Conociendo a bernardo

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Mis hermanas quedaron totalmente fascinadas con la idea de que me gustaron los chicos, al otro día tanto mi papá como yo estábamos ansioso por ver aunque sea unos días a bernardo, tengo unos cuantos nervios, no lo recuerdo muy bien, ya sabe, vagos recuerdos de un hermano perdido en mi mente.

—¿Y a qué hora se supone va a llegar?-Dije algo ansioso.

 —No sabemos Ari, tú tranquilo.-Dijo mi madre, mis hermanas están en el patio jugando con sus criaturas.

  —Bueno, oye ma' ¿Puedo ir a ver a Dante un rato?-Ella sólo asintió y salí.

Me encontré con mis sobrinos, lo bueno fue que no preguntaron a donde iba.

 Me fui corriendo a casa de Dante, toqué la puerta y me abrió él.

   —Que milagro.-Dijo él con una pequeña sonrisa en la cara.

  —Salí un rato de mi casa, pues... están mis hermanas con sus hijos.

 —¿Enserio? Genial, ha de ser tan lindo.-Me reí.

  —No lo creo, una de mis sobrinas quiere trenzar mi cabello ¿Te imaginas cómo sería eso?

 —Te verías lindo, si lo hace, debes venir a verme.

  —Jajá, claro Dante.

 —¿Nervioso por ver a tú hermano?

  —Algo, espera. ¿Tú como..? Ah cierto, yo te dije.

 —Tonto, que mente la tuya eh.-Se rió.

  —Ya sabes, tantas cosas ahí dentro me atarean.-Luego me quede callado.-Sólo vine un rato, creo que mejor regresaré.

  —Bien como quieras, total que yo estoy dibujando unos cuantos pájaros que vi cerca de mi ventana.

Ambos nos despedimos con esos besos que son de rápido.

Estuvimos como dos horas esperando, yo estaba que no aguantaba la emoción o los nervios, no lo sé, pero bueno, la espera no fue en vano, tocaron la puerta y mi papá fue a abrirla, me di cuenta que era él cuando a mi padre se le llenaron los ojos de lágrimas, me asomé un poco, y bueno ahí está él.

Cuando entró, se quedó callado mirando la casa, luego corrió a abrazar a mi madre, se nota contento.

Cuando me vio, no me reconoció del todo. 

 —¿Ari? ¿Acaso eres tú?-Su voz es grave, suena bien.

  —¿Y tú Bernardo?-Él dio un suspiro.

Corrió e igual me abrazó, se sintió bien, igual lo abracé ya tenía ganas de algo así, en verdad.

 —Caray, has crecido demasiado.

  —Lo sé, mira, hasta el cabello ha crecido.-Ambos nos reímos.

 —Te diré que te vez bien.

La tarde con él fue fantástica, mi madre hizo de comer, fue genial tener a mis tres hermanos aquí en la casa, ya mucho es estar solo todos los días.

Se siente bien estar en familia aunque sea un día.

 

Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo (2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora