mi papá toda la tarde, eso está bien, casi no salen muy seguido ya es hora que se den sus tiempos a solas.

Me fui a cambiar de ropa, usé aquella camiseta que me regaló mi papá, esa que no me quito.

Salí de  mi casa, toqué la puerta de Dante. Salió Sam, con una sonrisa en el rostro, lo admiro él es muy feliz, no sé como es que lo hace.

  —Hola Ari.-Sonrió.-Pasale.

 —Hola Sam.-Entré.

Vi a dos personas desconocidas para mí, supongo que han de ser tíos de Dante, Soledad corrió a verme, igual ella tiene una sonrisa en la cara, esos dos son demasiado felices, además ya se le nota un poco más esa pancita.

  —Ari.-Me abrazó.

 —Hola.-Le dije.

  —Dante está arriba, ahorita baja.-Me dijo y luego señaló la sala.-Ven.

Me hizo sentarme en el mueble, saludé lo más "educado" que pude a la gente de ahí, luego me senté, esperé a que bajara Dante, el ambiente se siente raro, es como incómodo, jamás había estado conviviendo con gente que no fuera mi familia, y mis dos amigas, claro, sin mencionar a la gente de la escuela.

Dante bajó corriendo, emocionado de verme.

 —Ari, que bueno que veniste.-Se sentó junto a mí.-Mira, ellos son mis tíos.

 —Hola.-Les sonreí.

  —¿Estás bien?-Dijo.

 —No, ¿Por qué?-Le contesté.

  —Te noto muy serio, más de lo normal.

 —No estoy muy acostumbrado a esto...-Hice una pausa.-Es raro.

  —Lo sé.-Me abrazó.-Hoy te vez bien.-Dijo en voz baja.

Llegaron más primos de él, al igual que sus tíos. Al principio no me acoplaba al ambiente, pero poco a poco fueron interrogándome,  resulta ser que son mexicanos al 90%, o yo que sé, me agradaron, sus primos son buena onda, no me quejo.

Luego Dante y yo nos salimos un momento, yo tenía dudas sobre porqué quiso que fuera.

  —Oye.-Le dije-¿Por qué querías que viniera?

Él me volteó a ver.

 —Pues mis papás hablaron conmigo, me dijeron que sería un buen paso que mis familia supiera un poco más de mí, pero no estoy tan seguro.-Me dijo.

  —Me sorprende, pero a la vez, como que no me siento tan bien de que tus papás quieran que tu familia sepa eso.-Le dije.

 —Como que no quiero.-Dijo.-Pero a la vez quisiera saber que dirán.

  —Tú no le tienes miedo a nada.-Le dije.

 —Le tengo miedo a muchas cosas.-Respondió.

  — ¿Entonces quieres arriesgarte?-Le pregunté.

 —A lo que venga.-Sonrió.-¿Quieres comenzar?

Lanzó una mirada "matadora"

  —Como quieras.

Y pasó lo mismo que cuando estábamos en el desierto, en casa de Dante, y lo que pasaba en mi mente, en mis sueños, en todo. Nos besamos, cuando siento sus labios chocar con los míos, es como tener el sabor de todos los secretos del universo, un sabor difícil de explicar, un sabor que es completamente satisfactorio para mis papilas gustativas, qué es lo que nunca quisiera que acabara, eso es, es todo. Al menos lo es para mí.

Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo (2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora